La despedida de Maxi Rodríguez, lejos del miedo que tenía y con Lionel Messi, Gabriel Batistuta y una constelación de grandes

Aplaudido por Martín Demichelis, Maximiliano Rodríguez abraza a sus hijas Alma y Aitana, que jugaron una parte del partido de despedida de su papá.
Aplaudido por Martín Demichelis, Maximiliano Rodríguez abraza a sus hijas Alma y Aitana, que jugaron una parte del partido de despedida de su papá. - Créditos: @LA NACION/Marcelo Manera

Maximiliano Rodríguez terminó su última función en la piel de Diego Maradona. La Fiera tuvo su “noche soñada” ante 40 mil personas que lo ovacionaron y con la presencia de sus amigos Lionel Messi, Lionel Scaloni, Ángel Di María, Leandro Paredes, Ezequiel Lavezzi y glorias de Newell’s como Gabriel Batistuta, Gerardo Martino y Roberto Sensini. MR11 empezó jugando con la camiseta argentina y terminó con el rojo y blanco en el pecho, en el corazón. Y el 10 en la espalda, porque Benjamín Agüero, hijo de Kun y nieto de Maradona, le entregó una camiseta que su abuelo usó en esa misma cancha.

Durante casi dos horas, Rodríguez intentó contener las emociones. No llorar. Ni las presencias estelares ni la ovación de todos ni los goles consiguieron sacarle una lágrima. “¿Cómo venís?”, le preguntó el humorista Pablo Granados cuando el partido (la excusa para homenajearlo) se terminaba. “La llevo bien”, le respondió el ídolo leproso. Y ya no pudo más. Porque vio en pantalla gigante a su madre y a su abuela en un video. Recordó cómo fueron sus primeros momentos en el club de la mano de su abuelo, que ya no está. Brotaron las lágrimas. Y abrazó a su mujer, Gabriela, y a sus hijas, Aitana y Alma, que jugaron un rato y hasta convirtieron con la camiseta rojinegra.

Lo mejor de la despedida de Maximiliano Rodríguez

“Gracias por hacerme pasar una noche inolvidable. No alcanzan las palabras para decir lo feliz que estoy. Se me hace muy difícil hablar. Quiero remarcar el cariño que me dan. No sé si me merezco tanto cariño”, dijo Maximiliano Rodríguez, que también vistió las camisetas de Espanyol, Atlético de Madrid, Liverpool (Inglaterra) y Peñarol. Sus colores, sin embargo, siempre fueron el rojo y el negro. “Hoy se hizo un cambio importante. Quiero agradecerles a estas 40 mil almas, por el respeto que tuvieron. Quiero recalcarlo. Con el Pocho y con Fideo”, destacó. Se refería a los aplausos a Lavezzi y Di María, referentes del clásico rival de Newell’s, Rosario Central. Antes de que terminara de hablar, “Fideo, Fideo” ya sonaba por segunda vez en el Marcelo Bielsa. Y, al final, agradeció a su amigo Messi: “Quiero agradecer a Leo, que en el día de su cumpleaños vino hasta acá. Es una locura. Amigos así es lindo tener en la vida”.

En la despedida de la Fiera se coló una Pulga. Messi, que cumplió 36 años, dejó los festejos familiares en Funes y se fue a la catedral leprosa, que en uno de sus ingresos tenía desde temprano un pasacalle que decía “Leo, te esperamos donde todo comenzó”. Tan ansioso estaba el capitán de la selección argentina que bajó del auto con los botines en la mano. Como la primera vez que hizo campeón a su equipo de barrio, Grandoli; como en la última de sus ¡42! conquistas, como profesional de PSG. Pisó el vestuario, terminó de cambiarse e ingresó a la cancha cuando apenas habían pasado algunos minutos de las 19. Fuegos artificiales. Ovación generalizada. Y un canto dedicado a él: “Tiene lepra... Messi tiene leeeeepra...”. Y ahí fue Liionel, vestido de Argentina como tantas veces, a ubicarse en un palco improvisado en plena cancha. Al lado de Claudio “Chiqui” Tapia, el presidente de AFA.

Detrás de él salió el homenajeado, el hombre de la noche. El último gran ídolo de Newell’s. Hubo una entrega de plaquetas. De Conmebol, de AFA y del club rosarino. Y hubo un partido de fútbol que funcionó para que todos se juntaran. Sobresalió una barrida de Lionel Scaloni al brasileño Fábio Aurelio, ex compañero de Maxi en Liverpool. Hubo goles de Messi, claro. Hizo tres el zurdo, incluido uno de sombrero ante Justo Villar, ex arquero rojinegro y de la selección paraguaya. A MR11 le anularon uno, su primero, por posición adelantada. De todos modos, anotaría un puñado en la noche rosarina. Su noche inolvidable.

Gabriel Batistuta volvió a jugar al fútbol e hizo un gol de penal. Desde que pisó la cancha del club que lo catapultó a la fama y en cuya pensión vivió dos años, el ex delantero de Reconquista tuvo estampada una sonrisa. A su manera, fue protagonista importante de la fiesta de Maxi Rodríguez. Jugueteaba con una pelota cuando a unos metros Messi dijo lo siguiente: “Estoy contento de acompañar a la Fiera. Es su día. Hacía mucho que no pasaba el cumpleaños en Rosario. Con mi familia. Es el primero siendo campeón del mundo. Es especial. Nos tocó a nosotros, pero atrás pasaron millones de jugadores impresionantes que hicieron muchas cosas grandes con la selección.

La palabra de Gabriel Heinze

“Siempre es lindo venir a Rosario”, agregó la Pulga. “La gente siempre fue muy cariñosa conmigo, más allá de los colores. Hace poquito conseguimos lo que toda la Argentina quería, con unión, trabajo y sacrificio”, insistió Lionel, ovacionado, reclamado. Querido. Igual que Di María, incrédulo por la recepción de la gente de Newell’s, todo un símbolo. “Es lindo. Se puede. Es solamente poner algo de voluntad. Hay que dejar de pensar un poco en una camiseta o en otra. El fútbol es para venir a disfrutarlo”, expresó Ángel. Que agregó: “Estoy agradecido. Antes del partido Maxi tenía miedo. Lo vi aplaudir también, y eso es lo más lindo. No imaginaba que me p..., pero tampoco imaginaba esto. Es inolvidable. [Maxi Rodríguez] Me escribió preguntándome si quería venir. Es un amigo y lo quiero un montón. Era importante estar acá”.

El 7-4 del amistoso entre Newell´s y Argentina quedará en anécdota, porque el verdadero núcleo de la noche de Rosario está en los corazones de sus hinchas. Y en el de Maxi Rodríguez, que se despidió rodeado por quienes lo quieren y por aquéllos más cercanos con quienes compartió su carrera profesional. Justo cuando se cumplen 17 años de uno de sus goles más recordados, ese derechazo inmortal en el alargue ante México, por los octavos de final del Mundial Alemania 2006. Ese grito fue de todos los argentinos. Ese futbolista es el que este sábado dijo “adiós”.