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David Valero salva al ciclismo español del ridículo del sábado

IZU, JAPAN - JULY 26: David Valero Serrano of Team Spain poses with the bronze medal after the Men's Cross-country race on day three of the Tokyo 2020 Olympic Games at Izu Mountain Bike Course on July 26, 2021 in Izu, Shizuoka, Japan. (Photo by Michael Steele/Getty Images)
David Valero con la medalla de bronce al cuello. Foto: Michael Steele/Getty Images.

Cada vez que llegan las grandes competiciones, es normal que nos vengan a la cabeza los grandes nombres. Los campeones que nos hacen disfrutar y sufrir durante todo el año y que inmediatamente pasan a nuestra lista de favoritos por el mero hecho de ser famosos. Llega Tokio 2020, como llegó Atenas 2004 o Atlanta 96. Lo que pasa es que en ciclismo esto no siempre funciona así: uno piensa en esta disciplina y aparece Alejandro Valverde buscando su primera medalla olímpica, como en el pasado aparecieron Óscar Freire, Alberto Contador o el propio Miguel Induráin.

Lo que pasa es que por cada medalla de un Samu Sánchez o de un Abraham Olano, hay varias de un Jose Antonio Hermida, una Marga Fullana, un José Antonio Escuredo, un José Manuel Moreno, un Joan Llaneras o un Isaac Gálvez. Todos esos profesionales de los que no se habla nunca y que aparecen para los medios cada cuatro años, dispuestos a complementar o a solventar la papeleta de los grandes héroes. A esa larga lista hay que sumar ahora a David Valero, medalla de bronce en mountain bike tras una remontada heroica, salido literalmente de la nada para compensar el desastre absoluto del pasado sábado en el circuito de Fuji.

Valero, obviamente, no aparecía en ninguna quiniela. De hecho, muchos se levantaron el lunes por la mañana para ver la prueba en la esperanza de asistir a una nueva exhibición de Mathieu Van der Poel, solo que el holandés acabó por los suelos al parecer por un error de reconocimiento del circuito. Lo de la selección holandesa y el ciclismo en estos Juegos daría para otro artículo. El caso es que nadie esperaba a Valero, desaparecido además durante buena parte de la carrera. Igual que Alejandro Valverde fue trending topic desde primera hora de la madrugada, de Valero solo hemos hablado tras el triunfo, algo, si se piensa, muy propio de los Juegos Olímpicos.

Al deporte español le viene de maravilla porque esto de ir sumando en disciplinas inesperadas anima mucho al resto de competidores. Si ha podido una chica de 17 años o un desconocido de 32, ¿por qué no voy a poder yo? Ahora bien, la medalla de Valero le viene especialmente bien al ciclismo español en un momento en el que está tocando fondo histórico. Nunca el nivel profesional había sido tan bajo, al menos en ruta, que es lo que más llama la atención. No es solo una cuestión de lo que pasó el sábado, cuando uno a uno todos fueron cayendo del grupo principal, sin opción alguna al podio, hasta el punto de que ninguno acabó siquiera entre los veinte primeros en un circuito que hubiera hecho las delicias patrias en cualquier otro momento.

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Esta crisis es aguda y se refleja en todos los ámbitos. En el económico, solo un equipo es viable en el World Tour, el Movistar. En lo deportivo, ningún español gana una gran vuelta desde el Giro de 2015, cuando Contador se impuso al Astana de Aru y Landa. Tampoco hay triunfos ya en clásicas desde que Valverde fue cumpliendo años y Purito Rodríguez se retiró. Iván García Cortina no ha recogido aún el testigo en carreras de un día y algo parecido le ha ocurrido a Enric Mas en las de tres semanas. Desde el citado Giro de 2015, solo Valverde (en las tres grandes) y el mallorquín en la Vuelta de 2018 han conseguido subir al podio. Las victorias de etapa se cuentan con los dedos de la mano. Incluso las competiciones locales del circuito español suelen ir a parar a corredores extranjeros o a los españoles de la generación anterior como Luis León Sánchez u Omar Fraile. Pello Bilbao, top 10 del pasado Tour de Francia, tiene 31 años, los hermanos Ion y Gorka Izagirre, van por los 32 y 33 respectivamente.

No hay resultados y no hay rostros jóvenes que ilusionen salvo quizá dos: Alex Aranburu, un corredor rápido, explosivo, que tanto se puede meter en un sprint masivo como ganar en un grupo reducido, preferiblemente llegando cuesta arriba. El año que viene, salvo gran sorpresa, correrá en Movistar. El otro es Juan Ayuso, del que ya hemos hablado anteriormente y que tiene solo un mes como profesional. Ayuso lleva un año espectacular en las categorías inferiores del UAE de Tadej Pogacar y Joxean Matxín, ganando con mucha holgura el Giro Sub 23 o "Girino". De él se espera cualquier cosa en el futuro.

Otra cosa es el presente y ojo con el presente que se puede hacer muy largo. La medalla de Valero sirve para que recordemos que el ciclismo español sigue vivo y no es poca cosa porque a veces se nos olvida. Un poco de optimismo en un panorama más bien sombrío. Queda todavía la pista, donde de vez en cuando nos encontramos también con sorpresas agradables. Quedaba el triatlón, pero de eso casi mejor no hablar, la verdad. Los éxitos son pocos y bien haremos en disfrutarlos. Más que nada porque las decepciones son tantas que acaban minando nuestra resistencia como aficionados.

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