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Un encuentro lleno de gestos amables y la pregunta que Alberto Fernández no se animó a hacerle a Vladimir Putin

Alberto Fernández y Vladimir Putin, en el Kremlin
Presidencia de la Nación

MOSCÚ.- Se miraron a los ojos y estuvieron juntos tres horas, mucho más tiempo que lo esperado. Y empatizaron, algo que abrió la posibilidad de ampliar profundizar y fortalecer -a partir del vínculo emotivo que creó la vacuna Sputnik V- la relación bilateral con Rusia, una vieja potencia seis veces más grande que la Argentina, que sigue teniendo un rol clave en el tablero internacional.

Es un resumen de cómo fue la intimidad del largo encuentro cara a cara que mantuvieron hoy Alberto Fernández y su par ruso, Vladimir Putin, según la versión que dio el mandatario argentino al cabo de una jornada seguramente intensa y antes de partir con rumbo a Pekín, segunda escala de su gira.

Alberto Fernández, al partir hacia Pekín
Esteban Collazo


Alberto Fernández, al partir hacia Pekín (Esteban Collazo/)

Muy relajado y contento de haber podido conocer personalmente a Putin, con quien hasta ahora había tenido sólo encuentros virtuales, Fernández detalló en diálogo con LA NACION y Télam los pormenores de su primer encuentro con un líder que cumple su cuarto mandato en el poder y es considerado el “zar ruso del siglo XXI”.

Al margen de quedar fascinado con la enormidad de los salones llenos de decoraciones doradas, columnas dóricas y techos altísimos del Palacio del Kremlin, el presidente quedó encantado con Putin. Y muy satisfecho de una audiencia que superó las expectativas y que para la Argentina podría significar nuevas inversiones rusas y una renovada cooperación estratégica. Pero en la que no se tocó el tema de la posibilidad de un financiamiento a partir de Derechos Especiales de Giro (DEG) por parte de Rusia. Sí se habló del principio de entendimiento logrado con el Fondo Monetario Internacional (FMI). “Me dijo que era muy importante el acuerdo para seguir avanzando en todas estas cosas. Él tiene una opinión muy parecida a la mía sobre el Fondo. Me pareció un tipo sobre todo muy pragmático”, afirmó el Presidente.

“Hablamos de muchos temas comerciales, de posible transferencia tecnológica satelital, en temas de energía, la posibilidad de un tren de Vaca Muerta a Bahía Blanca, la puesta a punta de una fábrica en la Argentina de KMAS, la compañía que vende los camiones más grandes del mundo, posibles centrales nucleares para uso pacífico. Me habló de centrales flotantes en el Mar del Norte y mucho más”, reveló Fernández, muy entusiasmado pese al cansancio, resultado de un jetlag que le impidió dormir en su única noche en Moscú.

“La reunión fue buenísima”, aseguró, más de una vez el primer mandatario, hablando de su experiencia en el Kremlin sentado en un sillón de la suite del canciller, Santiago Cafiero.

En cinco partes

El cara a cara, al que sólo asistieron los intérpretes, tuvo cinco etapas. La primera fue cuando, al principio, se saludaron y se dijeron unas palabras que fueron retransmitidas en directo. Entonces Fernández pronunció una frase que hizo ruido. Justo a menos de una semana del anuncio de un difícil preacuerdo con el FMI, aseguró que estaba “empecinado” en que la Argentina dejara de tener esa dependencia “tan grande que tiene con el Fondo y con Estados Unidos”. Y agregó que el país tenía que abrirse “camino a otros lados y me parece que Rusia tiene un lugar muy importante”.

Putin guía a Alberto Fernández por los pasillos del Palacio del Kremlin
Esteban Collazo


Putin guía a Alberto Fernández por los pasillos del Palacio del Kremlin (Esteban Collazo/)

Preguntado por LA NACION por esa frase “bomba” Fernández, muy sereno, explicó que tenía que ver con la lógica de una política exterior basada en el multilateralismo y de abrir otros puentes, otras puertas. “Tenemos realmente una dependencia con el Fondo, tenemos 44.000 millones de dólares con uno solo... La dependencia es muy grande... Y la influencia de Estados Unidos en el Fondo es evidente. Pero está planteado dentro de la lógica de abrir otras puertas que promueve el multilateralismo”, explicó. “Nosotros no queremos ser satélites de nadie, queremos movernos con autonomía e independencia”, sumó, al destacar la necesidad de “desideologizar las relaciones exteriores”. Ese fue otro tema del que habló con su par ruso, según ahondó. En ese marco, reveló que cuando le contó a Putin que en el país en un momento algunos sectores y medios opositores tildaban a la Sputnik V como una vacuna comunista, “él se reía”.

La segunda etapa fue en otro salón en el cual, sentados ambos alrededor de una mesita, conversaron una hora de diversos temas bilaterales y de coyuntura internacional. Entonces, tal como había adelantado LA NACION, Fernández confirmó que le planteó a Putin la aspiración de que el grupo de los BRICS, países de grandes economías emergentes que Rusia integra con Brasil, India, China y Sudáfrica, sume a la Argentina. “Putin me dijo que lo va a hablar cuando próximamente verá a Bolsonaro y a Xi Jinping”, aseguró.

La tercera etapa, en la que siguieron las conversaciones, fue el almuerzo en sí, que tuvo lugar en otro salón más. Entonces no hubo vodka, sino vino ruso -”pero muy poquito”-, que acompañó platos que incluyeron primero salmón, luego algo dulce que le extrañó un poco al Presidente, luego pescado con arroz y de nuevo algo dulce y finalmente un postre de chocolate.

La cuarta etapa fue la más personal y reflejó que hubo realmente sintonía entre los dos mandatarios, fruto del gran cariño que en Rusia -donde aman al tango y a Natalia Oreiro-, le tienen a la Argentina.

Putin, en efecto, lo llevó a visitar el despacho y demás oficinas donde trabaja. En ese momento, le mostró las fotos de sus padres y le contó un poco su sufrida historia personal. “El padre era submarinista y quedó herido en la batalla de Stalingrado y a la madre la dieron por muerta... Durante el sitio de Stalingrado cada uno recibía 150 gramos de pan por día”, contó el Presidente.

La quinta y última etapa fue cuando los dos líderes volvieron a aparecer, esta vez en forma presencial, ante pocos medios acreditados en el Kremlin, en el impactante Salón de Catalina del Kremlin. Fue el momento final, cuando hicieron una breve declaración, como estaba previsto. Marcado por una gigantesca cúpula de estilo del Renacimiento, de colores celestes y dorados y un piso de impresionante parquet de madera con diversos diseños, todo proyectado por arquitectos italianos del siglo XVIII, se mostró de nuevo afectuoso. Como hizo durante el encuentro, mostró públicamente un reconocimiento a Fernández, que siempre defendió la calidad de la Sputnik V e incluso reclamó que la Unión Europea la reconociera oficialmente.

Ucrania

Tanques rusos y bielorrusos conducen durante ejercicios militares conjuntos en el campo de tiro de Brestsky, Bielorrusia
Tanques rusos y bielorrusos conducen durante ejercicios militares conjuntos en el campo de tiro de Brestsky, Bielorrusia


Tanques rusos y bielorrusos conducen durante ejercicios militares conjuntos en el campo de tiro de Brestsky, Bielorrusia

Durante las tres horas, en la que, por supuesto también se habló de la coyuntura internacional y otros temas que iban por fuera del vínculo bilateral, Fernández no se animó a hacerle a Putin la pregunta del millón. Es decir, si finalmente Rusia va a invadir Ucrania, cuestión que mantiene en vilo al mundo y a los mercados desde hace semanas. “Noooo... Sobre ese tema sólo me limité a decir que la Argentina aboga por la resolución pacífica y diplomática de cualquier conflicto y coincidimos en que los dos países respetamos el principio de no intervención en otros países, como dijimos en la declaración final”, precisó Fernández.

La frutilla del postre de la visita relámpago a Moscú, ciudad gélida, pero más fascinante que nunca con nieve, fue que al final del tete a tete Putin le regaló al Presidente y a su comitiva -que logró entrar al Palacio, pero que se quedó esperando en un salón y no llegó ni a verlo de lejos a Putin- que pudiera visitar el famoso y monumental Mausoleo de Lenin de la emblemática Plaza Roja. Entonces, en la sala semiiluminada que exhibe detrás de un vidrio el cuerpo impresionantemente intacto e incorrupto del revolucionario, teórico político, filósofo y líder comunista ruso, que allí descansa desde 1930, una voz de la comitiva recordó, con emoción, que “también a Evita quisieron embalsamarla”.