Un equipo de fútbol americano de sordos deja de ser menospreciado y se apodera de California

Jugadores de los Cubs, de la Escuela para Sordos de California, el equipo estudiantil de fútbol americano de Riverside, celebran su victoria con marcador de 84 a 12 sobre los Knights de Desert Christian en Riverside, California, el viernes 12 de noviembre de 2021. (Adam Perez/The New York Times)
Jugadores de los Cubs, de la Escuela para Sordos de California, el equipo estudiantil de fútbol americano de Riverside, celebran su victoria con marcador de 84 a 12 sobre los Knights de Desert Christian en Riverside, California, el viernes 12 de noviembre de 2021. (Adam Perez/The New York Times)

RIVERSIDE, California — Por años, el programa deportivo de la Escuela para Sordos de California, Riverside, ha sufrido su buena cuota de humillaciones y acoso. En una oportunidad, el entrenador de voleibol de un equipo visitante se burló de los jugadores sordos. En otra ocasión, un entrenador en audición del equipo de baloncesto femenino escuchó a las oponentes discutir sobre lo vergonzoso que sería perder ante un equipo de chicas sordas.

Tampoco ayudó a la moral que hace poco el equipo estudiantil de fútbol americano, los Cubs, alcanzara su séptima temporada perdida de manera consecutiva, lo que dejó a la escuela con la desoladora sensación de que los equipos rivales de fútbol americano iban al campus de Riverside esperando obtener una victoria fácil.

Ya nadie menosprecia a los Cubs. Están invictos esta temporada, y son el equipo con mejor récord en su división del Sur de California. En 11 juegos no solo han derrotado a sus oponentes, sino que los han aplastado.

El viernes por la noche, en la segunda ronda de las eliminatorias, los Cubs vapulearon a los Knights de Desert Christian 84 a 12, un marcador cuya diferencia pudo haber sido mayor si los Cubs no hubieran mostrado misericordia al poner en el campo a sus jugadores de la banca durante toda la segunda mitad.

Liderados por el maestro de educación física de la escuela, Keith Adams, un hombre sordo, corpulento y efusivo, cuyos dos hijos sordos también están en el equipo, los Cubs son una escuadra rápida y contundente. Los veloces receptores superan con facilidad a los defensas, y tienen un promedio de 17 yardas por recepción. El mariscal de campo es también el corredor líder del equipo, con 22 anotaciones esta temporada. Un sistema codificado de señas de mano, entre un grupo muy unido de compañeros de equipo y entrenadores, abruma a los oponentes con su velocidad y eficiencia.

Con la victoria del viernes, los Cubs están a dos juegos de capturar el campeonato divisional por primera vez en los 68 años de historia de la escuela. Pero tanto los entrenadores como los jugadores dicen que ya se sienten como ganadores.

“A veces me cuesta creer lo bien que jugamos este año”, dijo Adams tras la victoria del viernes. “Sabía que éramos buenos, pero nunca en mis sueños pensé que dominaríamos con facilidad todos los partidos”.

Jugadores de los Cubs, de la Escuela para Sordos de California, el equipo estudiantil de fútbol americano de Riverside, durante el medio tiempo en Riverside, California, el viernes 12 de noviembre de 2021. (Adam Perez/The New York Times)
Jugadores de los Cubs, de la Escuela para Sordos de California, el equipo estudiantil de fútbol americano de Riverside, durante el medio tiempo en Riverside, California, el viernes 12 de noviembre de 2021. (Adam Perez/The New York Times)

En una zona de California que sufrió mucho durante la pandemia, con un alto nivel de desempleo y más de 5000 fallecidos, la excelencia de los Cubs ha alegrado el espíritu de la escuela y la comunidad aledaña.

Para el cuerpo técnico, el éxito del equipo socavó el tradicional estereotipo de que la sordera es un obstáculo a superar en el fútbol americano.

Adams, quien entrenó al equipo durante dos temporadas a partir de 2005 y que comenzó su segundo período al mando hace cuatro años, atribuye el cambio a un acondicionamiento riguroso y a una cohorte de jugadores en particular talentosos, algunos de los cuales han jugado juntos durante años en niveles inferiores.

Adams también tiene la filosofía de que lo que podría considerarse una carencia puede en realidad ser una ventaja.

Muchos equipos intentan utilizar señas con las manos para planificar las jugadas en el campo, pero no son rivales para los Cubs, quienes se comunican con una ráfaga de señales entre cada jugada. Los jugadores no pierden tiempo corriendo hacia las líneas laterales para recibir indicaciones del cuerpo técnico. No hay necesidad de reunirse.

Los entrenadores también afirman que los jugadores sordos tienen sentidos visuales elevados que los hacen estar más alertas al movimiento. Y debido a que son tan visuales, los jugadores sordos tienen un sentido más agudo de dónde están posicionados sus oponentes en el campo.

Tras ser derrotado el viernes, el entrenador de los Knights de Desert Christian, Aaron Williams, dijo que tenía una advertencia para los futuros oponentes de la Escuela para Sordos de California, Riverside.

“Les diría que tengan cuidado en pensar que tienen una ventaja”, dijo. “Los Cubs se comunican mejor que cualquier equipo al que me haya enfrentado como entrenador”.

Para los jugadores, los padres y el personal, el éxito del equipo de fútbol americano ha sido más que un triunfo deportivo. Muchos los describen como una señal de que los niños sordos puedan estar en su mejor momento cuando están juntos en un entorno por completo sordo.

Delia Gonzales, madre de Felix, estudiante de décimo primer grado y uno de los receptores abiertos del equipo, se mostró radiante en la banca el viernes cuando su hijo logró dos anotaciones.

Gonzales relató como Felix le había suplicado que lo dejara jugar fútbol americano a los 10 años, pero luego cayó en la angustia cuando se vio rodeado de jugadores con audición a quienes no podía entender.

“El entrenador no sabía hacer otra cosa sino hablarle”, dijo Gonzales. “Felix llegaba a casa llorando”.

Muchos jugadores y miembros del personal utilizan la palabra soledad para describir cómo se sintieron en entornos convencionales, rodeados de personas, pero aislados. Los profesores y padres cuentan cómo los estudiantes prosperaron en un entorno del todo sordo.

“Sin duda alguna, esto ha cambiado su vida”, dijo Gonzales sobre su hijo. “Ahora es una de las estrellas”.

Con solo 168 estudiantes en el bachillerato —la institución abarca desde preescolar hasta décimo segundo grado—, los Cubs juegan en una liga de ocho jugadores diseñada para escuelas más pequeñas, por lo general instituciones privadas o aquellas ubicadas en zonas rurales. Entre otras escuelas con equipos de ochos jugadores se encuentran las prestigiosas escuelas Cate y Thacher del sur de California. Solo hay otro bachillerato para sordos en el estado, y no juega en la misma división.

Con su racha de victorias, los Cubs están comenzando a hacerse notar. Los jugadores y entrenadores participaron en ceremonias previas al partido del domingo entre los Chargers de Los Ángeles y los Vikings de Minnesota y fueron presentados en la pantalla gigante de un estadio repleto que los vitoreó.

Trevin Adams, el mariscal de campo con larga cabellera castaña de los Cubs, dijo que jugar con compañeros de equipo sordos es liberador y ha alimentado la química ganadora del equipo.

“Podemos expresarnos por completo”, dijo Trevin, un estudiante de décimo primer grado que es hijo de Keith Adams. “Podemos ser líderes, podemos ser asertivos”.

Cuando era más joven, Trevin jugó en una liga de personas con audición.

“Sentí que tan solo era un equipo”, dijo.

“Esto se siente más como una hermandad”.

© 2021 The New York Times Company