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Chris Jericho, el multicampeón de la lucha libre que nunca deja de ser relevante

Chris Jericho, bajo su faceta de The Painmaker, posa con el Campeonato Intercontinental de la IWGP en New Japan Pro Wrestling durante 2018. (Etsuo Hara/Getty Images)
Chris Jericho, bajo su faceta de The Painmaker, posa con el Campeonato Intercontinental de la IWGP en New Japan Pro Wrestling durante 2018. (Etsuo Hara/Getty Images)

Chris Jericho no tiene vigencia en la lucha libre. A los 51 años, capturó el octavo campeonato mundial de su carrera. En más de tres décadas sobre los encordados, nunca ha dejado de ser importante. Interpretó a un sinfín de personajes con tal de reinventarse ante el público, ahora cosecha los frutos que sembró. El éxito lo persigue, es la prueba de que la edad es sólo un número en el deporte-espectáculo.

El atleta canadiense es una de las figuras más grandes del panorama internacional. No necesita ser estelar para brillar en una compañía. Sin embargo, está acostumbrado a cargar con el oro. Conquistó las máximas preseas de la extinta World Championship Wrestling (WCW) y la reconocida World Wrestling Entertainment (WWE), en que edificó su imagen.

Cuando All Elite Wrestling (AEW) surgió en 2019, sobresalió como monarca inaugural. Luego de su paso por la WWE, había incursionado en Japón y seguía latente en Estados Unidos. Tony Khan, el empresario que creó el consorcio, lo situó como emblema. Poseía el estatus necesario para atraer los reflectores e impulsar el proyecto en el cuadrilátero. La estrategia resultó, los asentó en el mapa.

Tres años pasaron desde entonces, su situación era distinta. Alejado de los títulos en solitario, lideró a una agrupación de villanos. Rodeado de una mayoría de jóvenes, a los que ha ayudado a ganar presencia frente a las cámaras, adoptó una faceta que enaltece al entretenimiento deportivo por encima de la lucha libre. De ahí que, recibió un nuevo espaldarazo.

En marzo, Khan adquirió Ring of Honor (ROH), la promotora canon en potenciar gladiadores en el circuito estadounidense. Aseguró que conversa frecuentemente con directivos de Warner Bros. Discovery para transmitir sus shows de forma semanal y por separado a los de AEW. La táctica con Jericho hace sentido. Obtuvo el cetro de ROH porque será clave en el relanzamiento de la marca.

Parecía que sus mejores glorias habían pasado. Ya no es tan ágil como en su juventud, aunque conserva el ingenio que lo elevó al trono. Tampoco ha perdido poderío en el micrófono. Además, sabe adaptarse al estilo de los rivales para hacerlos lucir imponentes. Pese a vencerlos, trata de establecer a la siguiente generación. Su defensa del cinturón contra el mexicano Bandido lo demuestra.

Previo al combate, alabó sus condiciones. Una vez sobre la lona, favoreció el estilo aéreo del oriundo de la Comarca Lagunera. No opuso resistencia alguna, sino que complementó sus movimientos al pie de la letra. El peso de la experiencia en aras de beneficiar al negocio. El encuentro le hizo retomar su conexión con México, aquella que inició en el Consejo Mundial de Lucha Libre (CMLL) en 1993.

En sus años de novato, luchó en la Arena México bajo el nombre de Corazón de León. Pretendía crecer en la industria, eligió el lugar adecuado. Le quitó la cabellera a Cro-Magnon, despojó del Campeonato de Peso Medio de la NWA a Mano Negra y generó una alianza eficaz con El Dandy: juntos le arrebataron las correas de parejas de la WWA a El Texano y Silver King.

Se despidió en 1995 contra el rudo Apolo Dantes, al que no logró destronar del Campeonato Mundial de Peso Completo de La Seria y Estable. Esa habría significado una hipotética novena corona en su vitrina. Tres años después, desenmascaró a Juventud Guerrera en la WCW. ¿Quién lo diría? La incógnita cayó en otro país. En 2021, revivieron su duelo nostálgico; Jericho volvió a salir airoso.

Cada que tiene la oportunidad, distingue al Negro Casas, uno de sus oponentes de antaño, como su luchador mexicano preferido. Admitió que aprendió de su mentalidad para despuntar en el pancracio. Casas lo catalogó como un halago: confesó que no fue su maestro. No obstante, lo transportaba a diferentes arenas, incluso lo llevó de viaje a Acapulco e invitó a su casa en reiteradas ocasiones.

Chris Jericho se transformó en un veterano, mas no pierde la esencia. Interpretó a Y2J, Corazón de León, The Painmaker, The Demo God, Le Champion, The Best in the World y The Wizard. Los fanáticos lo respaldaron en cada momento. Confirmó una de las premisas inquebrantables de la disciplina: el tiempo pasa y sólo hay algo seguro, jamás será intrascendente.

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