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La increíble mala fortuna que atormenta a Charles Leclerc en su propio país

Charles Leclerc conduce su Ferrari en Mónaco, el escenario del gran premio que desborda de glamour en la Fórmula 1; pese a ser local, nunca vio la bandera de cuadros en
VALERY HACHE

La dificultad de la pista, la historia y el glamour son algunas de las particularidades que atesora el Gran Premio de Mónaco. Una cita exclusiva, prácticamente un campeonato dentro del mismo Mundial de Fórmula 1, al extremo de que integra una virtual Triple Corona con las 500 Millas de Indianápolis y las 24 Horas de Le Mans. Esa tríada sin trofeo que sólo un piloto logró en la historia del automovilismo: Graham Hill. El británico se impuso en el principado en 1963, 1964, 1965, 1968 y 1969 y en cantidad de triunfos lo superó solamente Ayrton Senna, que celebró en seis ocasiones y es el máximo vencedor en el emblemático dibujo callejero.

El calendario de 2022 le reservó la séptima estación a Mónaco, que quebró una tradición: los autos no rodaron el jueves. Recién este viernes los fanáticos verán a los 20 pilotos girar. Varios de ellos residen en la costa mediterránea de Francia, pero uno solo nació en el principado: Charles Leclerc. El monegasco tiene una cuenta pendiente en el patio de su casa: completar una carrera.

El calificador de la pole position Charles Leclerc de Mónaco y Ferrari se estrella durante la clasificación para el Gran Premio de F1 de Mónaco en el Circuito de Mónaco el 22 de mayo de 2021 en Montecarlo, Mónaco.
En un intento de mejorar el registro que ya le valía la pole, Leclerc se estrelló en la zona de la Piscina en 2021; los daños decretaron el abandono al día siguiente, antes de la largada. (Clive Rose - Formula 1/)

Romper el hechizo, volver a sumar después de la frustración en el GP de España –marcaba el pulso y el motor de su Ferrari se quedó sin potencia–, son prácticamente una obligación para Leclerc, al que un nuevo mal paso puede alejarlo de la posición de Max Verstappen, el campeón defensor, puntero del Mundial y último ganador en Mónaco.

Pero la maldición le resulta indiferente al piloto de Ferrari, que intenta quitar trascendencia a las estadísticas y enfocarse en la nueva aventura. “No es la pista más afortunada para mí, pero así es la vida. Sucede, es parte del automovilismo y a veces las cosas simplemente no salen como uno quiere. Tendré la misma actitud que en las carreras anteriores del año, porque tuve éxitos, y espero ahora tenerlo en casa”, expresó Leclerc, que tiene cinco presencias en carreras en su país, entre Fórmula 1 y Fórmula 2.

“No es la pista más afortunada para mí, pero así es la vida. Tendré la misma actitud que en las carreras anteriores”, apuntó el piloto de Ferrari, que lideró el Mundial de Fórmula 1 hasta la fecha anterior.
“No es la pista más afortunada para mí, pero así es la vida. Tendré la misma actitud que en las carreras anteriores”, apuntó el piloto de Ferrari, que lideró el Mundial de Fórmula 1 hasta la fecha anterior.

La última visita del Gran Circo a Mónaco fue la peor de las decepciones para Leclerc, que tuvo un fin de semana rocambolesco. Después de marcar el mejor registro de la prueba de clasificación, ensayó un nuevo intento de incendiar el cronómetro, pero terminó estrellándose en la zona de la Piscina. El accidente obligó a Michael Masi, el controvertido director de carrera de 2021, a mostrar la bandera roja, y los rivales que estaban en la vuelta para desbancarlo de la pole debieron abortar sus giros. Pero el costo del terrible golpe fue impensado: el Ferrari se dañó y, aunque los mecánicos e ingenieros lograron repararlo a tiempo sin sufrir penalizaciones que le quitaran el primer cajón de la grilla, en la vuelta de formación de la carrera un problema de transmisión –rotura de un palier– dejó a Leclerc sin largar. Sin carrera.

El derrotero comenzó en 2017, con las dos carreras de F. 2. La conquista del título, con siete victorias en 22 competencias –obtuvo ocho de las 11 poles de la temporada–, tuvo el sinsabor de los dos abandonos en Mónaco; en la primera prueba largó adelante y rompió la suspensión, y en la segunda desertó por problemas eléctricos.

Aquel accidente con Brendon Hartley

Al año siguiente, el de su estreno en F. 1, en el equipo Alfa Romeo-Sauber, la aventura finalizó a falta de ocho giros, cuando Charles intentó una maniobra contra el neozelandés Brendon Hartley (Toro Rosso) y ambos terminaron fuera de carrera; los frenos fueron el motivo del accidente. Hace tres temporadas, en su primera en Ferrari, un error de estrategia de la Scuderia destrozó las esperanzas: los ingenieros confiaron en que con el tiempo ya registrado superaría la Q2 y determinaron no ensayar un segundo intento, pero cuando observaron que sería insuficiente la marca, el piloto ya no tenía chances de revertir el papelón. Para remediar el error, cambiaron el motor y la penalización retrasó a Leclerc al puesto 16 de la grilla. Y un pinchazo fue el comienzo del desenlace: al intentar llegar al pit, el monegasco perdió el neumático; lo repararon y volvió a la pista, pero comprobó que había daños en la suspensión y tuvo que retirarse del gran premio.

Hasta en en el GP Histórico que se desarrolló dos semanas atrás en Mónaco, la suerte le fue esquiva a local. Leclerc participó con el Ferrari 312B3 con que corrió Niki Lauda en 1974. Mientras completaba una tanda de prácticas sufrió una falla en los frenos, hizo un trompo y golpeó barreras, dañando el alerón trasero. Aunque pudo volver a ponerse en marcha, se detuvo en la recta principal cuando vio salir humo de la parte trasera.

El choque de Leclerc con el Ferrari 312B3 con que corrió Niki Lauda en 1974; el monegasco se quedó sin frenos en un GP Histórico y se estrelló contra una barrera de contención, hace dos semanas.
El choque de Leclerc con el Ferrari 312B3 con que corrió Niki Lauda en 1974; el monegasco se quedó sin frenos en un GP Histórico y se estrelló contra una barrera de contención, hace dos semanas.

El cambio de la tradición quizás sea una señal para Leclerc. La Fórmula 1, en el pasado, giraba los jueves, descansaba el viernes, y retomaba la actividad el sábado con la qualy, antes de la carrera del domingo. ¿La razón? La fiesta de la Ascensión de Cristo. Y aunque dejó de ser un día festivo allí y hace muchísimos años se abandonó la procesión, las autoridades monegascas no querían interrumpida la circulación tres días seguidos. El mercado, la hotelería y los restaurantes apoyaban la idea. Pero para las escuderías resultó un alivio la nueva normativa: los 800 kilómetros entre Barcelona y Mónaco eran una incomodidad por resolver en poco tiempo para quienes debían desarmar y volver a ensamblar los boxes y las tiendas de hospitalities.

Vídeo | Leclerc se divierte en Mónaco con el histórico Ferrari de Niki Lauda