Cavendish, con el "burdeos" en los labios

Burdeos (Francia), 7 jul (EFE).- Mark Cavendish comenzó cerrado el "sprint" de Burdeos, se fue abriendo espacio entre la nube de rivales que buscaban, a velocidad endiablada, el camino a la meta. Astuto, el ciclista de 38 años, comenzó la carrera pronto para sorprender a los jóvenes capaces de dar más watios que el británico.

La carretera, estrecha para acoger tantas ambiciones enfrentadas, en ligera pendiente descendente que no hacía más que incrementar el ritmo de estampida.

La menuda estampa de Cavendish logró unos metros de distancia y en el final, allí donde se erguía la meta, había un premio doble, el de la victoria 35 para el británico que se convertía así en el hombre con más triunfos de la historia, uno más que el legendario Eddy Merckx.

Se lo jugó a cara o cruz, el todo por el todo consciente de que en el cuerpo a cuerpo sus piernas ya no son las reínas del "sprint", lo que le obliga a tirar de veteranía. A ser el más listo ya que no es el más fuerte.

Pero su apuesta fue prematura. Cavendish se destacó demasiado pronto y, por detrás, hubo tiempo a la reacción. La calzada, angosta en la calle que jalona el impresionante Garona, pareció ensancharse para hacer hueco al belga Jasper Philipsen, lanzado por la locomotora Mathieu van del Poel, el hombre más rápido de este Tour, el que está jugando el papel que tantas veces interpretó Cavendish.

A medida que pasan los metros, el de la Isla de Man ve como, a su izquierda, aparece una centella imparable. Vuelve la cabeza, aprieta los dientes pero ya es más de resignación que de esperanza. El belga le ha superado en la meta de Burdeos, la ciudad donde Cavendish ganó en 2010 su décimo cuarta etapa, la última vez que el Tour visitó la capital vinícola de Francia.

El récord tendrá que esperar, aunque el británico sabe que su experiencia puede servirle para lograrlo. Un "sprint" es una caja de sorpresas y Cavendish conoce mejor que nadie los recovecos que encierra.

SABOR AGRIDULCE

Las paradojas del ciclismo, capaz de encerrar en una misma meta el amargo sabor de la derrota con el dulce de la esperanza. Cavendish, en su último Tour, vuelve a soñar con sentarse en solitario en el récord de etapas y Burdeos, la misma ciudad donde saboreó el triunfo en su pleno esplendor, la que más veces ha recibido a la carrera después de París, le devolvió el sueño de conseguirlo.

"Estoy amargamente decepcionado, muy decepcionado, pero seguiré intentándolo. Cada vez me encuentro mejor de forma, y eso es positivo", asegura el ciclista de Man en medio del griterío de un público que ahora le adora.

Cavendish no era el más querido del pelotón cuando reinaba en los "sprint", pero camino de su retirada, ha enternecido al aficionado.

Y a los rivales, que le ven como un mito al que solo le falta la guinda de conseguir el triunfo 35.

Incluido el propio Philipsen, que reconoció que también le hubiera gustado ver ganar al británico, aunque fue él quien se llevó la tercera victoria en otros tantos "sprint" en lo que va de Tour.

El belga, que también persigue el maillot verde de la regularidad que Cavendish lució en París en dos ocasiones, es sin duda el hombre a batir. Y el británico lo sabe.

Puede que la siguiente oportunidad sea este sábado en Limoges, aunque la etapa tiene perfil para que una escapada llegue a buen puerto.

El británico no baja los brazos y su equipo, el Astana, quiere que logre esa victoria de cualquier manera.

Por eso su director, el kazajo Alexander Vinokurov, repitió una y otra vez que Philipsen debió ser descalificado por una maniobra ilegal contra el eritreo Birian Girmay, lo que hubiera permitido a Cavendish lograr su ansiado récord.

Luis Miguel Pascual

(c) Agencia EFE