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Emanuel Lucenti, el judoca argentino eliminado en 24 segundos de Tokio 2020

Bulgaria's Ivaylo Ivanov (white) and Argentina's Emmanuel Lucenti compete in the judo men's -81kg elimination round bout during the Tokyo 2020 Olympic Games at the Nippon Budokan in Tokyo on July 27, 2021. (Photo by Jack GUEZ / AFP) (Photo by JACK GUEZ/AFP via Getty Images)
Bulgaria's Ivaylo Ivanov (white) and Argentina's Emmanuel Lucenti compete in the judo men's -81kg elimination round bout during the Tokyo 2020 Olympic Games at the Nippon Budokan in Tokyo on July 27, 2021. (Photo by Jack GUEZ / AFP) (Photo by JACK GUEZ/AFP via Getty Images)

TOKIO.- No dio tiempo siquiera para acomodarse en la silla. Cuando el Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Enard) haga su balance final de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, remarcará con un círculo rojo al judoca Emmanuel Lucenti. Su paso por la competencia de judo duró apenas 24 segundos, tras perder por ippon ante el búlgaro Ivaylo Ivanov. No solo se vio sorprendido por una toma que jamás vio venir, sino que sus explicaciones sobre su derrota navegaron entre las excusas y los reclamos. A veces, declarar en caliente no es un buen consejo y el tucumano cayó en la trampa.

“No entiendo nada, no entiendo nada. Pero bueno, qué sé yo. Hubiese preferido haberme fundido y que se me saliera el corazón, antes de perder así. Era lo que menos tenía en mis planes. La verdad que no lo vi. No pensé que me iba a atacar tan rápido, esperaba otra cosa. No me da tiempo ni para hacer un análisis, me deja desconcertado y muy bajoneado”, fueron sus primeras declaraciones a TyC Sports, un momento después de haber volado por el aire y caer pesadamente sobre el tatami tras la impetuosa maniobra del búlgaro.

Lucenti llegaba a sus cuartos Juegos Olímpicos con mucha experiencia acumulada, pero también con algunos problemas físicos y opiniones contra la dirigencia deportiva argentina. Sus antecedentes olímpicos indicaban un 21° puesto en Pekín 2008, un diploma olímpico en Londres 2012 tras su 7° lugar y un 9º lugar en Río 2016. A sus 35 años, “Emma” es un clásico del judo argentino junto con Paula Pareto, pero las palabras del judoca (categoría -81 kg) entraron pronto en contradicciones, seguramente producto de la turbación de la derrota.

“No le echo la culpa a nadie pero aprovéchenme un poquito más. Qué hubiese pasado si habría tenido un poquito de apoyo, un campo de entrenamiento... Lamentablemente no pude ir a Croacia hace un mes porque falleció la mujer de mi papá; fue una decisión que tomé, pero no se arreglaba con un campo de entrenamiento”. Traducido: en un contexto difícil por los problemas que generó la pandemia, no usufructuó el único entrenamiento que pudo haber tenido a otro nivel, internacional, porque priorizó una cuestión personal. Tenía una sola bala en el cartucho y no la utilizó.

Lucenti continuó lamentándose de una preparación que, según él, fue deficiente. “Es muy difícil venir a unos Juegos Olímpicos entrenándome en Tucumán y Santiago del Estero. O sea: amo a mis compañeros, son mis hermanos, pero yo necesito estar en el tour, en el circuito, y no como estuve”. Y además, dejó expuesto su desconcierto sobre el planteo estratégico del enfrentamiento ante Ivanov: “Jamás había perdido así, tan rápido. Había imaginado otro tipo de lucha, algo diferente, ante un tipo que espera. Vaya a saber qué análisis habrá hecho él de mí y por qué metió tan a fondo el lance”.

El búlgaro Ivaylo Ivanov (blanco) y el argentino Emmanuel Lucenti compiten en la ronda eliminatoria masculina de judo de -81 kg durante los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 en el Nippon Budokan en Tokio el 27 de julio de 2021 (JACK GUEZ/)

El Enard no solo evalúa los rendimientos deportivos, sino la forma de manejarse y de declarar de cada uno de sus atletas. Sucede en cualquier organización de este estilo: varios factores son los que se ponen sobre la mesa a la hora de distribuir apoyos económicos. Esta vez, el Ente habrá tomado nota de una declaración de Lucenti que le habrá hecho ruido particularmente, sobre todo por el momento en que la disparó, en plena frustración: “Creo que soy una figura calificada en el deporte argentino. No soy yo para echarme los laureles, pero lo he demostrado más allá de lo de hoy. Y estaría bueno que me aprovechen. El apoyo está, porque han mandado a miles y miles de lados a otras personas. Me gustaría que me respeten más como persona y como deportista, porque le ha dado mucho. He luchado con las costillas rotas...”.

Hace unos días, en una nota con LA NACION, había dejado en evidencia su disconformidad con toda la estructura deportiva de la Argentina, después de una lesión lumbar que le alteró su preparación: “Perdí todos los apoyos, solo la provincia de Tucumán continuó de manera fiel. Ni el Enard, ni el Comité Olímpico ni la Secretaría de Deportes me dieron nada cuando me lesioné”. Mencionó que se quedó sin becas y recordó sus dolores en la espalda, con la cuenta regresiva a Tokio: “Me tocó vender todo y tuve la suerte que mi familia y la de mi esposa me prestaron el dinero para poder seguir. No sé si habrá otro argentino que haya hecho su clasificación sin apoyo de nadie, salvo mi provincia, mis sponsors y de gente querida”.

Esta vez, luego de perder en el Budokán de Tokio, allí donde retumba el gong antes de cada lucha, recordó sus padecimientos: “No quiero que los chicos de abajo pasen lo mismo que yo, que tengan que vender su auto o dormir en un aeropuerto. Quiero ser ejemplo, pero para que se cambien las cosas. Y también quiero pedirle disculpas a todo el judo argentino, no me gusta perder. Estoy supercaliente. ¿Mi futuro? Pensar desde qué lado puedo ser más útil. Y ver qué dice mi corazón y mi cabeza”.

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