El “escándalo Djokovic” y la ironía de las dos vacunas: rechazaron a quien sí las tiene

Novak Djokovic con una máscara, durante una jornada de Halloween; el gran bromista del circuito se encuentra ante una encrucijada por su posición respecto de las vacunas del Covid-19
FABRICE COFFRINI

La parte de la historia de la exención médica que recibió Novak Djokovic que se desconoce, la razón por la que se otorgó, es la que impulsa el escándalo. Ese motivo es privado, porque una de las alternativas es que se trate de una afección severa en la salud. La persona que se pone bajo análisis, tiene derecho a resguardar información si considera que forma parte de su intimidad.

Pero hay muchas cosas en el camino que no ayudan a Djokovic. Primero, que si se tratara de una dolencia severa, se supone, podría ser un inconveniente para su condición de deportista de alto rendimiento. Y sus logros en tantos años lo mostraron saludable hasta ahora. Pero la más importante de todas es su posición pública respecto de la ciencia: dijo muchas veces que descree de las vacunas en general (no sólo de la del Covid-19).

Aquí puede dejarse de lado la discusión en la que hay gente que lo apoya, porque considera que tiene derecho a elegir si quiere vacunarse o no, y los que dicen que al no hacerlo (pero al mismo tiempo exponerse en eventos masivos) puede poner en riesgo la vida de otras personas.

El punto en cuestión es que hay dos casos confirmados de tenistas que solicitaron el mismo permiso y fueron rechazados. Son dos jugadores de los que no se conocía casi nada hasta que se informó la negativa de los organizadores del Australian Open para permitirles participar. Lo curioso es que ninguno de los dos son antivacunas: una, la rusa Natalia Vikhlyantseva, cumplió con el proceso sanitario en su país, con dos dosis de Sputnik, pero el gobierno australiano no aprobó esa vacuna todavía. Otro, el indio Aman Dahiya (17 años), no pudo recibir las aplicaciones porque en su país aún no fueron incluidos en la campaña los menores de 18 años. Incluso solicitó que le permitan vacunarse en otro país antes de llegar a Australia. Se lo negaron igual.

Nueve veces se consagró Djokovic en Australia; pero su idolatría podría ponerse en duda después del escándalo por su permiso especial para jugar en 2022
Nueve veces se consagró Djokovic en Australia; pero su idolatría podría ponerse en duda después del escándalo por su permiso especial para jugar en 2022 (LUKE HEMER/)

El director del torneo, Craig Tiley, afirmó que los tres procesos: la aprobación para Djokovic y los rechazos a Vikhlyantseva y Dahiya, fueron transparentes y “a ciegas”. Asegura que los médicos que revisaron los datos no sabían los nombres de los solicitantes. También dice que hubo otras exenciones… pero la única que se comunicó fue la del número 1 del mundo. ¿Quién le cree a Tiley? Casi nadie. Pero lo único que importa ahora es que Scott Morrison, el primer ministro australiano tampoco le cree. Y exigió que, en contra de las reglas de la evaluación sanitaria, se hagan públicos los motivos de la excepción que se hizo con Djokovic . El derrotero por el que se conducen los eventos en las últimas horas pueden terminar en un escándalo icónico para la historia del deporte.

Djokovic no cree en las vacunas y casi nadie cree que Djokovic tenga un motivo valedero para no aplicárselas.

Está claro que el deporte se nutre económicamente de sus ídolos. La participación del número 1 del mundo definirá, en buena parte, si el rating televisivo del torneo será bueno o malo. Pero fundamentalmente, su presencia será también decisiva para saber si esos estadios en Melbourne estarán llenos o lucirán despoblados. Curiosamente, esa gente que pagará por ver a Djokovic está obligada a tener al menos dos vacunas. No hay alternativa de panel médico para evaluar excepciones con los espectadores. El que tiene su pase sanitario entrará. El que no lo tenga se quedará fuera.

Novak Djokovic se destacó muchas veces por sus bromas en la cancha; ahora, la situación se puso demasiado seria en Australia
Novak Djokovic se destacó muchas veces por sus bromas en la cancha; ahora, la situación se puso demasiado seria en Australia (DAVID GRAY/)

Esos pequeños detalles podrían ser los aleteos del efecto mariposa que se desate contra el serbio. Muchos ya imaginan que el público va a rechazarlo en las canchas. Claro que el deporte puede terminar tapando todo, como tantas otras veces. Alguna jugada maravillosa, una de esas defensas en las que se abre de piernas cual si fuera bailarina de ballet… Esas acciones seguirán despertando admiración. Y puede ser que los que hoy están enojados lo ovacionen otra vez. Todo puede pasar.

Djokovic irrumpió en el circuito hace más de una década y conquistó al mundo por cosas que exceden su genialidad deportiva. Su buen humor, sus recordadas bromas con las imitaciones a Rafael Nadal o a Maria Sharapova. Fue, durante mucho tiempo, un personaje desestructurado que generaba simpatía. Esos actos, indirectamente, también construyen la identidad de un gran campeón.

Si finalmente lo dejan jugar y obtiene el título, se convertirá en el más ganador de la historia, por sobre Roger Federer y Nadal, dos ídolos adorados por el gran público. El elemento peculiar es que justo el certamen en el que los datos lo ubicarían como el mejor de todos los tiempos será el mismo que puede provocar la mayor herida en su carrera. Puede acabar con el cariño que le tenían y alejarlo cada vez más de Federer y Nadal.

Djokovic, Nadal, Federer at ATP world number one 40th anniversary.
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Djokovic llegó muy alto, tal vez más que nadie. Probablemente sienta que merece ser tratado de manera especial por eso, que tiene derecho a permisos a los que otros no pueden acceder. Todavía no se dio cuenta de que esos actos, directamente, deterioran el proceso de construcción de un gran campeón .

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