El dictador: la otra cara de Sacha Baron Cohen

Dice el almirante general Hafez Aladeem, a quien quiera escucharlo, que la República de Wadiya aparece en los mapas en la región conocida como el Cuerno de Africa, limítrofe con Somalia. Y que se encuentra “a una distancia de casi 2000 kilómetros de Tel Aviv en un vuelo de misil Scud”. Habla con un inglés de fuerte acento oriental, refugiado detrás de una frondosa barba al mejor estilo Osama Ben Laden y un uniforme rebosante de medallas y entorchados, frente a toda clase de selectos interlocutores. Así viene recorriendo medio mundo desde principios de año, acompañado por una escolta de bellísimas mujeres ataviadas con boina, saco abotonado de estilo militar y faldas cortísimas.

Pasó primero por Los Angeles para la entrega del Oscar y, más tarde, por el Festival de Cannes, hasta recalar hace poco en Londres, etapa final de una gira que en los hechos funcionó como la más llamativa, integral y formidable campaña de marketing puesta en los últimos tiempos al servicio de un lanzamiento de Hollywood ajeno a todo lo que se conoce como tanque .

El dictador -cuyo estreno en la Argentina anuncia UIP para hoy- costó 65 millones de dólares, pero no hay aquí superhéroes, aventuras interplanetarias o efectos visuales en primer plano. Si estos últimos existen -y aparecen en una Wadiya recreada entre Sevilla y Marruecos- están pensados para fortalecer el nuevo hito de la larga y reconocida carrera en la sátira política del hombre que aparece detrás del personaje.

Ni siquiera en su tierra natal -nació en Hammersmith, un suburbio londinense, hace 39 años- Sacha Baron Cohen dejó de vestirse y de hablar con la prensa como Aladeem, el líder supremo de Wadiya. Así ocurrió en el pasado con sus restantes personajes, diseñados con similar hechura (ver recuadro).

A fines de febrero logró torcerle el brazo a la Academia de Hollywood y llegar vestido como Aladeem hasta la alfombra roja del Oscar, sin privarse de arrojar una urna llena de cenizas (que según el militar pertenecen al extinto dictador norcoreano Kim Jong-Il) sobre la humanidad del incómodo Ryan Seacrest. Y en mayo recorrió también de uniforme las glamorosas veredas de La Croisette, aunque se expuso al papelón en pleno Festival de Cannes cuando no pudo mantener el equilibrio sobre el camello que trataba de montar.

A pura máscara

Ni el cronista más serio logró sacarle una definición en esa línea al hombre que sin disfraz se anima, por ejemplo, al musical en el cine (ya hizo Sweeney Todd y se prepara para Los miserables ), que trabajó con Martin Scorsese ( La invención de Hugo Cabret ) y que hoy aparece sexto, con una cuenta a favor de 30 millones de dólares, en la más reciente lista de los actores mejor pagos de Hollywood.

Por eso, difícilmente se referirá a la andanada de juicios por difamación, engaño, injuria y ofensa que llovieron sobre él y la producción de sus anteriores films, trabajados desde la ironía, la parodia y la perspectiva del falso documental. Hablará en su nombre Larry Charles, director de Borat , Brüno y El dictador : "Solemos movernos en dos camionetas sin identificación, saltando, disparando, metiéndonos en una escena y luego huyendo del lugar para exponernos finalmente al riesgo de una demanda. Ahora, con El dictador , pudimos afinar algunas líneas de diálogo, pero quisimos conservar la espontaneidad y la urgencia de las otras películas". Estamos aquí ante el film más abierto y expuesto de un comediante acostumbrado a rodar sus sátiras casi a escondidas (hubo mucha cámara oculta en los rodajes de Borat y Brüno ) y al golpe de efecto más desvergonzado.

Esa serie de largometrajes dirigida por Charles y protagonizada por Baron Cohen, al fin y al cabo, forma parte de una estrategia que en algún momento puede llegar a revertirse como ocurrió en Kazakhstán, país que quedó expuesto al ridículo gracias a Borat y cuyo himno llegó a ser reemplazado hace poco en Kuwait, por un tema compuesto especialmente para el film mientras el equipo kazako de tiro recibía los premios de un torneo deportivo internacional. A fines de abril último, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Kazakhstán envió a Baron Cohen una carta de agradecimiento porque finalmente, gracias a Borat , se multiplicaron por diez las solicitudes de visas para conocer ese lugar.

Como Borat, Aladeem deja a la vista sus peores rasgos. Y esta galería de personajes de abierto espíritu racista y antisemita coloca a su creador en un lugar atípico, cargado de riesgos y capaz de dividir muy fuertemente las aguas entre admiradores y detractores.

Apuestas fuertes

Baron Cohen deja todavía más clara su voluntad de jugar fuerte -riéndose al mismo tiempo de sus movimientos en el tablero- cuando empiezan a descubrirse rasgos de su biografía. Proviene de una familia -padre galés, madre de sangre persa y judía- con inquietudes profesionales y artísticas, participó activamente en el movimiento juvenil sionista Habonim Dror, pasó un año entero en Israel trabajando como voluntario en un kibutz y a su regreso estudió en la Universidad de Cambridge, donde se graduó en Letras con una tesis sobre la participación judía en el movimiento por los derechos civiles en los Estados Unidos. Al mismo tiempo, comenzó a profundizar allí sus inquietudes artísticas.

Casado con la actriz Isla Fisher, con quien tuvo dos hijos, Baron Cohen parece más preocupado por preservar al máximo la intimidad de su vida familiar que por responder a los rumores -al cabo infundados- de una posible deportación si llegaba a pisar territorio de Kansas o Arizona, donde aún persisten demandas en contra de él. Tal vez lo escuchemos un día de éstos deslindando su responsabilidad, siempre con el uniforme y la voz del almirante general Hafez Aladeem, el máximo líder de la República de Wadiya.

Galería de rostros

  • Da Ali G Show (2000/2004) Primer gran personaje de Baron Cohen, suerte de rapero gangsta que entrevista a famosos con acento jamaiquino en un show de TV. Se vio aquí por Canal Sony.

  • Borat (2006) El segundo mejor reportero del glorioso país Kazajistán viaja a América es el título de este provocador largometraje, concebido como un falso documental.

  • Brüno (2008) El personaje es un presentador de TV austríaco con todos los estereotipos del gay, desde el cual se satiriza al mundo de la moda. Se estrenó aquí directamente en DVD.