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Desterradas de la sociedad, nuevas generaciones afganas luchan por subsistir

Kabul, 8 mar (EFE).- La exdirectora de la Secretaría de Educación provincial es una de las empleadas de una fábrica de alfombras en Kabul, al igual que ella, sus compañeras de jornada, antiguas funcionarias y universitarias que perdieron su empleo con la llegada de los talibanes, son símbolo de varias generaciones de mujeres desterradas de la sociedad.

"Cuando no hay acceso a la educación y el trabajo para las mujeres, los títulos y las calificaciones no significan nada. Me uní a esta fábrica para sobrevivir y mantener a mi familia de siete miembros", lamentó a EFE esta trabajadora, que se oculta bajo el pseudónimo de Latifa.

Ella es una de las más de 2.000 mujeres y niñas, muchas de ellas estudiantes o funcionarias del Gobierno anterior, que comenzaron a trabajar hace unos meses en esta fábrica de alfombras de la capital afgana, a la que acuden cada día para poder mantener a sus familias, explicó a EFE su dueño, Mohammad Naeem Walizada.

SIN ESPERANZAS DE FUTURO

Y es que las sucesivas restricciones contra las mujeres que siguieron a la llegada al poder de los talibanes en agosto de 2021, arrebatándoles el derecho a trabajar o a acceder a la educación secundaria o superior, les apartó casi por completo de la vida publica, borrando sus planes de futuro.

Una situación muy diferente a la que vivían las afganas antes del ascenso fundamentalista, cuando muchas de ellas ocupaban altos cargos en el Gobierno, como viceministras de Defensa, Interior, Educación y otros ministerios, mientras que en el Parlamento se contaba un 37 % de mujeres.

Esta alta representación llevó a "las mujeres y las niñas a tener logros maravillosos en todos los aspectos de la vida", sostuvo Latifa, pero se ensuciaron con la llegada de los talibanes "y ahora parecen sueños".

"Lamentablemente nuestro hermoso país se volvió un infierno para las mujeres y niñas, no hay respeto por la mujer, y ser mujer es un delito", sentenció.

La prohibición de los talibanes también acabó con las esperanzas de miles de estudiantes de institutos o universidades, que de un día para otro se vieron forzadas a abandonar indefinidamente las aulas que hasta entonces compartían a diario con sus compañeros varones.

Aunque el Gobierno talibán ha reiterado en repetidas ocasiones que este veto es temporal, a falta de aplicar varios ajustes que permitan el retorno de las mujeres a las clases en conformidad con la ley islámica o 'sharia', esta orden no acaba de llegar.

El último en repetir esta manida consigna fue el ministro talibán de Educación Superior, Malavi Neda Mohammad Nadim, durante una reciente ceremonia de graduación en Kabul, cuando aseguró una vez más que "la prohibición de la educación de las mujeres es temporal, (y) no permanente".

Todas estas restricciones cruzaron el camino de Latifa con el de Hafasa, una joven de 21 años que se graduó en 2021 con la esperanza de estudiar Ciencias Políticas en la universidad, pero que lamenta que su sueño "terminó con el colapso del Gobierno" en agosto de ese mismo año.

Un año y medio después, sus metas son bien distintas y comparte trabajo junto a Latifa en la fábrica de alfombras, mientras busca cualquier soporte económico que le permita subsistir junto a su familia, a la espera de que su situación y la del resto de su generación dé pronto un giro radical que les permita retomar el camino que habían trazado.

HARTAS DE CONDENAS

Ante este panorama desolador, las afganas han comenzado a dirigir sus críticas contra otro objetivo además del Gobierno talibán, al que acusan de no actuar con energía para detener su pérdida ilimitada de derechos: la comunidad internacional.

"Las declaraciones de las organizaciones de derechos humanos no pudieron cambiar nada. Esperamos un paso práctico de la comunidad internacional para al menos ayudarnos en términos de recuperar nuestros derechos humanos básicos", dijo a EFE la activista afgana, Basira Hussani.

Un testimonio que se opone a los recurrentes comunicados y las declaraciones vacías procedentes de organismos como la Organización de Naciones Unidas (ONU), que condenan las actuaciones de los talibanes sin tomar medidas prácticas, según Hussani.

Sin embargo, la ONU no se rinde, tal y como afirmó su secretario general, António Guterres, durante una de las últimas conferencias sobre el estatus de la mujer en Afganistán, donde aseguró el compromiso de su organización con ellas.

"En Afganistán, las mujeres y las niñas son borradas de la vida pública. (...) Nunca dejaremos de luchar por los derechos de las mujeres y las niñas en Afganistán y en otros lugares del mundo", mantuvo firme Guterres.

(c) Agencia EFE