Facundo Campazzo, entre la NBA, la familia y los valores: el mejor alumno de la clase que ya imagina un futuro como docente

@nuggets
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Ya pasaron poco más de cinco años del legado. De un virtual traspaso del testimonio del coraje. Por entonces, en un agosto olímpico, Andrés Nocioni y Facundo Campazzo eran mucho más que compañeros de equipo en Río de Janeiro: eran la lucha, los puntos, la energía y el contagio. El nexo entre la Generación Dorada y uno de sus mejores alumnos. Campazzo, con su metro setenta y nueve, tomaba nota, mientras Manu Ginóbili lo comparaba con un Koh-i-noor. Un torbellino en envase chico. Un pequeño guerrero centrífugo. Ya sin Manu, ni Nocioni, ni Luis Scola, el base cordobés es ahora una de las banderas de la selección argentina subcampeona del mundo y el mejor representante nacional en la NBA. A los 30 años, recorre su segunda temporada en Denver Nuggets, e intenta transmitir todo lo que aprendió. Y lo hace a su manera. Verborrágico entre amigos y tímido ante extraños, siempre se aferró a la idea de “transmitir haciendo”. Valores y consejos que repasa en una entrevista realizada en el marco de la séptima edición de “Negocios del Futuro”, de LA NACION.

Tras los primeros partidos de la temporada (los Nuggets tiene un registro 2-2, en cuatro juegos), el base reconoce que el principal objetivo de la franquicia es ir por el anillo. Un trámite para nada sencillo, pero que en Denver ven con buenos ojos a largo plazo. El equipo tiene jerarquía y una interesante mezcla de experiencia y juventud, aunque en Estados Unidos marcan algunos puntos de mejora: los primeros partidos mostraron cierta dependencia del serbio Nikola Jokic (lesionado en la derrota de ayer ante Utah), se vieron algunos fallos en defensa y una segunda formación con sacrificio, pero con poca capacidad anotadora. Puntos de oportunidad para un plantel que piensa “partido a partido”, y que cuenta con un Campazzo que no solo ofrece la pócima del liderazgo y la entrega sino que ya está más consciente de dónde se encuentra. La NBA es el último salto del niño que va tachando sueños, por más irreales que parezcan.

- Segunda temporada en la NBA. ¿Ya más acostumbrado?

- Considero que sigo en un proceso de adaptación, así que bienvenidas sean las equivocaciones. La idea es hacerlo lo mejor posible. No equivocarme, pero no volverme loco si me equivoco. Seguir aprendiendo durante la marcha. Llevo muy poco tiempo, así que sigo con la adaptación, pero a la misma vez disfrutando, aprendiendo, tratando de competir y mantenerme a este nivel. La NBA tiene el mejor básquetbol del mundo y lo que quiero hacer es competir de la mejor manera posible.

- ¿Sigue algo de esa inconsciencia de cuando llegaste, de tratar de no darte cuenta que estabas en la NBA, o de a poco le fuiste tomando el gusto? ¿Ya más consciente de lo que está pasando?

- En lo personal ya tomo conciencia de dónde estoy. Al principio era como todo mucho. Era un cambio muy grande. Había empezado la temporada con Real Madrid, jugué dos meses, me fui a otro equipo, otro país, otra liga, otro idioma. Necesitaba ser inconsciente y seguir jugando pase lo que pase. Pero es como que ahora la vida es más normal, ya pasando lo más duro de la pandemia, y entonces ya estoy mucho más metido de lo que es el mundo NBA. Y lo estoy disfrutando. Cada mañana me levanto y lo pienso de esa manera. De entrenar, de aprovechar las facilidades que tenemos acá, y de ser consciente de dónde estoy aprovecharlo al máximo.

- Ya asentado en Denver, ¿cómo es el día a día?

- Soy muy familiero. Me gustar estar en casa con mi mujer y mi hija, está mi mamá acá y la estoy disfrutando. En la NBA, el mundo afuera del básquet es más de cada uno, cada cual hace la suya. Acá te hacés grupos con compañeros que tenés buena relación y buena química, pero es distinto a la Argentina. Y aprovecho para estar con mi familia, recorrer Denver y pasarla bien.

- ¿Cuáles son los objetivos grupales que se fijaron para esta nueva temporada?

- Ya en el “Training Camp”, antes de la temporada, se habló de título. De intentar conseguirlo, de buscar el campeonato. Algo que ya nos pusimos como meta el año pasado, más allá de que es un objetivo a largo plazo como equipo. A la misma vez, intentamos plantear objetivos a corto plazo. Es la mejor manera de llegar al objetivo final con nuestra mejor versión. Parece un cassette, pero vamos partido a partido. Son muchos partidos, muchos meses. Es muy larga la temporada y tenés que ir día a día. La idea es intentar ser mejor equipo después de cada partido y cada entrenamiento.

- ¿Le queda algún sueño por cumplir a ese chico que jugaba en Municipal Alta Córdoba?

- Cumplí más de lo que me hubiese imaginado. Mi sueño era jugar en la Liga Nacional. Estar ahí. Iba a ver a Atenas junto a mi familia y mis amigos y me encantaba. Decía: “Es un sueño jugar en la Liga Argentina”. Y lo pude cumplir. Después, la NBA era una fantasía más que un sueño. Lo veía muy alejado. Tenía posters en la habitación de mi casa con distintos jugadores de la NBA, pero lo veía como algo irreal. Con el tiempo, cuando empecé a jugar en Real Madrid y vi que era una vidriera muy grande para mostrar mi juego y ganar títulos, ahí pensé que esa fantasía se podía transformar en un sueño. Entonces, fui con esa mentalidad de, al menos, intentarlo. No quería retirarme y no haber intentado competir en esta liga. Hoy por hoy estoy acá e, insisto, cumplí más de lo que tenía en la cabeza. De la Liga Nacional a la selección, de ahí a Real Madrid. Y ahora disfrutando de la NBA.

- Ya por fuera del básquetbol, ¿qué particularidades ves en la NBA desde la estructura y el negocio?

- En la NBA está todo pensado para el desarrollo del jugador. Sea joven o experimentado. Tenés todo al alcance para entrenar: desde las comodidades hasta asistentes de tiro o de fundamentos. Todo para que mejores como jugador. Eso no lo tenés en ningún otro país. En eso, son los mejores. Y a nivel negocio está todo preparado para el show, para la gente que va a ver un espectáculo. Tienen su comida, su bebida, con alcohol o sin alcohol, con un show en cada tiempo muerto, con otro en el entretiempo, y con espectáculos y más espectáculos. Se hacer largo, sí. Pero el público se sienta a ver un show, se sienta a disfrutar. Y, en cierto punto, como jugadores tratamos de dar el mejor espectáculo posible.

- ¿Qué valores transmitís?

- No soy mucho de transmitir hablando. Siempre me costó hablar en público. Por lo que siempre intento transmitir haciendo. Mostrar desde el trabajo: intentar dar el ejemplo, ser lo más profesional posible, cuidando mi cuerpo, y si tengo la oportunidad aconsejar algún jugador joven. Transmito los valores mostrando. Aprendí mucho de la Generación Dorada y con ellos pasaba algo similar. No hacía falta que hablen. Ya viéndolos entrenar, comer, descansar o hablando con la prensa, estabas constantemente aprendiendo. Traté de aprovechar, como si fuera un alumno, todo lo ellos nos brindaban. Poder transmitir esos mismos valores y ser un ejemplo. Si uno hace las cosas bien, a la larga o a la corta, cosas buenas pasan. Confío mucho en esa manera de pensar e intento transmitirla.

En acción: Campazzo, en el duelo ante Cleveland Cavaliers del lunes
GARRETT ELLWOOD


En acción: Campazzo, en el duelo ante Cleveland Cavaliers del lunes (GARRETT ELLWOOD/)

- A los 30 años, ¿ya sos el veterano que transmite o todavía te sentís en una generación intermedia que escucha algo y transmite otro poco?

- Me siento joven todavía (se ríe). Pero sí, es verdad que en la selección ya estamos entre los más grandes. E intentamos eso, transmitir nuestra experiencia junto a Lapro (Nicolás Laprovittola), Marcos Delía , Pato (Patricio Garino), Brussi (Nicolás Brussino). En el caso de Denver, soy uno de los más grandes también, y aunque no tengo tanta experiencia NBA trato de dejar todo lo que fui aprendiendo en mi carrera. Ya sea desde lo profesional o con las acciones afuera de la cancha. No es solo si uno va a entrenar y cumple los horarios que marca el entrenador, sino que abarca mucho más y trato de dejar ese mensaje.

- ¿Ya pensaste en el después? ¿En el Campazzo del mañana?

- Pienso jugar varios años más, pero sí se me están viniendo pensamientos que antes no tenía, como ser entrenador o seguir en el mundo del básquetbol, como asistente de fundamentos o colaborando en el desarrollo del jugador joven. Ahora me está agarrando más el gusto. Años anteriores no tenía ni idea, pero ahora ya va encaminado por ese lado. De asistir, de aprender, de trabajar más con la táctica, de hablar más y aprender más de otros entrenadores. Es algo que me llama la atención y me resulta muy interesante.

- Y por fuera del básquetbol, ¿cómo te ves con proyectos a futuro? ¿Algo relacionado a la eSports? ¿Algo de música?

- Siempre me gustaron los videojuegos. Es más, tengo tatuados los botones de la Play. Pero es un tatuaje vinculado a pasar el tiempo con mi familia, con amigos. Eso sí, me sigue justando jugar y sigo plataformas de streaming de juegos, veo partidas en vivo. Es algo que me apasiona, que me seduce mucho y que me gustaría, al menos, aprender. No cierro puertas, pero para meterme tengo que esperar y poder darle el 100% de mi energía. Energía que ahora está enfocada en otro lado. Hoy estoy con mi familia, con el básquetbol y con un restaurante en Córdoba, pero que es administrado por mis amigos y mi hermano.