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La Copa de la geopolítica: qué desnuda Qatar 2022 sobre el estado del mundo

La protesta del seleccionado de Alemania en su debut mundialista, cubriéndose la boca como una señal de la censura de la FIFA en el Mundial de Qatar 2022
La protesta del seleccionado de Alemania en su debut mundialista, cubriéndose la boca como una señal de la censura de la FIFA en el Mundial de Qatar 2022

México 86 tuvo pocos partidos –o tal vez ninguno- más tensos y recordados que el que jugaron la Argentina e Inglaterra en cuartos de final. Tenso por el choque entre dos naciones que hacía apenas cuatro años se habían enfrentado en la guerra por las islas Malvinas. Recordado por los goles de Maradona –uno, polémico; el otro, deslumbrante-que permitieron a la Argentina pasar a la semifinal. Tan icónico y memorable fue que hoy los argentinos nos sorprendemos y enorgullecemos por el fanatismo gestado ese 22 de junio de 1986 en Bangladesh, país que encontró en el triunfo argentino la respuesta perfecta a su amor por el fútbol y a su odio por la nación que lo había dominado durante más de un siglo, Gran Bretaña.

En 1986, la Guerra Fría entraba, sin saberlo, en su etapa final. La inestabilidad interna y los malestares económicos debilitaban a la Unión Soviética y sus relaciones con un Estados Unidos muy consciente de su poder se descongelaban. El mundo empezaba a cambiar, había margen para la tensión geopolítica en las canchas de México… y mucho. Pero el momento más cargado fue esa tarde en la que la Argentina venció a Inglaterra.

Diego Maradona vence a inglés Peter Shilton para anotar el llamado gol de la “Mano de Dios” contra Inglaterra en el duelo de los cuartos de final del Mundial de 1986, en Ciudad de México. (AP Foto/El Grafico, archivo)
Diego Maradona vence a inglés Peter Shilton para anotar el llamado gol de la “Mano de Dios” contra Inglaterra en el duelo de los cuartos de final del Mundial de 1986, en Ciudad de México. (AP Foto/El Grafico, archivo)

Más de 36 años después, Qatar 2022 ofreció, en apenas dos semanas de fases de grupos, más momentos geopolíticos que varios mundiales juntos, señal de un planeta en ebullición, condicionado por la guerra en Ucrania y la pos pandemia, pero atravesado también por otros fenómenos que lo dividen peligrosamente.

Esos momentos ocurrieron dentro de la cancha y en las tribunas de los estadios de Qatar, movilizaron calles en Bélgica o en China, llevaron suspenso a cada rincón del planeta y, sobre todo, involucraron varios de los debates que gobiernan hoy al mundo: democracia versus autoritarismo; opresión versus libertad; diplomacia versus amenaza nuclear; apertura versus intolerancia a la inmigración; identidad cultural y religiosa versus suspicacia política.

Detrás de esos momentos hay también fenómenos menos evidentes que también marcaron al Mundial, algunos de ellos afectan en especial a la Argentina y al resto de América Latina.

1. Democracia versus autocracia

El momento de mayor trascendencia geopolítica del Mundial 2022, irónicamente, no sucedió en Qatar, sino a miles y miles de kilómetros al este del emirato.

China no participa del mundial, pero lo que sucede en los estadios qataríes la estremeció tanto como a cualquier otro país que sí juega esta copa. En esta China de Xi Jinping con aspiraciones de dominio global y de presidencia imperial, la estrictísima estrategia de “Covid cero” no es solo una política sanitaria, sino una herramienta de propaganda mundial. Con ella, Xi pretende demostrarle a los chinos y al resto del mundo la superioridad de las autocracias por sobre las democracias: en su país murieron solo 5200 personas –claro, según cifras chinas- por el virus, mientras que en Estados Unidos fueron más de un millón. Xi, sin embargo, no contaba con Qatar 2022.

Protestas en Pekín contras la política de "Covid cero" del régimen de Xi Jinping. (Noel CELIS / AFP)
Protestas en Pekín contras la política de "Covid cero" del régimen de Xi Jinping. (Noel CELIS / AFP) - Créditos: @NOEL CELIS

Las imágenes de decenas de miles de personas en las gradas de los estadios sin barbijos ni cuidado alguno alimentaron en China un punzante malestar con casi de tres años de confinamientos cíclicos. Esas imágenes fueron rápidamente censuradas pero alcanzaron antes a fogonear, la semana pasada, las peores protestas de la era Xi. Tras varios días de tensión, el régimen chino comenzó el viernes a flexibilizar los confinamientos, justo cuando los contagios llegan a sus peores números. Al fin y al cabo, el control total de la autocracia china no parece ser mejor ni más efectivo que la libertad de las democracias occidentales, ni tampoco de las autocracias, como la qatarí, que adoptaron políticas sanitarias más flexibles.

Dentro de la cancha, la atención geopolítica se centró en el partido entre Irán y Estados Unidos, anticipando el choque entre dos países cuya enemistad declarada es una de las fricciones que domina al mundo desde hace más de 40 años.

El norteamericano Tim Ream consuela al iraní Ramin Rezaeian tras el partido en Qatar
El norteamericano Tim Ream consuela al iraní Ramin Rezaeian tras el partido en Qatar - Créditos: @Hassan Ammar

El encuentro finalizó con abrazos y consuelo y, en todo caso, en lugar de ratificar la rivalidad entre Irán y Estados Unidos, confirmó el divorcio entre el régimen de los ayatollahs y los jóvenes iraníes. Mehran Samak, un iraní de 27 años, fue asesinado por las fuerzas de seguridad por celebrar la victoria de Estados Unidos. La libertad o el disenso no tienen lugar entre los teócratas de un Irán sacudido ya por dos meses y medio de represión a las protestas por la muerte de Mahsa Amini por usar mal su velo.

2. Xenofobia y colonialismo

La violencia tuvo lugar también en otros festejos. En Bruselas, cientos de hinchas de Marruecos protagonizaron disturbios luego de la victoria de ese país sobre Bélgica, en una noche de mucha elocuencia política y social. El 5% de los 11,5 millones de belgas son de origen marroquí, la mayor comunidad inmigrante no europea. Pero los disturbios y las reacciones de la dirigencia belga desnudaron dos caras dañinas y persistentes de las migraciones, uno de los fenómenos que define al mundo del siglo XXI.

Manifestantes junto a un automóvil quemado al margen de la transmisión en vivo del partido de fútbol del Grupo F de la Copa Mundial de Qatar 2022 entre Bélgica y Marruecos, en Bruselas, el 27 de noviembre de 2022. (Kenzo TRIBOUILLARD / AFP)
Manifestantes junto a un automóvil quemado al margen de la transmisión en vivo del partido de fútbol del Grupo F de la Copa Mundial de Qatar 2022 entre Bélgica y Marruecos, en Bruselas, el 27 de noviembre de 2022. (Kenzo TRIBOUILLARD / AFP) - Créditos: @KENZO TRIBOUILLARD

Por un lado, un buen número de marroquíes no se siente belga pese a que el país los recibe con especial trato desde 1964, y, por otro, la xenofobia sigue arraigada en los polos más extremos de la política belga, a juzgar por su reacción a los incidentes del Bloque Flamenco, el partido de la ultraderecha local.

El Magreb tuvo otra alegría a medias esta semana. A Túnez no le alcanzó su victoria sobre Francia para pasar a octavos, pero sí para disfrutar del sabor de una pequeña revancha contra el país que dominó durante décadas de protectorado.

3. ¿Mejores amigos para siempre?

Marruecos es el único país del mundo árabe que pasó a la segunda vuelta. Proclamándose abanderados del orgullo árabe, sus jugadores e hinchas no dudaron en dedicar sus victorias y el avance a la siguiente rueda a todos sus vecinos. Suena curioso que Marruecos se diga representante, por ejemplo, de Argelia o Túnez, sus vecinos del norte de África y enemigos declarados en la disputa por el Sahara Occidental.

Hakimi, la estrella de su seleccionado, celebró el triunfo de Marruecos en Qatar con su madre
Hakimi, la estrella de su seleccionado, celebró el triunfo de Marruecos en Qatar con su madre - Créditos: @Instagram: achrafhakimi

Esta repentina defensa de la identidad y la unidad árabe no es exclusiva de Marruecos. Arabia Saudita también fue saludada como una abanderada del orgullo árabe tras la victoria sobre la Argentina, festejada como si fuera propia por el emir de Qatar, Tamin bin Hamad al-Thani, gobernante de un país que vivió un feroz bloqueo por parte de sus vecinos entre 2017 y 2021.

La llegada del Mundial a Qatar provocó un inédito sentimiento de unidad en una región crítica para el resto del planeta por su petróleo y su gas. El tiempo dirá si es capaz de erradicar para siempre las enemistades de un mundo árabe dominado -y ralentizado- por suspicacias internas que tantas veces lo embarcaron en guerras, por ejemplo la que desde hace ocho años desangra a Yemen.

4. Una América Latina demasiado quieta… y pobre

En el Golfo, Qatar, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita comparten el podio de PBI per cápita; el menor de ellos (el saudita, de 23.000 dólares anuales) es más que el doble del argentino. De todas maneras, esa envidiable cantidad de recursos y una notable planificación de años no fueron suficiente para garantizarle la calificación al Mundial a los Emiratos Árabes Unidos y el paso a la segunda fase de Arabia Saudita o Qatar.

La selección argentina perdió con los sauditas, pero pasó con dos triunfos seguidos a octavos. El talento y la experiencia pudieron más que los recursos y la planificación. Sin embargo, tal vez ese éxito, junto con el de Brasil, no sean más que un espejismo latinoamericano.

Salem Al-Dawsari, segundo de la izquierda, celebra tras convertir el segundo gol de Arabia Saudita ante la Argentina durante el partido por el Grupo C del Mundial en el estadio Lusail de Qatar. Noviembre 22, 2022. (AP Foto/Luca Bruno)
Salem Al-Dawsari, segundo de la izquierda, celebra tras convertir el segundo gol de Arabia Saudita ante la Argentina durante el partido por el Grupo C del Mundial en el estadio Lusail de Qatar. Noviembre 22, 2022. (AP Foto/Luca Bruno)

Por primera vez en lo que va del siglo XXI, solo dos selecciones latinoamericanas clasificaron a octavos de final. Nunca había sucedido eso los cinco mundiales de los últimos 20 años. En el que menos hubo fue en Japón/Corea del Sur 2002 (tres equipos latinoamericanos) y en el que más, Brasil 2014 (seis). Un paisaje demoledor para un continente que se enorgullece de vivir por y para el fútbol.

El fútbol en América Latina, como en el resto de los continentes, es cuestión de clubes; los Estados no participan de la construcción ni de la organización de esa disciplina.

Vinicius, Richarlison y Raphinha celebran un gol de Brasil en el Mundial de Qatar. (Anne-Christine POUJOULAT / AFP)
Vinicius, Richarlison y Raphinha celebran un gol de Brasil en el Mundial de Qatar. (Anne-Christine POUJOULAT / AFP) - Créditos: @ANNE-CHRISTINE POUJOULAT

Pero la salud de las poblaciones sí es cuestión de los Estados. La actividad física y deporte no son solo herramientas para mejorar la salud o evitar muertes; son también un instrumento de inclusión social excluyente en áreas marginadas por la pobreza y la violencia. Y, como la economía, eso falla llamativamente en la región.

América Latina es la región del mundo con mayor prevalencia de actividad física insuficiente (39,5%), de acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 2016, los últimos disponibles.

Para ese organismo, el nivel necesario de actividad física para mantener la salud son 150 minutos de ejercicio moderado por semana. Entre los niños y adolescentes latinoamericanos, pocos alcanzan o superan ese número; apenas el 14%. Ellos también están entre los más inactivos del mundo, luego de sus pares de los países del Mediterráneo.

El fútbol puede ser un asunto de clubes en América Latina, pero si no hay niños y jóvenes saludables y activos, las canteras quedan vacías … y tal vez también los Mundiales de hoy y de mañana.

Como es de esperar, detrás de esa peligrosa inactividad hay una huella de economía y desigualdad. “Resulta interesante acotar que la actividad física aumenta con el nivel de ingresos: cuanto mayor es el ingreso de un país, más ejercicio harán sus habitantes”, advirtió el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en su informe “Deporte para el Desarrollo”, de 2017.

América Latina, según el BID, destina un tercio de lo que Europa destina al deporte, medido como porcentaje de sus presupuestos.

Miguel Barros; Brasil; hambre; pobreza; Santa Luzia; mundo
Miguel Barros, de 11 años, quien recibió una avalancha de donaciones de alimentos después de llamar a la policía por tener hambre, juega con su perro en su casa en Santa Luzia, un municipio de Belo Horizonte, estado de Minas Gerais, Brasil. (Douglas MAGNO / AFP) - Créditos: @DOUGLAS MAGNO

No solo es una cuestión de ingresos, también es un asunto de políticas públicas a largo plazo. La economía de América Latina está estancada desde hace más de una década, al punto de que la pobreza extrema volvió a los niveles en los que estaba en 2000, antes del boom de las commodities que hizo despegar el crecimiento regional.

Las crisis de representación y gobernabilidad que golpean a casi todos los gobiernos de la región tampoco ayudan a construir políticas a largo plazo. La inactividad se asienta en América Latina y el éxito regional en los Mundiales se diluye.