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Fabrizio Romano: el profeta de los fichajes del fútbol

Fabrizio Romano, uno de los mayores periodistas de fichajes en el fútbol, en casa en Italia con sus camisetas y reconocimientos.
Alessandro Grassani

La forma más rápida de comprender el alcance de la influencia de Fabrizio Romano, un periodista italiano de 28 años con una barba incipiente y un iPhone sobrecargado de trabajo, es reducirla a una lista de cifras impactantes.

Romano tiene 6,5 millones de seguidores en Twitter, más del doble que, digamos, el Inter de Milán, el equipo involucrado en el momento decisivo de la carrera de Romano, o Bruno Fernandes, la estrella del Manchester United que, sin darse cuenta, convirtió a Romano en un fenómeno global.

Además, tiene 5,6 millones de seguidores en Instagram y otros 4,5 millones de devotos en Facebook. También tiene 692.000 suscriptores en YouTube y 450.000 en Twitch, la plataforma de emisión en directo de video.

O al menos esas eran las cifras la última vez que las revisamos. Lo más probable es que, durante el tiempo que pasó entre la escritura de ese párrafo y su lectura, los números de Romano se hayan disparado inexorablemente hacia la estratósfera. Después de todo, estamos en enero, uno de los dos momentos anuales con mayor actividad para un periodista que cubre el multimillonario y frenético mercado de fichajes del fútbol. Todos los días, las cuentas de Romano atraen a cientos de nuevos fanáticos, quizás incluso miles, que buscan con desesperación noticias de los jugadores con los que su equipo podría firmar, o no.

Sin embargo, a pesar de que estas métricas de redes sociales brindan un panorama inmediatamente comprensible y algo intimidante sobre la magnitud de la popularidad de Romano —los autoproclamados expertos que cubren la NBA y la NFL podrían hacer afirmaciones similares—, no nos dicen mucho sobre cuán profundo es su impacto.

El mes pasado, el delantero español Ferran Torres publicó en Twitter un video que lo mostraba realizando un entrenamiento ligero en las instalaciones deportivas del club de su ciudad natal, Valencia. Torres había pasado las fiestas decembrinas en una especie de limbo suave, mientras esperaba que su antiguo club, el Manchester City, accediera a venderlo al Barcelona.

Para el 26 de diciembre, las cosas se habían movido lo suficiente como para que Torres quisiera que sus seguidores supieran que una decisión era inminente. “Preparándome en casa… Valencia”, escribió en un mensaje publicado junto al video. Y luego, en la siguiente línea, añadió una sola frase: “Here We Go! (¡Aquí vamos!)”.

Esas palabras pretendían ser el equivalente en el mercado de transferencias digitales al humo blanco que sale de una chimenea. Han llegado a significar que un trato no está solo casi listo, sino que es un hecho. Y provienen, indiscutiblemente, de Romano: son su sello de aprobación, su carta de presentación, lo que denomina (con un pequeño toque de arrepentimiento) como su eslogan.

Eso, más que el número de seguidores que ha acumulado, es el mejor indicador de su influencia. Cada vez más, tanto para los jugadores como para los fanáticos, un fichaje no ha ocurrido hasta que tenga el visto bueno de Romano (“Aquí vamos” es utilizado, en algunos casos, como sustantivo: a menudo los corresponsales le preguntan a Romano si está en condiciones de “dar el ‘aquí vamos’”).

En la actualidad, su poder es tan grande que ha dado el salto, no del todo de manera intencional, de ser un simple reportero que cubre el mercado de fichajes de fútbol a convertirse en algo más cercano a una fuerza dentro de la industria. Y en el proceso, ha difuminado la línea entre periodista e influente, entre observador y participante.

La primicia

Según Romano, la llamada que forjó su carrera surgió completamente de la nada. Comenzó a escribir sobre fútbol cuando era adolescente en su ciudad natal, Nápoles, redactando historias y enviándolas, de manera gratuita, a una variedad de sitios web especializados en fútbol italiano con la esperanza de que pudieran publicarlas.

No sabe muy bien cómo un aspirante a agente italiano en Barcelona consiguió su nombre o su número de teléfono. “Estaba trabajando en La Masia”, la famosa academia de Barcelona, “y quería convertirse en agente”, dijo Romano en una entrevista el mes pasado. “Esperaba convencer a dos jugadores jóvenes para que lo dejaran representarlos, y me preguntó si escribiría un perfil de ellos”. Los jugadores eran Gerard Deulofeu, un joven español que juega como extremo, y un prodigioso delantero adolescente llamado Mauro Icardi.

Romano escribió el perfil, el agente consiguió los clientes y los dos se mantuvieron en contacto. En el verano de 2011, Romano contó que Icardi se iba del Barcelona a la Sampdoria. Lo cuenta con orgullo y se refiere a eso como su “primera noticia”, pero su impacto fue limitado: después de todo, Icardi era un jugador del equipo juvenil de 18 años. Su llegada a una escuadra que en ese entonces luchaba en la segunda división de Italia no fue impactante.

Los goles de Mauro Icardi a Atalanta
Los goles de Mauro Icardi a Atalanta


Mauro Icardi, en sus tiempos de Inter; otro anticipo de Romano

Pero en noviembre de 2013 el agente volvió a llamarlo. “Dijo que lo había ayudado al comienzo de su carrera, y ahora era su turno de ayudarme”, dijo Romano. Icardi, le dijo su fuente, había aceptado irse al Inter de Milán el próximo verano. Seis meses antes de que se anunciara oficialmente el acuerdo, Romano publicó la noticia en un sitio de fans del Inter de Milán.

“Ese fue el momento en que todo cambió”, dijo. Dejó Nápoles por Milán, y el duro mundo del periodismo independiente por un trabajo en Sky Sport Italia. La primera noticia que le mandaron a cubrir fue, casualmente, el examen físico de Icardi en el Inter. “Esa historia forma parte de mi vida”.

El fútbol, en general, ha tenido durante mucho tiempo un apetito insaciable por el cotilleo, los rumores y los chismes del mercado de transferencias: en Inglaterra, la tradición por cubrir ese tipo de noticias puede rastrearse hasta los viejos ejemplares de periódicos deportivos desaparecidos hace mucho tiempo, algunos datan de 1930. Pero en ninguna parte esa obsesión está tan arraigada como en Italia.

“Hay que recordar que, durante mucho tiempo, tuvimos cuatro diarios dedicados al deporte”, dijo Enrico Mentana, presentador de televisión, director y productor que comenzó su carrera en uno de ellos, la Gazzetta dello Sport. Su padre, Franco, trabajaba allí; había sido un corresponsal célebre, especializado en transferencias.

Para esos periódicos, dijo Mentana, las historias de fichajes eran “la única forma de vender ejemplares en el verano, cuando no había partidos”. Los presidentes de los clubes más grandes del país los ayudaron e instigaron a convertir el intercambio de jugadores en “un espectáculo”. “Los dueños eran grandes industriales, vástagos de grandes familias”, dijo. “Para ellos, atraer a una gran estrella de América del Sur, por ejemplo, era una oportunidad de mostrar su grandeza, su poder, de darle un regalo a la gente”.

Dusan Vlahovic (Fiorentina), uno de los tantos jugadores dentro del "radar" periodístico de Romano
NurPhoto


Dusan Vlahovic (Fiorentina), uno de los tantos jugadores dentro del "radar" periodístico de Romano (NurPhoto/)

Cuando Romano llegó a Sky Sport Italia, el decano de la fuente era Gianluca Di Marzio, el reportero estrella del canal, el presentador del programa nocturno, e inesperadamente cerebral, que se transmite durante las dos épocas de fichajes del fútbol.

Romano ayudó a Di Marzio a construir y lanzar su sitio web personal. A cambio, aprendió los aspectos más finos del oficio, particularmente el valor del periodismo tradicional que invierte mucho tiempo para cosechar esas preciosas pistas y susurros. “Durante años y años, paseaba todos los días por la ciudad”, dijo Romano. “Restaurantes, hoteles, cualquier lugar donde la gente del fútbol se reunía”.

Pero, aunque esos métodos han perdurado, Romano tenía una cierta sensación intuitiva de que el panorama estaba cambiando. Rápidamente comprendió que las redes sociales no solo podían servir como medio y fuente, sino que tenía un ojo innato para saber qué tipo de contenido funcionaba en qué tipo de plataformas.

“Por ejemplo, usé Instagram inicialmente como algo personal”, dijo. “Publicaba una foto de un lindo atardecer, una buena cena. Pero todo el tiempo, en las respuestas, la gente me preguntaba sobre las transferencias. A nadie le interesaba mi vida. No soy una estrella. Soy periodista y un periodista es un intermediario”.

Sin embargo, su intuición más importante fue que no había razón para estar limitado por las fronteras. Cuando se percató de la oleada de respuestas que recibía, impulsadas por el interés de los fanáticos de todo el mundo, que pedían actualizaciones sobre equipos en Inglaterra, Francia y España, así como también en Italia, comenzó a buscar historias fuera de casa.

Romano con la camiseta del único club que, quizás sorprendentemente, prefiere por encima de todos los demás: el Watford
Alessandro Grassani


Romano con la camiseta del único club que, quizás sorprendentemente, prefiere por encima de todos los demás: el Watford (Alessandro Grassani/)

Para Romano, el gran salto a la conversación mundial sobre el fútbol se produjo en 2020. Fernandes, un talentoso mediocampista portugués, había pasado la mayor parte del verano anterior vinculado con un traspaso al Manchester United; Romano constantemente le restó importancia. Sin embargo, unos meses más tarde, el club hizo la transacción, y cuando Romano otorgó su habitual “aquí vamos” al trato, la reacción fue “enorme”.

Él no afirma haber tenido esa historia primero: después de todo, había estado burbujeando durante meses y fue ampliamente reportada en las semanas antes de que se completara. Sin embargo, para Romano, la velocidad no es donde reside el verdadero valor en un mundo de redes sociales, y particularmente en esa parte dedicada al caótico, contradictorio y, a menudo, quimérico mercado de transferencias del fútbol.

Lo que los seguidores quieren, más que nada, es saber que lo que están leyendo es verdad, dijo. Y eso es lo que trata de proporcionar. “No tengo una fecha límite que cumplir ni un artículo que vender”, dijo. “Escribo las cosas cuando están listas”.

En parte, su creciente influencia —ha ganado cinco millones de seguidores en las redes sociales durante los últimos 18 meses— se puede atribuir a su ética de trabajo. Cuando Romano no envía historias de fichajes a The Guardian o Sky Sport, las sube a Twitter, Instagram, Facebook y YouTube, o habla de ellas en su pódcast o en su canal de Twitch o en su trabajo con CBS Sports, donde labora desde el año pasado. Además hace análisis como invitado en alguno de los pódcast de los clubes, o les responde a sus seguidores en las redes sociales. También trabaja en un libro. Dice que, durante las épocas de transferencia, no se acuesta sino hasta las 5:00 a. m.

Ya sea que se trate de la dedicación a su oficio o la dedicación a su marca, o ninguna de las dos —Romano disfruta como un niño al hablar de su pasión—, ha funcionado. En su caso, la importancia de los clubes y el jugador involucrado en cualquier transferencia se ve eclipsada por la persona que lo informa.

La delgada línea

El verano pasado, cuando el equipo español de Valencia se dispuso a cerrar un trato para fichar a Marcos André, un delantero brasileño que jugó la temporada anterior para su rival en La Liga, el Real Valladolid, la división de mercadeo y comunicaciones del club, VCF Media, recibió la tarea de encontrar una forma inesperada e impactante de anunciarlo.

Después de todo, un fichaje es una oportunidad para que el club llame la atención, gane algunas miradas y quizás obtenga algunos fanáticos en lo que ya es una batalla global por la captación de audiencia. Valencia no solo compite con rivales nacionales como el Villarreal o el Sevilla por ese público, sino también con equipos de Italia, Alemania e Inglaterra.

El problema, hasta donde pudo determinar el equipo, era que el interés del club por fichar a Marcos André no era nada nuevo. Desde hace semanas, los medios ya venían generando contenido en el que se rumoreaba el fichaje. Para llegar a la audiencia más amplia posible con la confirmación, VCF Media decidió hacer algo un poco diferente.

Una vez concluidos los trámites burocráticos del acuerdo y que el jugador había aprobado con éxito el examen físico, el club se puso en contacto con Romano y, con el visto bueno de Borja Couce, agente de Marcos André, le preguntó si le gustaría formar parte del anuncio. Romano accedió y filmó un video corto en el que dio un breve adelanto del trato. El video concluyó, por supuesto, con su frase característica.

La lógica, para el Valencia, era sencilla. Romano tiene 6,5 millones de seguidores en Twitter. El club solo tiene 1,3 millones. Según VCF Media, esa “tremenda influencia en el mundo del fútbol, fue un atajo para contactar a una audiencia global”, como lo expresó un representante del club. Romano es un punto de convergencia para el “deporte y el entretenimiento”.

Desde entonces, otros equipos han seguido su ejemplo. Romano, un fan confeso del Watford, un equipo irregular de la Premier League de Inglaterra, apareció junto a una gran cantidad de jugadores en el video de lanzamiento de la nueva camiseta del club el verano pasado.

Este mes, Romano apareció en videos tanto del Augsburg de Alemania como del Toronto F. C. de la Major League Soccer, en los que anunció los fichajes del delantero estadounidense Ricardo Pepi y el mediocampista ofensivo italiano Lorenzo Insigne, respectivamente. Sportfive, la agencia de mercadeo con sede en Nueva York que produjo el anuncio del Augsburg, no respondió a una solicitud de comentarios sobre si se le había pagado a Romano.

Esas participaciones son evidencia del estatus híbrido de Romano. Por lo general, los clubes europeos prefieren mantenerse alejados de los periodistas de cualquier tipo; el acceso a los vestuarios que suelen ofrecer las grandes ligas de Estados Unidos está vetado. Mantienen sus planes de fichajes en secreto, por temor a que una filtración inoportuna pueda poner en peligro un acuerdo que conlleva meses de negociaciones.

Pero Romano ha sido aceptado por todos los participantes en el mercado. Las cuentas oficiales de redes sociales de los clubes citan su frase característica. Disfruta de interacciones regulares con propietarios, agentes —hace unos días, el agente de Mohamed Salah, Ramy Abbas, le dijo a Romano, de manera espontánea, que estaba “un poco aburrido estos días”, una aparente referencia al estancamiento en el nuevo contrato del delantero del Liverpool— e incluso los propios jugadores.

Ese renombre es útil profesionalmente, por supuesto. La fama de Romano le ha abierto puertas. “Recuerdo que un director deportivo me llamó en enero pasado”, dijo. “Yo siempre había hablado mucho de él, y de repente me llamó. Dijo que quería conocer al chico que parecía saberlo todo”. Por unos momentos, Romano se deslumbró.

Pero esas relaciones también conllevan un riesgo. La misma influencia que hace que Romano sea valioso para los clubes que buscan acceder a sus seguidores también hace que sea vulnerable para quienes intentan explotar su reputación de fiabilidad.

Romano en la oficina de su casa en Milán, donde graba algunas de sus participaciones en programas de televisión y pódcast.
Alessandro Grassani


Romano en la oficina de su casa en Milán, donde graba algunas de sus participaciones en programas de televisión y pódcast. (Alessandro Grassani/)

El mercado global de fichajes es una industria de 6000 millones de dólares. Los acuerdos pueden llegar a valer millones solo en comisiones, pero son frágiles e impredecibles. Y una palabra de alguien como Romano puede concretarlos o evaporarlos.

Romano sabe que existe cierto riesgo en que la gente le dé “su visión de la verdad”.

“Pero, por otro lado, yo no tengo un programa de televisión que deba llenarse de contenido o un titular que tenga que escribirse”, dijo. Él puede esperar hasta “el momento adecuado” para todos los interesados. “Un periodista no tiene por qué ser el enemigo”, afirmó.

Así es como se ve a sí mismo, incluso ahora con todo ese impacto y alcance. Rechaza el término “influente”, pero cruzó esa línea hace ya algún tiempo. Sin embargo, lo que separa a un observador de un participante, de estar dentro y fuera, es una línea muy delgada. Romano ya la cruzó. Ni él mismo podría decir, con plena certeza, cuál será su siguiente paso.