Carlos Bonavides y cómo la lucha libre le permitió simular el infarto que asustó a todos

Carlos Bonavides admitió ser boxeador durante su juventud. (Adrián Monroy/Medios y Media/Getty Images)
Carlos Bonavides admitió ser boxeador durante su juventud. (Adrián Monroy/Medios y Media/Getty Images)

Carlos Bonavides demostró una vez más que sigue siendo un imán de reflectores. El actor de 81 años simuló sufrir un infarto mientras participaba en un juego de toques en el programa SNSerio de Multimedios. ¿Quién diría que la broma le permitiría recordar su tiempo en la lucha libre mexicana? Con el papel de Huicho Domínguez, conquistó la televisión y los encordados de Triple A.

Con tal de espantar a los conductores del show, ejecutó una caída que se viralizó a través de internet. Pero no fue la primera vez que lo hizo frente a las cámaras, ya que incursionó en el pancracio en ocasiones especiales. Sobre la lona, saber cómo caer para no lastimar el cuerpo resulta imprescindible, Bonavides lo tiene muy claro.

"Estoy muy apenado, pero por otro lado muy agradecido, porque desde las seis de la mañana he estado recibiendo llamados. Mi única pretensión fue hacer una broma. Nunca creí que tuviera tal difusión el programa. Pido mil disculpas a todas las personas porque con eso no se juega. Cometí un gravísimo error. Cuando vi que estaban muy asustados, me levanté. Estuve en la lucha libre y sé caer. Mi carrera está basada en el respeto al público", señaló en entrevista con el periodista Gustavo Adolfo Infante.

La aventura de Huicho Domínguez en Triple A

En la piel de Huicho Domínguez, Bonavides era la sensación de finales de los 90. Protagonizó la novela El Premio Mayor, con la que alcanzó la gloria y la eventual perdición. Representaba al inesperado ganador de la lotería que se convirtió en millonario. Tal era su fama que saltó a la industria del entretenimiento deportivo. Era un ganar-ganar para ambas partes.

La compañía Triple A ya había probado que su fórmula tenía éxito: consistía en trasladar a los íconos de la pantalla chica a un escenario distinto. Una movida cuestionable para el deporte, aunque válida para beneficiar el espectáculo. No estaba diseñada para fracasar, la intención principal era atraer más público casual en las funciones mediante el impulso de las celebridades.

En marzo de 1998, AAA introdujo al cuadrilátero a los gemelos Jorge y Antonio Brenan, conductores del show Duro y Directo. No sólo enfrentaron a la pareja de luchadores profesionales compuesta por Pentagón y Abismo Negro, sino que los vencieron dentro de una jaula de acero. Sin embargo, Jorge recibió un movimiento prohibido al cuello que lo envió directo al hospital.

Nueve meses después, la empresa repitió el experimento con Huicho Domínguez. El adinerado favorito de México arribó al ring junto a un par de guardaespaldas enmascarados: El Peso y El Dólar. La razón fue simple, la ironía también integra la magia de la lucha libre. Como era de esperarse, lució sus mejores galas. Brillaba más que un diamante.

Además, intentó denotar su poderío económico. En términos de historia, procuró invertir en la promotora que ostentaba Antonio Peña. Por ello, obtenía un trato diferente al resto. Gladiadores de la talla de Octagón y comentaristas como Arturo “El Rudo” Rivera complementaban sus apariciones. Llenaba cada recinto en el que ponía un pie.

No todo se limitó a la tribuna; construyó una rivalidad con el réferi rudo Cruz Reyes Landa, mejor conocido como El Tirantes. El duelo de hombres que proyectaban elegancia, en su desfile por la pasarela, culminó en 2003. La competencia entre ambos creció a tal grado de que una victoria del actor orilló al hombre de la ley a maquillarse el rostro y colocarse una peluca; a su vez, a rendirle pleitesía.

Incluso, en la última etapa de su riña, Huicho Domínguez contrarrestó una interferencia de El Tirantes en favor de los villanos. Impidió que el luchador técnico Heavy Metal, que competía en desventaja, perdiera su cabellera a manos de tres leyendas. Fue clave para que El Texano, Sangre Chicana y El Pirata Morgan pagaran por la derrota.

Las memorias de Bonavides en Triple A aún están presentes en el corazón de los aficionados. Y es que su personaje lo catapultó a sitios que jamás imaginó. ¿Alguna vez habrían imaginado que un actor de televisión compartiera cartelera con estandartes del calibre de Blue Demon Jr. y El Hijo del Santo? No cualquier estrella ajena al negocio puede presumirlo, Huicho Domínguez sí.

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