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EEUU y la diferencia con México: ya olvidaron la victorias del pasado y se fijan en el presente

Estados Unidos no pierde con México desde septiembre de 2019. (Hector Vivas/Getty Images)
Estados Unidos no pierde con México desde septiembre de 2019. (Hector Vivas/Getty Images)

Estados Unidos venció a México en tres partidos al hilo de 2021. Todos en competencias diferentes: Liga de las Naciones, Copa Oro y Eliminatorias rumbo al Mundial de Qatar 2022. La mala racha dejó un trauma en el equipo nacional que no se ha superado hasta el día de hoy y que, en su momento, ameritó que se discutiera la continuidad del entonces entrenador del Tri, Gerardo Tata Martino. La supremacía de la Concacaf encontró a su jerarca actual, Estados Unidos, gracias a aquellos enfrentamientos que hirieron el orgullo del futbol mexicano.

Pero del otro lado de la vereda el sentimiento no podría ser más diferente. Así lo constató Anthony Hudson, nuevo entrenador del US Team, que en conferencia de prensa restó valor a lo que sucedió en esos enfrentamientos. “Contra México es el partido más grande en el mundo como rivales, pero en los dos últimos años, cuando ganamos contra México, hoy ya no importa, ya está en el pasado y ahora estamos buscando victorias, queremos continuar el crecimiento (de la Selección)”, dijo el estratega.

Ese pensamiento refleja que lo más importante para el vecino es el presente. Mientras el Tri se da golpes de pecho por aquellos partidos, Estados Unidos piensa en cómo hacer para reverdecer esos frutos conseguidos en el pasado. Lo más fácil, y sobre todo pensando en que Hudson es un entrenador recién llegado, sería sacar el pecho por aquellos triunfos y meterle presión a México desde ya, y no por el amistoso de esta noche, sino como una herramienta de largo plazo con el Mundial de 2026 en la mira.

El problema para México es que, en cada enfrentamiento contra Estados Unidos, se buscan conclusiones absolutas y eternas. Por ejemplo, en 2019, México le ganó dos partidos a su rival en espacio de tres meses: la Final de la Copa Oro (1-0) y un amistoso (3-0). En ese momento, el clima de festividad reinó en el entorno mexicano: cómo era posible que alguien osara poner en tela de juicio el dominio de los aztecas en el futbol de la Concacaf.

Y no se tomó en cuenta que Estados Unidos, pese a perder, tenía ya bajo la manga un proyecto sólido con jugadores jóvenes que serían enviados a Europa por montones. Quizá habían perdido una final y un amistoso por goleada, pero de todas formas tenían las piedras puestas para construir algo mucho más grande, de lo que hoy pueden ver algunos de sus resultados: haberle ganado tres veces en cinco meses a México en 2021, y una base de jugadores que milita en el futbol de Europa. Y no se durmieron en los laurales como para pensar que ya habían hecho toda la tarea completa.

Como tampoco lo hicieron en 2002, cuando fueron artífices de la derrota más dolorosa para México en Copas del Mundo. Muchos decían que ya eran el nuevo mandamás de la zona, y con razón, pero no lo creyeron, pues para nada relajaron y, por el contrario, se esforzaron en conseguir nuevos triunfos —y en fue en esa época que nació la costumbre del "dos a cero", una paternidad que México apenas pudo sacarse en 2016—. Visto en retrospectiva, ni las derrotas ni las victorias han minado la capacidad de Estados Unidos de trabajar de manera constante y buscar una mejoría progresiva. Y México se comporta de manera diametralmente opuesta.

Las victorias ciegan y pretenden devolver a la época en que nadie le podía hablar de tú al Tri en la región. Y cada derrota es interpretada con pesimismo total, como si nadie creyera que fuera posible perder con Estados Unidos en futbol —algo que es normal, sí, normal en toda regla—. Hay que ir aceptando la realidad tal cual es: el dominio de la Concacaf habrá de ser compartido periódicamente. Y ya no sólo con el US Team, también con Canadá, que por algo fue el líder de la última eliminatoria y, lo mejor de todo para ellos, con un futbol sensacional. Quizá México no quería que la Concacaf mejorara porque, en el fondo, se sentía cómodo reinando en la mediocridad. Ahora que dos equipos reclaman el trono, se asustan y eligen vivir entre el fatalismo absoluto y el triunfalismo resultadista.

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