Diego Simonet, en Tokio 2020: la estrella de Los Gladiadores que creó un juego en honor a Manuel Belgrano

El defensa central argentino Diego Simonet (izq.) Es cerrado por el pivote de Qatar Hassan Mabrouk (der.) Durante el partido del Campeonato Mundial Masculino de Balonmano 2021 entre los equipos del Grupo II Argentina y Qatar en el estadio de deportes de El Cairo en la capital egipcia el 25 de enero
Mohamed Abd El Ghany, pool vía AP

TOKIO.- Diego Simonet ya vive sus segundos Juegos Olímpicos... y medio. La estrella de la selección argentina de handball se deslumbró con el olimpismo en Londres 2012, estuvo junto con sus compañeros -pero lesionado y fuera del plantel- en Río 2016 y ahora se apresta a participar en Tokio 2020, una cita que ya lo encuentra maduro a los 31 años, aunque con la frescura y juego endemoniado latentes. Además, aterrizó en Oriente con el enorme incentivo de compartir equipo con sus hermanos Sebastián (35) y Pablo (29). La tercera es la vencida: los tres juntos por una misma ambición, la que persigue el conjunto dirigido por el español Manolo Cadenas.

El calendario argentino de los Juegos Olímpicos de Tokio

“Queremos dar la mejor imagen posible. Conseguir ese diploma es muy ambicioso, pero es lo que soñamos. La idea es irnos de Tokio sabiendo que dejamos todo, sin guardarnos nada”, suspira el astro del Montepellier. “Será raro participar sin mis viejos en las tribunas, porque estuvieron siempre y hasta dejaron los pasajes abiertos hasta último momento, aun sabiendo que estaría prohibida la asistencia de espectadores extranjeros”. Y con esta última idea, el Chino confirma lo que se dice entre los Simonet: es el más familiero de los tres.

-¿Realmente ves factible un diploma olímpico en Tokio 2020?

-Se lo explico a la gente que quizás no está al tanto y para que lo entienda: los Juegos Panamericanos son a nuestra selección lo que los Juegos Olímpicos son para los europeos. Lógicamente queremos el diploma, pero sabemos lo difícil que es. Se trata de un deporte recontra europeo, superprofesional, y en nuestro país es totalmente amateur. Sucede que nos tocó el grupo más difícil que vi en la historia: Noruega, Alemania, España, Brasil y Francia, todas selecciones que fueron campeonas en los últimos tiempos.

-¿A qué puede aspirar Argentina en esa zona?

-Los brasileños son los más “accesibles”, pero estamos en igualdad de condiciones. Es el partido que debemos ganar y lo mismo buscan ellos. Se clasifican cuatro, así que debemos superar a Brasil sí o sí y lograr un triunfo en otro de los partidos. Si queremos estar ahí tenemos que dar ese paso. Es un escenario más difícil respecto de los dos anteriores Juegos Olímpicos. Pero en nuestro equipo hay nivel y estamos en condiciones de dar una sorpresa. Los rivales saben que contra nosotros no se pueden regalar; ya en el Mundial demostramos que podemos jugar muy bien.

-En el último Mundial se repitió una derrota ante Qatar, un rival traumático que les impidió avanzar a la siguiente etapa del torneo...

-No creo que sea un trauma lo de Qatar, sino que ellos tienen a un gran entrenador. Si defensivamente jugás bien, le podés encontrar la vuelta. En ese partido pasó que en los últimos 10 minutos no pudimos defenderlos, nos superaron tácticamente y nos dejamos llevar por las ganas, porque sabíamos que el empate también era nuestro. Nos terminaron pasando factura en los minutos finales y son aspectos del juego que tenemos que mejorar. Contamos con muchos jugadores de nivel, pero nos falta afianzarnos y demostrar la serenidad y experiencia para ganar esos encuentros.

-¿Y cuál fue el aprendizaje principal de ese Mundial?

-Aceptar que tenemos nivel para estar ahí. Nos sorprendió la posibilidad concreta de clasificarnos a los cuartos de final y ahora ya sabemos que tenemos jerarquía, nivel y muy buena defensa. Ahora, en estos Juegos se trata de confirmarlo y tener esa tranquilidad en los momentos claves. El punto débil hoy en nuestro equipo es el ataque, ahí hay que mejorar mucho.

-Si bien viviste desde adentro Río 2016, habías quedado fuera del plantel por una rotura de los ligamentos cruzados de la rodilla derecha. ¿Cómo recordás aquella experiencia?

-Con el diario de mañana digo que me arrepiento un poco de haber ido a ver aquellos. Porque realmente fue duro estar sufriendo desde afuera y no poder ayudar al equipo, además de no tener la chance de estar a pleno para Río 2016. Hoy en día aprendo mucho más de los momentos difíciles, de las derrotas y de las lesiones, más que de los triunfos y momentos de gloria. Y también, de la manera en que trabajé para volver a mi nivel, porque sinceramente la pasé muy mal. En cuanto supe que me había lesionado y me perdía Río, trabajé a full para clasificarnos a Tokio 2020 en los Panamericanos de Lima 2019. Aquello de Río 2016 significó una experiencia de vida que me llevo y terminó siendo más positiva que haber ido. Obviamente que si volviera a pasar, no me lo perdería ni loco, pero trabajé y crecí mucho a partir de aquel problema de rodilla.

-¿Perdiste algo en lo físico y en lo técnico después de aquella lesión?

-Al contrario, la rodilla quedó mejor de lo que estaba; la siento mucho más estable que la otra, quizás. El trabajo que emprendí fue más de lo que me pedía el médico de Montpellier. Me recomendaba que empezara a correr a los cuatro meses, aunque ya a los tres yo estaba corriendo. Me fui de vacaciones tres semanas a la Argentina y laburé con un fisioterapeuta personal que tengo allá y le di a full. A los siete meses ya estaba jugando y al principio la confianza no era la misma. Pero un año y medio después estaba disputando la Champions con Montpellier y la Final Four.

Argentina Congo Diego Simonet
IHF


Argentina-Congo, en el debut de la selección en el Mundial 2021 (IHF/)

-El hecho de que la selección argentina de handball participe en los terceros Juegos Olímpicos consecutivos ya la consolida de otra manera en el olimpismo. ¿Creés que ustedes como plantel pueden plantarse más firme dentro de este contexto?

­-Me acuerdo que un año antes de Londres 2012 le habíamos ganado a Suecia por cinco goles como visitante en el Mundial y para esos Juegos nos enfrentábamos de nuevo con los suecos. Estábamos todos felices porque Suecia se nos daba bien en el grupo como rival. Pero la realidad fue que en el primer tiempo ya nos superaban por cuatro y en el segundo tiempo nos pasaron por arriba y nos terminaron ganando 29-13. Fue un poco así en el resto de los partidos, si bien teníamos un grupo más accesible en comparación con Tokio. Lo que se nota es que en los Juegos, las selecciones están un paso más arriba en su nivel respecto del Mundial, más concentrados y que no te regalan ni un minuto.

-Aquellos Juegos de Londres fueron los primeros para ustedes como selección. ¿Cuál es la anécdota más particular que viviste fuera de lo estrictamente deportivo?

-Me compré una cámara de 2000 euros en Francia, todo para filmar en Londres. Cuando llego a la ceremonia inaugural, estábamos por entrar al estadio y me aparece el cartel de “poca batería”. Con todo el stress me había olvidado de cargar la cámara y no pude filmar esa entrada del equipo, cuando había preparado todo para retratar ese momento...

Una vida con acento francés

En mayo pasado, unos meses antes de esta gran cita, el Chino Simonet subió en sus redes sociales el emotivo video en el que quedó sellada la extensión del vínculo con Montpellier hasta 2024. “Tenía la posibilidad de cambiarme de club, uno del mismo nivel del Montpellier pero en otro país. También estaba la chance de trasladarme a otra ciudad francesa, pero a una entidad de más baja categoría… Barajaba distintas oportunidades, pero la verdad es que me siento muy bien en Montpellier. Estoy desde 2013 ahí y quiero seguir en la elite. No me gustaría que el día de mañana, cuando me retire, me arrepienta de no haber continuado en esta entidad, que es muy exigente en cuanto a lo mental y lo físico”, describe el central, que inició su carrera en SAG Villa Ballester, pasó a São Caetano HC (Brasil), siguió en Torrevieja (España), US Ivry y desembarcó en Montpellier, donde en 2018 ganó la Champions League, además de la nominación de Mejor Jugador de la final.

-¿Y cómo es Montpellier por dentro?

-Te obliga a trabajar a fondo todos los días, entonces no quiero pensar en un futuro que no fui exigido al máximo. Por eso es que decidí seguir allí hasta 2024 y para ese año ya voy a tener 34. Para un jugador de handball es una edad casi límite: mis cualidades de velocidad, de cambios de dirección y de saltos, cuando te hacés viejito, te terminan pasando factura...

-¿Cómo definirías tu vida en Francia, fuera de los entrenamientos y partidos?

-Con mi familia y con mi novia hicimos muchos amigos fuera del handball en Montpellier y eso está bueno, porque no se concentra todo en este deporte y llevamos un estilo de vida que nos pone muy contentos. Mi hija empezará el colegio allá la temporada que viene. Cuando me retire del handball no sé si volveré, pero estamos felices. En esa ciudad hay de todo, es fenomenal, estoy muy bien allá. Básicamente, es una ciudad universitaria y durante el año está llena de estudiantes. Después, en las vacaciones de verano van muchos turistas para las playas y tenés montañas. Estamos a tres horas de Barcelona y los climas son muy parecidos, con mucho calor en época veraniega, además de que la ciudad en sí tiene mucha historia.

-¿Y a qué le das prioridad en tus momentos libres?

-Intento descansar y tengo un hobby con los juegos de mesa, que me ocupa los viajes con el club o cuando ando con tiempo para hacer un poco de ocio. Antes fue la pintura al óleo, que era un cable a tierra. Pero pintar te lleva muchos días, necesitás inspiración y con una hija se complica. Pintábamos retratos de personajes conocidos o animales, organizamos galerías de arte y hasta llegamos a vender 25 cuadros, terrible. Seguramente en un futuro retomaremos con mi mujer, que estudió diseño de interiores y también se le daba bien por pintar, por eso es que ahora pasamos a los juegos.

-¿Y los Bubbleheads, aquellos muñequitos cabezones que pintabas hasta hace un tiempo?

-Teníamos una impresora 3D con mi hermano y decidimos hacer primero los muñequitos de Los Gladiadores, que les fuimos regalando uno a uno a los jugadores de la selección. Luego creamos las figuras de Montpellier y ahora lo tomé como un hobby; de vez en cuando hago muñequitos de mi familia. El día de mañana se los regalaré a mis hijos, para que tengan un árbol genealógico en 3D. En el vestuario de Montepellier están exhibidos todos los muñequitos de los jugadores que fueron pasando por el club desde 2015. Soy bastante inquieto en cuanto a lo creativo.

-¿Cómo es tu hobby con los juegos de mesa?

-Desde que estoy en Francia descubrí estos juegos de mesa modernos, fuera de lo que es el Monopoly o el TEG. Hay una cantidad de juegos que desconocía y de los que no hay mucho conocimiento en Argentina. Cuando fui a nuestro país por la selección para una gira en 2013 llevé un juego y a mis compañeros les copó muchísimo. Ahí fui descubriendo estos juegos, que se desarrollan con un tablero o simplemente con cartas. No solo divierten, sino que además se logra un tema de comunicación e interacción muy interesante, que con la tecnología y los celulares se venía perdiendo. Pasaba que en el tren o en el ómnibus estábamos todos con los celulares, pero ésta es una linda manera de conectarse y conocer al otro. Muchas veces, como somos 16 o 17 en el plantel, no hablás con todos y ésta es la excusa perfecta para hacer equipo, para conseguir esa mística perfecta tan necesaria en los deportes de conjunto. Soy un poco el responsable de esos juegos de mesa en la selección y con los chicos del club; incluso con la familia y amigos.

-¿Cómo son?

-Con los chicos de la selección nos gusta jugar a los roles ocultos, donde no se sabe quién es el malo y hay que engañar a los otros. O ir matando de a uno y eliminarlos... hay de todo. Después, yo creé un juego en el que no podés hablar y tenés que guiar al otro mediante imágenes. Es sobre la creación de la Bandera Argentina y se llama “1812″. Tenía que poner una historia que fuera la historia real, pero en la que no se supieran los hechos exactos, como con quién creó Manuel Belgrano la bandera, dónde se juntaron, qué hicieron y qué comieron. Es educativo y una manera de dar a conocer el mundo de los juegos modernos.

-¿Qué creés que representás vos para el deporte argentino, si bien el handball no tuvo todavía toda la difusión que se hubiese merecido?

-Cuando sos olímpico y en tu deporte los chicos te siguen mucho, uno trata de ser un ejemplo y de mostrar valores que yo quería ver de otros deportistas cuando era un pibe. Los jóvenes aprenden mucho mirando los deportes por televisión, y los que estamos en la pantalla dando un espectáculo, quieras o no, educamos. En mi caso miraba mucho a Manu Ginóbili, a los jugadores de handball, y copiaba. Es el mismo mensaje que entrega Messi cada semana. Ese es mi enfoque: dar un buen ejemplo para los chicos para que imiten lo mejor de uno. Creo que los valores que transmitimos los Gladiadores son muy buenos y queremos que todos los jóvenes que se sumen a la selección se adapten y los compartan. Igual, más allá de los logros que ya hubo, me parece que el handball argentino tiene un largo camino por recorrer.