El caso Brittney Griner: guerra fría, marihuana y deporte

La jugadora de básquetbol Brittney Griner
La jugadora de básquetbol Brittney Griner - Créditos: @Sebastián Domenech

“No se te puede ver haciendo eso”. En 2008, Brittney Griner, 18 años, estaba en cena de San Valentín. Apenas tocó las manos de su amiga. “Sos grande, mantenelo a puerta cerrada”, le recriminó el entrenador Kim Mulkey. Figura del exitoso equipo de basquetbol, Griner le daba fama y patrocinios a la Universidad de Baylor, en Waco, Texas , pero el manual del estudiante prohibía “actividades homosexuales” y “contrarias a la enseñanza bíblica”.

Griner encontró luego que también la Liga de la WNBA quería jugadoras heterosexuales. Se negó a participar en una sesión de maquillaje para jugadoras novatas y habló libre con Sports Illustrated. Ya famosa, bicampeona olímpica, y una de las mejores basquetbolistas de la historia, Griner, hija de un policía que combatió en Vietnam, creció como mujer negra, queer y activista LGBTIQ+. Apoyó “Black Lives Matter” y se arrodilló o se fue al vestuario en protesta cada vez que se ejecutaba el himno nacional de Estados Unidos . Ahora lleva 160 días presa en una cárcel de Moscú. Le encontraron marihuana en el bolso cuando viajó para reincorporarse a su equipo ruso. A la semana siguiente, Rusia invadió Ucrania. Griner tiene hoy una nueva audiencia ante un tribunal que puede condenarla a diez años de prisión. El presidente Joe Biden decretó su caso como “emergencia nacional”. La declaró “injustamente detenida”. Según Washington, el juicio es una “farsa”. Y Griner es una “prisionera política”.

Brittney Griner, detenida en Rusia, en un juicio que aún continúa y genera diferentes reacciones por todo el mundo
Brittney Griner, detenida en Rusia, en un juicio que aún continúa y genera diferentes reacciones por todo el mundo - Créditos: @ALEXANDER ZEMLIANICHENKO

En rigor, si a Griner le hubiesen encontrado marihuana en Texas, su estado natal, también habría sido arrestada. Y bajo riesgo de quedar hasta “veinte años presa, peor que en Rusia”, escribió el periodista Jean-Gabriel Fernandez en Shepherd Express. “Cada año”, acotó Fernandez, “medio millón de estadounidenses son arrestados, juzgados y, a menudo, encarcelados por la policía estadounidense por simple posesión de marihuana”. La especialista Maritza Pérez afirmó que Griner “es la última víctima” de “la guerra contra las drogas” que el propio Estados Unidos exportó a todo el mundo”. Y que Biden “estaría mejor posicionado” ante Rusia si al menos hubiese cumplido su promesa de despenalizar la marihuana a nivel nacional, como sí sucede en una quincena de Estados. Ayer mismo, el Senado de Estados Unidos inició un paso histórico para reformar la ley. “Estamos más cerca que nunca” de “garantizar justicia a quienes fueron víctimas de la Guerra contra las Drogas” , tuiteó el senador demócrata Cory Booker.

El caso Griner (la fuerza del deporte) abrió también el debate sobre ciudadanos estadounidenses condenados en otros países y que claman inocencia. Igual que Griner, también el profesor estadounidense Mark Fogel alegó ser paciente de cannabis medicinal cuando fue arrestado en Rusia en agosto de 2021 con 17 gramos de marihuana en su equipaje. El mes pasado fue condenado a catorce años de prisión. Mark Swidan lleva diez años preso en China, condenado a pena de muerte por compra y venta de drogas. El gobierno se vio obligado a hablar con la familia de Paul Whelan, un exmarine que lleva dieciséis años encarcelado en Rusia, acusado de espionaje. Medios conservadores se indignaron tras la versión de que Griner, “una atleta que ni siquiera respetó nuestro himno”, pueda ser canjeada por Viktor Bout, un poderoso traficante de armas ruso, preso desde hace dieciséis años en Estados Unidos.

Britney Griner, de Phoenix Mercury, en un partido frente a New York, en agosto de 2021; después llegaría todo lo peor
Britney Griner, de Phoenix Mercury, en un partido frente a New York, en agosto de 2021; después llegaría todo lo peor - Créditos: @Sarah Stier

Rusia, por supuesto, niega que esté usando a Griner como una rehén . Dice que la propia atleta ya se declaró culpable. Recuerda sus duras leyes antidrogas y pide a Estados Unidos que deje de “politizar” el caso. Reclaman por ella desde Megan Rapinoe a LeBron James. Desde el Senado de Estados Unidos a más de un millar de mujeres líderes negras, incluida la hija de Martin Luther King. El reclamo fue silencioso, primero. Para no perjudicar la negociación política. La propia WNBA, hoy la Liga más combativa del deporte de Estados Unidos, y que ahora reclama masivamente por Griner, había adherido inicialmente a la cautela. Pocos sabían que Griner (31 años, pivote de 2,06m, múltiple campeona, siete temporadas All Star) tenía un salario base de 228.000 dólares al año en Phoenix Arizona (el de LeBron es de 41 millones; un novato de la NBA gana 925.268 dólares). El sesenta por ciento de las jugadoras de la WNBA mejoran sus ingresos compitiendo en otras Ligas. Griner se unió en 2015 a la notable Diana Taurassi (hija de argentinos en Estados Unidos) para jugar en el ruso UMMC Ekaterinburg. Juntas ganaron tres Ligas nacionales y cuatro europeas.

La propia NBA, vocera social en tiempos modernos, fundadora de la WNBA, mantiene aún hoy una política de bajo perfil. Ninguno de los propietarios de los treinta equipos quiso hablar con The New York Times sobre el caso Griner. Saben que una liberación negociada lleva un tiempo promedio de cuatro años. Y que Griner, pese a que le detectaron menos de un gramo de aceite de cannabis para un inhalador vaporizador, está acusada de “transporte de drogas a gran escala” y puede ser condenada a diez años de prisión. Y que la fama del deporte a veces ayuda. Pero que, otras veces, puede convertirse en un búmeran.