Enzo Fernández en la Champions League: desahogo, clasificación y camiseta para un nene, en su primera noche de emociones fuertes

Enzo Fernández le regala su camiseta a un niño luego de la clasificación de Chelsea a los cuartos de final
Enzo Fernández le regala su camiseta a un niño luego de la clasificación de Chelsea a los cuartos de final - Créditos: @Richard Sellers

Chelsea va a los tumbos en la Premier League, en la que está décimo, pero se metió entre los ocho mejores de la Champions League al clasificarse a los cuartos de final. La victoria por 2-0 sobre Borussia Dortmund fue una válvula de escape, un tubo de oxígeno para la delicada actualidad del club londinense. Y también la primera gran alegría para Enzo Fernández en los siete encuentros que lleva en Chelsea.

En esta breve estancia, el argentino ya conoció de primera mano las angustias de su nuevo club, que en este año solo había ganado dos de doce encuentros, con apenas cuatro goles a favor. Eliminado de las copas FA y de la Liga (Carabao) por Manchester City. Con un entrenador, Graham Potter, que admitió haber recibido amenazas de muerte por correo electrónico. Anoche quedó más aliviado el DT: “La sensación en el vestuario es fantástica. Nos preparamos para tener unas buenas semanas. Era un partido muy importante, con un ambiente especial. Stamford Bridge vibró”.

El triunfo cotiza altísimo porque Chelsea tampoco era el favorito de la serie. Borussia Dortmund había ganado 1-0 en la ida, es uno de los punteros en la Bundesliga y llegaba a Stamford Bridge con 10 victorias consecutivas por competencias oficiales.

Lo más destacado del partido

Enzo integró el doble pivote central con Mateo Kovacic, uno de los mejores del partido. El argentino cumplió con su habitual despliegue, vigiló de cerca al elegante Jude Bellingham, pero no fue influyente en campo rival. Fue el jugador con más recuperaciones de pelota (10). Más abocado a cerrar líneas de pase rivales y cubrir espacios en campo propio, a los 31 minutos del segundo tiempo fue amonestado por frenar con un foul a Raphael Guerreiro.

Cinco minutos antes del final, fue reemplazado por Denis Zakaria. Se entreveró con el árbitro y algún rival porque pretendió salir por el centro del campo, cuando por su posición en ese momento debía hacerlo por el lateral del otro lado. La idea era consumir algunos segundos más para llegar al final con la diferencia de dos goles.

La euforia de Enzo Fernández en el festejo del gol de Sterling
La euforia de Enzo Fernández en el festejo del gol de Sterling - Créditos: @Darren Walsh

De haber seguido en Benfica, al que ayudó a superar la pre-Champions y ser primero en la etapa de grupos, habría conseguido una clasificación a los cuartos más holgada, con el global del 7-1 del equipo portugués sobre Brujas. Muy especial sería para Enzo si el sorteo determina un Chelsea-Benfica.

Un fuerte aplauso acompañó su salida tras ser sustituido. Los hinchas le reconocen su entrega y compromiso. “Muy feliz por el reconocimiento de la gente, cómo corea mi nombre. Era algo inimaginable porque llegué hace poco. Estoy súper agradecido. Esta victoria es muy importante para la confianza del grupo”, expresó Enzo a la salida del vestuario.

Tras el final volvió a entrar al campo para festejar como hasta ahora no había tenido oportunidad. Se abrazó fuerte con Kai Havertz, el alemán que ejecutó el penal del 2-0 (hubo repetición por invasión de zona de Borussia en el primer remate, que había dado en un poste). Havertz, autor del gol del título de la Champions 2021 ante Manchester City, volvía a protagonizar otro momento trascendente.

Raheem Sterling, a los 43 minutos de la primera etapa, había puesto en ventaja a un Chelsea que jugó con la presión de saber que una eliminación hubiese significado el prematuro final de la temporada y la agudización de una crisis que todavía está ahí, con los cuidados paliativos que permiten este triunfo.

Enzo Fernández lucha por la pelota con Marco Reus
Enzo Fernández lucha por la pelota con Marco Reus - Créditos: @Alastair Grant

A cualquier contratación, y más cuando llega desde el fútbol de otro país, es lógico concederle un período de adaptación, abrir un margen de tiempo antes de emitir juicios apresurados o definitivos. Esta regla elemental se relativiza cuando se contrata a un jugador por el precio de una estrella. En su compulsión compradora para reencauzar su mala temporada, Chelsea pagó a fines de enero 121 millones de euros por Enzo Fernández. La mayor erogación en la historia del fútbol inglés, dentro de un mercado invernal europeo en el que el club londinense abrió el grifo por un total de más de 300 millones para traer además a Mijailo Mudryk, Benoit Badiashile, Noni Madueke y João Félix.

Las expectativas sobre Enzo se dispararon, su cotización es la de un salvador, la de una individualidad que debería modificar el paisaje de un equipo que arrastra malos resultados, desconfianza, flojos rendimientos y un director técnico que pasó a quedar en la cornisa. Aun siendo un gran centrocampista, la demanda para Fernández de múltiples soluciones es excesiva. La ansiedad de Chelsea por reforzarse lo llevó a pagar un sobreprecio por el volante surgido en River.

Joao Félix trata de mantener el equilibrio, seguido por Emre Can
Joao Félix trata de mantener el equilibrio, seguido por Emre Can - Créditos: @Alastair Grant

“Siento muchas diferencias [con respecto al fútbol portugués], pero el equipo me está ayudando mucho y el cuerpo técnico me da la confianza suficiente para sacar lo mejor de mí. Me va a llevar a un poco de tiempo, todavía me estoy acostumbrando a todo, al club, al fútbol, la ciudad”, dijo sobre su adaptación.

Más allá del momento convulso que atraviesa Chelsea, a Enzo lo acompaña una mentalidad fuerte y una actitud positiva. Como lo definió Dibu Martínez tras haber convivido durante 45 días en el seleccionado, Enzo “es un caradura. Jugó un amistoso y entró al Mundial como si hubiera jugado 350 partidos”.

Esa personalidad desinhibida y de confianza en sus condiciones le permitió surfear con buen suceso los siete partidos que lleva disputados en Chelsea. De ese puñado de cotejos, ninguno fue más importante y significativo que el triunfo de este miércoles. La camiseta del partido no le quedará de recuerdo ni la intercambió con un rival: se la dio a un chico que había entrado a la cancha y se la pidió entre lágrimas. “Fue un momento muy lindo. Vino el nene y me abrazó para pedirme la camiseta. Se la di porque los chicos tienen algo especial, que me llega al corazón”, expresó, ya cambiado y abrigado, con un gorro, a un costado del campo. Había sido una noche de emociones fuertes.