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Algunos estudiantes migrantes celebran su ingreso y salida de clases con solo unas semanas de diferencia mientras CPS se esfuerza por inscribirlos

Vestido con una toga de graduación roja y una camisa formal, Adrián Dávila sonrió ampliamente cuando su madre le dio un beso en la mejilla, mientras la familia celebraba su graduación del octavo grado de la Primaria John A. Walsh, que tuvo lugar en la Academia Comunitaria Benito Juárez el viernes.

El migrante venezolano llevaba un mes en la escuela.

“Estamos muy orgullosos. Estamos muy agradecidos”, comentó la madre de Dávila, Marisela Adames. La familia se aloja en un albergue improvisado en la zona tras pasar días en una estación de policía.

Dávila es uno de los innumerables estudiantes migrantes que se inscribieron en las Escuelas Públicas de Chicago solo semanas y días antes del final del año escolar el miércoles. Con el reloj corriendo, CPS había hecho un esfuerzo concentrado para inscribir a tantos hijos de solicitantes de asilo como pudo, incluso cuando los inmigrantes enfrentan un futuro incierto en Chicago.

Las autoridades dicen que a pesar de sus situaciones de vida temporal en centros de descanso, refugios y estaciones de policía, inscribir a los niños en la escuela proporciona acceso inmediato a la educación, así como a programas académicos y deportivos de verano. Una matriculación más alta en la escuela del vecindario también podría garantizar más fondos y recursos para las escuelas del vecindario, indicó el concejal Michael Rodríguez, (D-22).

Si bien CPS no pudo proporcionar el número total de estudiantes solicitantes de asilo inscritos en sus escuelas, el equipo está trabajando para obtener los datos, informó Sylvia Barragán, vocera de CPS.

“Estamos bien equipados y comprometidos a servir a cada estudiante nuevo, incluidos los estudiantes que han llegado en los últimos meses con sus familias desde Centroamérica y Sudamérica, Asia y Europa”, dijo el distrito escolar en un comunicado.

Si bien aún está por verse el impacto financiero de los nuevos estudiantes, el presupuesto del año fiscal 2023 proporcionó $ 3 millones en nuevos fondos para más maestros bilingües y coordinadores de programas bilingües, así como la formación de consejos asesores bilingües. A partir de febrero, CPS informó tener más maestros con licencia “que en cualquier otro momento”, con 20,850. De ellos, 2,255 son educadores bilingües.

Y la institución ha estado trabajando con la ciudad, el Distrito de Parques y los líderes a nivel escolar “para acomodar mejor a los recién llegados y garantizar que la programación que apoya a nuestros estudiantes continúe sin interrupciones”.

Aunque el Sindicato de Maestros de Chicago no devolvió los correos electrónicos para hacer comentarios sobre los recursos de CPS para los niños migrantes, el sindicato denunció en febrero a CPS por la falta de personal bilingüe y recursos para los nuevos estudiantes, incluida la accesibilidad a la salud mental.

Pero en su declaración reciente, CPS dijo que busca reclutar más personal bilingüe para poder responder al aumento en la inscripción de estudiantes bilingües y para que los recursos en español estén disponibles para los estudiantes.

Este acceso a una educación de calidad es especialmente crucial cuando los niños migrantes se encuentran en un estado de transición, dijo Yasmine Sherif, directora ejecutiva de Education Cannot Wait, el fondo global de las Naciones Unidas para la educación en emergencias y crisis prolongadas. Hizo hincapié en que la educación es un factor clave para desarrollar la resiliencia económica y la cohesión social.

“Sin la seguridad, la protección y la esperanza que brinda una educación de calidad, los niños refugiados inocentes enfrentan riesgos increíbles e inimaginables”, dijo. “Los gobiernos deben hacer todo lo posible para garantizar que los niños sobrevivan y desarrollen todo su potencial”.

Los estudiantes solicitantes de asilo que viven en refugios temporales se alistan como Estudiantes en Situaciones de Vivienda Temporal (STLS) para calificar para todos los beneficios y recursos disponibles bajo STLS. El estudiante puede ser “inscrito inmediatamente en la escuela, incluso si él o ella carecen de registros de salud, vacunas o escolares, prueba de tutela, prueba de residencia o cualquier otra documentación normalmente requerida para la inscripción escolar”.

En el área de La Villita, casi 60 niños migrantes que se alojan temporalmente en el centro de descanso de Piotrowski Park se unieron a la Academia Zapata y otras escuelas primarias y a la Escuela Secundaria Little Village Lawndale apenas unos días después de la apertura del refugio.

Rodríguez dijo que no está claro cuándo se trasladará a las familias a un albergue administrado por la ciudad, pero mientras tanto, “los niños deberían estar en la escuela, aunque sea por un período corto de tiempo”.

Una vez en el sistema de CPS, incluso cuando se mudan, será más fácil para las familias transferir a los niños y acceder a más programación, dijo.

Rodríguez dijo que Antonio Acevedo, jefe de la Red 7 de CPS, le pidió que trabajara en conjunto para asegurarse de que el personal de CPS pudiera acceder a las familias en el centro para ofrecerles inscribirlos en las escuelas cercanas.

“Hay una oportunidad social y emocional que ofrece la escuela. El hecho es que quiero que estas familias se queden en mi comunidad. Quiero que vivan aquí, quiero que tomen la decisión de ir a las escuelas en las que están ahora”, dijo Rodríguez.

El regidor dijo que la matriculación de los niños migrantes en las escuelas del barrio podría compensar la reciente disminución de matriculación en los últimos años y la pérdida de población en la zona en los últimos 10 años.

“Quiero dar la bienvenida a estos migrantes”, dijo. El aumento de la inscripción podría significar más recursos para cada una de las escuelas.

Rodríguez dijo que su equipo está trabajando con Caridades Católicas y otras organizaciones en el área, como New Life Community, para apoyar cualquier esfuerzo o programa que pueda ayudar a las familias del centro a encontrar un espacio más permanente para vivir en el área.

En la escuela primaria Rogers en el lado norte, unas dos docenas de niños estaban inscritos en la escuela West Ridge, dijeron fuentes al Tribune.

Victoria Rosario, quien ha sido maestra en Rogers durante 16 años, recientemente dirigió y organizó una reunión para familias migrantes, donde su esposo, Matt Ginsberg-Jaeckle, tradujo al español. La pareja vive en el barrio.

Ginsberg-Jaeckle, parte del comité organizador de 50th Ward United Working Families, dio su número de WhatsApp y prometió formar un grupo para coordinar más eventos en el futuro, incluida una reunión para que los miembros de la comunidad conozcan a los nuevos inmigrantes inscritos.

“La infraestructura de los servicios públicos es muy importante”, dijo Ginsberg-Jaeckle al Tribune. “Varias comidas calientes al día para los niños que van allí, la oportunidad de ir a la escuela de verano y el beneficio de transporte con pases Ventra. … Con suerte, eso marcará la diferencia para este grupo”.

Muchos de los padres migrantes dicen que han encontrado resiliencia a través de sus hijos y están de acuerdo en que incluso cuando termina el año escolar, es imperativo inscribir a los niños en la escuela para garantizar que puedan comenzar a aprender inglés y tener acceso a otros programas académicos de verano.

La primera vez que Wiliagmy Benítez acompañó a sus tres hijos a la Escuela Pública Manuel Pérez en el barrio de Pilsen hace apenas un mes, estaba emocionada, recordó la madre mientras estaba sentada con sus tres hijos en el refugio improvisado que el concejal Byron Sigcho-Lopez, (D-25), ayudó a establecer.

Ese único momento hizo que su viaje de un mes desde Venezuela valiera la pena, dijo.

“Me hace feliz que los maestros los traten bien”, dijo Benítez.

La mayoría de los niños en el refugio de Pilsen se han inscrito en las escuelas del vecindario, incluidas las escuelas públicas Joseph Jungman, John A. Walsh y la secundaria Benito Juárez.

Benítez dijo que aunque puede ayudar a los niños a asimilar y hacer frente al traumático viaje que han tenido y siguen soportando, le preocupa el posible acoso y otros impactos emocionales que sus hijos podrían experimentar.

Su hija de 10 años ha expresado sentirse frustrada la mayoría de los días después de la escuela, dijo.

“Le digo que esta no será nuestra situación para siempre”, dijo la madre. “Espero que los otros niños sean amables con ella”.

Y aunque Víctor Rangel está agradecido de que su Austin, de 7 años, haya comenzado la escuela en la Escuela Primaria Josefa Ortiz De Domínguez, le preocupa que no serán transferidos pronto fuera del centro de descanso.

“Gracias a dios ya entró a clase”, dijo Rangel. “Estamos agradecidos con Dios de que haya comenzado la escuela”.

En la graduación del viernes, otro migrante, Jonathan Robledo, también subió al escenario con Dávila. Los dos sonrieron mientras sus padres, todavía incrédulos, abrazaban a sus hijos.

Adames, quien tiene otros dos hijos, dijo que la educación es importante para ella y por eso se aseguró de inscribir a sus hijos en la escuela a pesar de que la familia no tiene un hogar permanente.

“Por ellos estamos aquí”, dijo Adames. Dejaron su país en busca de un futuro mejor para sus hijos.

larodriguez@chicagotribune.com

nsalzman@chicagotribune.com

Este texto fue traducido por Leticia Espinosa/TCA