Por qué es tan fácil y tan difícil ser como Dua Lipa con Qatar 2022

KIEV, UKRAINE - MAY 26:  Dua Lipa performs prior to the UEFA Champions League Final between Real Madrid and Liverpool at NSC Olimpiyskiy Stadium on May 26, 2018 in Kiev, Ukraine.  (Photo by Michael Regan/Getty Images)
Dua Lipa, durante su actuación en la final de la Champions League 2018 entre Liverpool y Real Madrid (Photo by Michael Regan/Getty Images)

Dua Lipa no es solo una de las grandes artistas de los últimos años sino que es un icono de la comunidad LGTBI en todo el mundo. Es fácil entender que no quiera saber nada sobre Qatar ni sobre su Mundial de fútbol. Ahora bien, juzgar su gesto por una cuestión meramente mercantilista sería muy injusto y muy peligroso. Sería, básicamente, colocar el respeto a los derechos humanos como una cuestión de interés económico: si me interesa defenderlos, lo hago; si no me interesa, no lo hago.

De hecho, Dua Lipa podría haberse quedado callada ante los rumores que la colocaban como una de las artistas que iban a participar en la inauguración del campeonato del mundo. No, quiso dejar claro que con ella no iban a poder contar. Que ni siquiera se lo había planteado. Que, como ella misma dice: "Apoyaré a Inglaterra desde la distancia y estaré encantada de ir a Qatar cuando cumplan todas las promesas de respeto a los derechos humanos que hicieron cuando se les otorgó la organización del Mundial".

Es un palo gigantesco, que deja claro todo lo que ha ido mal con la elección de esta copa del mundo. No solo el hecho de que se juegue en un país detestable -en 2018, se jugó en Rusia y lo inauguró Vladimir Putin-, sino en un país que no cumple con sus propios compromisos, que tiene "embajadores" por ahí llamando enfermos mentales a los homosexuales, que oculta las cifras de accidentes laborales en la construcción de sus estadios y que trata a los trabajadores extranjeros como si fueran esclavos.

Cuando sale alguien como Dua Lipa a dar un puñetazo sobre la mesa, todos nos ponemos contentos y todos nos sentimos mejor. Como cuando leemos que Rod Stewart ha rechazado un millón de dólares por actuar. Como cuando oímos a Ibai Llanos decir que "no le sale de los cojones" ir a Qatar con la selección española. Nos parece que cedemos menos en nuestros valores y que queda la esperanza de hacer las cosas según uno las siente y no solo según uno las cobre. El mundo es más bonito, en definitiva, cuando quien puede negarse a hacer algo detestable, se niega.

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Ahora bien, el problema somos los demás. El Mundial va a seguir adelante con Dua Lipa o sin Dua Lipa. De hecho, el Mundial seguiría adelante con Shakira o sin Shakira, también. Como si sale el emir a cantarnos sus grandes éxitos. La condición de éxito del Mundial depende de que llegue a las masas, es decir, que el fútbol sea razonablemente atractivo, que los medios de comunicación hablen sobre la competición como si no pasara nada y que los aficionados lo vean en bares y hogares como si aquello se disputara en la Suecia de Olof Palme.

Y me temo que todo eso va a pasar. No me lo temo, es que lo sé. Sé que todo el mundo va a ver los partidos porque es natural que así sea. Porque no se puede exigir heroísmo al ciudadano de a pie como no se puede exigir ni siquiera a Dua Lipa, que, como ella misma ha dicho, no tendrá problema en ver en la tele a Inglaterra. Estoy convencido, también, de que Ibai no pondrá pegas para ver o incluso comentar desde su casa lo que vaya pasando en Qatar.

En medio, quedamos los curritos. Los que de alguna manera vivimos de un evento deportivo de este tipo. Futbolistas y medios de comunicación. Según Klopp, ya lo comentamos, todo esto en realidad es cosa nuestra tan solo, que deberíamos haber denunciado algo que se supone que no estamos denunciando. Los jugadores irán, callarán, no se meterán en líos y al final alguien levantará una copa que quedará para siempre en su palmarés sin que nadie ponga al lado un asterisco. No se puso ni en Argentina 78, con los presos políticos volando por los aires...

Por nuestra parte, los medios cubriremos el Mundial, sí. Con un cierto sentido de culpabilidad, con la conciencia de estar siendo hipócritas, pero lo haremos. A eso me refería antes con lo de que hay cosas que parecen muy fáciles -rechazar todo el dinero del mundo por darle publicidad a un régimen abyecto- y otras que parecen muy difíciles -negarte a mencionar siquiera el gran evento deportivo del año cuando tu trabajo es analizar eventos deportivos- aunque, en el fondo, le supongan la misma publicidad al mismo régimen. Por lo menos, como ha hecho la selección de EEUU pintando con el arco iris sus instalaciones, nos queda el derecho al pataleo. No es gran cosa, pero es algo. Y tal vez muchos "algos" acaben siendo significativos.

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