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Diego Schwartzman venció a Bernabé Zapata Miralles en Roland Garros después de haber perdido los dos primeros sets y habló sobre su futuro

Diego Schwartzman logró una valiosa victoria en la primera ronda de Roland Garros: ante el español Bernabé Zapata Miralles tras haber perdido los dos primeros sets
Diego Schwartzman logró una valiosa victoria en la primera ronda de Roland Garros: ante el español Bernabé Zapata Miralles tras haber perdido los dos primeros sets - Créditos: @Julian Finney

PARÍS (Enviado especial).- Es Lunes de Pentecostés, un día festivo en Francia. Los pasillos de Roland Garros son una ebullición de espectadores de todas las edades. El clima, además, soleado y con 21 grados, acompaña. En el court número 13, geográficamente ubicado sobre el final del predio, a metros del carrefour des Combattants, una rotonda situada en el límite del barrio Boulogne-Billancourt que homenajea a los veteranos de guerra, se oyen gritos de apoyo en español, pero muchos también en francés. “¡Allez (vamos), Diegooo!”. Si hay algo que provocó el Peque Schwartzman en el circuito desde que elevó su estatus, es empatía. Será porque desde chico todo le costó el doble por su baja estatura en un deporte desafiante desde lo atlético o por la chispa (simpatía) que tiene (o por ambas), pero el porteño es, definitivamente, un jugador querido por el público internacional.

Diego Schwartzman avanzó a la segunda ronda de Roland Garros
Diego Schwartzman avanzó a la segunda ronda de Roland Garros - Créditos: @Christophe Ena

Por ello, muchos de los fanáticos del tenis que poblaron la pequeña cancha en el Bois de Boulogne, sufrieron y gozaron junto con él; se involucraron. Lamentaron su impotencia. Sintieron como propios los nervios de Silvana, la mamá de Diego, ubicada en la primera fila del court. Pero de regocijaron cuando Schwartzman encontró el camino y dio vuelta un partido sumamente espinoso para imponerse por 1-6, 6-7 (5-7), 6-2, 6-0 y 6-4, en 3h37m, frente al granítico español Bernabé Zapata Miralles (38°; semifinalista en Buenos Aires y Río de Janeiro, en febrero pasado). Llegó al Abierto de Francia al límite del top cien (95°), teniendo que defender valiosos 180 puntos por los octavos de final del año pasado; por momentos pareció estar cerca de despedirse en la primera ronda y la consecuencia en el ranking hubiera sido cruel y contundente, ya que hubiera caído al 120°, aproximadamente.

Schwartzman mostró dos caras. Durante muchos tramos del partido pareció haber extraviado su esencia, perdido algo sagrado que lo encumbró durante su desarrollo en la súper elite: la capacidad de lucha, la convicción, la ilusión. Hasta falló de revés, algo que antes, prácticamente, no ocurría. Y no es que erra porque la pelota se le va por poco al tomar riesgos: muchos tiros quedan en la red. No sostenía el foco. Un ejemplo: arrancó el partido ante Zapata Miralles quebrándole el saque, pero luego perdió seis games seguidos (y el set). Pero cuando no encontraba soluciones a largo plazo y solamente mostraba chispazos efímeros, hizo un clic. Su rival dejó de traccionar como hasta entonces, el argentino subió el nivel, empezó a fallar mucho menos y se produjo una remontada que puede (debe) ayudarlo a empezar de nuevo. Un triunfo que tiene que enorgullecerlo y, sobre todo, renovarlo.

“Venían siendo meses en los que no se me daban las cosas ni el nivel ni las victorias. Cuando había encontrado un poquito de buenas sensaciones, en Indian Wells, Miami, Montecarlo y Barcelona, tuve sorteos que no me ayudaron en nada, contra Sinner dos veces y con Rune; quizás si hubiera ligado un poquito más hubiera podido mejorar mi año, pero no fue así y volví a caer un poco. Hoy pasó un poco lo que necesito: el ritmo del partido y al ser a cinco sets me ayudó a encontrar mi nivel. Ojalá que pueda volver a jugar dos o tres partidos por semana, que es una de las claves”, apunto Schwartzman en una riquísima rueda de prensa en la que profundizó sobre qué le ocurre.

“¿Qué me pasa? No lo sé. Intentamos distintas formas, incluso dentro de mi equipo. Siempre hice las cosas de una manera, las sigo haciendo igual y lo hice con muy buen ánimo, pero no sale. También, siendo honesto, estoy un poco cansado. Me cuesta el día a día un poquito más y también la competencia. Siempre fui un jugador que hizo las cosas muy bien afuera de la cancha y encontraba respuestas adentro, pero ahora esto último no está pasando. Cuesta que se renueven esas ganas. No tengo que pensar más en el ranking, porque se perdió mucho y para volver a eso hay un abismo. Tengo que intentar hacerlo de otra manera, pero hay que ver hasta cuándo me dan esas ganas para seguir yendo todos los días para hacerlo como lo hago. No me ven, pero no se pueden dar una idea de lo que me preparo para cada torneo, pero cuando no se dan los resultados cuesta más”, confió.

Y siguió, mirando hacia su horizonte en el tour: “Me da una alegría enorme el partido, pero no quiero ser un jugador que lo haga por hacer. Una de las explicaciones es esa: tengo un desgaste en el esfuerzo que hago en el día a día que es enorme y hoy me está costando un poco más y eso se traslada a la cancha. Hay que ver si vuelvo a encontrar esa energía en el día a día”.

Diego Schwartzman superó a Bernabé Zapata Miralles en la primera ronda de Roland Garros
Diego Schwartzman superó a Bernabé Zapata Miralles en la primera ronda de Roland Garros - Créditos: @Christophe Ena

Al derrotar a Zapa Miralles, Schwartzman alcanzó al tandilense Juan Martín del Potro en el segundo escalón de los hombres argentinos con más triunfos en el Abierto de Francia. En primer lugar, Guillermo Vilas , claro, con 57. Además, fue la tercera vez que remontó un partido en un torneo de Grand Slam tras haber perdido los dos primeros sets. ¿Los otros? También en Roland Garros. En la cuarta ronda de 2018 frente al sudafricano Kevin Anderson por 1-6, 2-6, 7-5, 7-6 y 6-2. Y contra el español Jaume Munar, en la segunda ronda del año pasado, por 2-6, 6-7, 6-2, 6-2 y 6-2.

“Esos son números que nunca me imaginé alcanzar. Quizás lo que más me molesta es la pérdida de valor cuando las cosas no van bien. El otro día miraba histórico y en los últimos años había terminado 12, 8, 13, 16..., y nada, uno ya lo da por hecho. ‘Qué bien’, se dice. Se pierde valor de un montón de cuestiones que son increíbles, sobre todo para un jugador que a los 21 años era muy normalito. Era un buen jugador, pero normal. Esos datos, como la alegría de mis compañeros en el vestuario, es lo mejor que me deja esta victoria (contra Zapata)”, acentuó Schwartzman.

¿Qué hay de acá en más para él si no lograr recuperar su nivel? “Siento que pertenezco a un lugar en el que lo hice bien durante muchos años. Uno se tiene que creer que es bueno, que hace las cosas bien. El día que no sienta eso diré: ‘Hasta acá llegué’. Si el año que viene veo que sigo de la misma manera, intentando, haciendo lo mismo de siempre pero el tenis no me devuelve..., ahí voy a ver qué hago en mi día a día. Este es el primer año malo, entonces uno tiene que darse la chance de tener un bajón tenístico, con cambios dentro del equipo y nuevas cosas. No sé cómo respondería a un segundo año, a un tercero, armando un calendario distinto al que tuve todos estos años y no por un tema de pérdida de humildad , sino porque cada uno se siente cómodo en un ranking y en ciertos torneos. Ya no soy un nene; estoy por cumplir 31 años. Como le dije a mi equipo a principio de año: voy a hacer todo lo que esté a mi alcance para ser lo mejor posible. Después veremos lo que pasa”.

El próximo rival de Schwartzman será el portugués Nuno Borges, 80°, que venció al estadounidense John Isner por 6-4, 5-7, 7-6 (7-3), 4-7 y 7-6 (11-9). El historial tiene sólo un enfrentamiento entre ambos y fue hace un mes, en el Challenger de Phoenix: se impuso el europeo por 7-5 y 6-3.

Etcheverry, por primera vez en París

El platense Tomás Etcheverry logró su segunda victoria en Grand Slam, la primera en Roland Garros. Fue por 6-4, 1-0 y retiro ante el británico Jack Draper, que tenía dificultades físicas e, incluso, en un momento sacó de abajo. El actual 49° del ranking, ahora, espera por el vencedor del australiano Alex De Miñaur o el bielorruso Ilya Ivashka.