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Todo lo que Carlo Ancelotti aprendió de su padre deportivo Arrigo Sacchi

Carlo Ancelotti ganó la Champions League como jugador en un Milán de leyenda, entrenado por Arrigo Sacchi. Foto: Alessandro Sabattini/Getty Images
Carlo Ancelotti ganó la Champions League como jugador en un Milán de leyenda, entrenado por Arrigo Sacchi. Foto: Alessandro Sabattini/Getty Images

Carlo Ancelotti está triunfando plenamente en su segunda etapa en el banquillo al frente del Real Madrid. A sus 63 años ya no esperaba una oportunidad tan extraordinaria de volver a la élite como supone sentarse en el banquillo del club blanco. Y en su primera temporada tras el retorno sacó un sobresaliente conquistando Liga, Supercopa de España y la Champions, el Santo Grial en la Casa Blanca. En su faceta como entrenador se puede observar claramente todas las influencias que provienen de los países en los que ha entrenado, y a eso podemos añadir su época de jugador, especialmente su última etapa en el Milan de la mano de Arrigo Sacchi. Sin Sacchi es imposible entender su éxito como entrenador.

Ancelotti ya tiene una dilatada trayectoria como técnico y su época de jugador va quedando atrás en el recuerdo, pero fue un excelente centrocampista, que triunfó en la Roma y sobre todo en el Milan de finales de los ochenta. Estuvo convocado para dos Mundiales, en México 86 e Italia 90 y tras una grave lesión de rodilla, modificó su forma de jugar para convertirse en la materia gris del mediocampo del Milan de Arrigo Sacchi. Un equipo que cambió el fútbol para siempre.

En aquel Milan que practicaba la defensa en zona y dirigía al rival hacia un costado para asfixiarle, robarle el balón y a continuación llegar al área rival en tres pases, él tenía una función clave. Era el cerebro del equipo, Baresi gobernaba los tiempos de la defensa y el momento de saltar y dejar al rival en fuera de juego y Ancelotti marcaba los tiempos por delante. Una mirada suya era suficiente para que los Colombo, Rijkaard, Donadoni o Gullit se dirigieran a cercar la presa.

Ancelotti es un enamorado del equilibrio en sus equipos y aquel Milan fue un prodigio en eso. Tenía jugadores privilegiados mentalmente, con una lectura del juego sensacional como Baresi o él, otros primorosos físicamente como Colombo o Rijkaard, y ejecutores de un nivel extraordinario como Gullit y Van Basten. Pero si hay un adjetivo para definir aquel Milan es el de inabordable. En buena parte por el equilibrio que conseguía defendiendo en zona. A Sacchi no tardaron en salirle admiradores e imitadores. Nevio Scala en el Parma o Benito Floro, primero en el Albacete y luego en el Real Madrid, se nutrieron ideológicamente del aquel equipo rojinegro de leyenda.

Carlo Ancelotti fue ayudante de Arrigo Sacchi en la selección italiana. Foto: Alessandro Sabattini/Getty Images.
Carlo Ancelotti fue ayudante de Arrigo Sacchi en la selección italiana. Foto: Alessandro Sabattini/Getty Images.

Fin a sus días de jugador

Cuando Capello llegó al Milan por segunda vez como primer entrenador en 1991, quiso cambiar enseguida la forma de jugar del equipo y abandonó la defensa en zona. A Capello siempre le gustó que sus equipos presionasen muy arriba la salida del rival y era favorable a las marcas al hombre en el mediocampo.

Para entonces, mayo de 1991, Carlo Ancelotti estaba a punto de cumplir 33 años y físicamente, por edad y el estado de su rodilla, ya no podía realizar una labor de tanto desgaste en mediocampo. Pasó de ser el cerebro del Milan de Sacchi a un peón de trabajo en el Milan de Capello. La irrupción de un joven Demetrio Albertini en su posición y la decisión de Capello de jugar con dos extremos más puros, como Donadoni y Evani, le pusieron las cosas cada vez más difíciles.

Su participación en el equipo se redujo a doce partidos en todo el Campeonato 91-92. Sacchi había cogido el testigo de Azeglio Vicini en la selección, en el otoño del 91, tras complicarse mucho la fase de clasificación para la Euro 92, en la que finamente Italia no participaría tras quedar segunda de grupo tras la Unión Soviética. Antes la fase final era de ocho equipos y solo se clasificaba el primero de cada grupo.

Así que a final de temporada Ancelotti, decepcionado con su papel residual en el Milan, decidió colgar las botas y marcharse de segundo con Sacchi a la selección. Sacchi tardó unos meses en que su Italia fuera reconocible, pero finalmente logró implantar la zona con muchos jugadores de su Milan y de un Parma que lucía en la Serie A de la época de la mano de uno de sus discípulos, como fue Nevio Scala.

Ancelotti se convirtió en la mano derecha del que fuese su técnico y aprendió desde el banquillo cómo se manejaba Arrigo con los jugadores. Tomaron decisiones muy difíciles como fue ir prescindiendo de futbolistas que eran un emblema en la Nazionale italiana. Los Zenga, Ferri, Gianinni, De Napoli, Mancini o Vialli fueron desaparecieron de las listas. Italia jugaba en zona, priorizaba el sistema y la zona por encima de las individualidades y al único que le dejaban ser un verso algo más libre fue a Roberto Baggio.

Arrigo Sacchi fue el encargado de darle el trofeo de mejor entrenador del año a su pupilo más destacado; Carlo Ancelotti. Foto: Kristian Skeie - UEFA/UEFA via Getty Images
Arrigo Sacchi fue el encargado de darle el trofeo de mejor entrenador del año a su pupilo más destacado; Carlo Ancelotti. Foto: Kristian Skeie - UEFA/UEFA via Getty Images

Ancelotti era el encargado de hablar mucho con los jugadores. Esa labor de enlace entre Sacchi y sus futbolistas le enseñó a forjar su carácter como técnico. Ancelotti es un técnico dialogante y que suele ganarse a su vestuario y todo empezó con Sacchi en la selección.

Cuando el pasado mes de agosto Ancelotti recibió el premio como mejor técnico de la pasada Champions por parte de la UEFA, lo primero que hizo fue acordarse de su mentor, Arrigo Sacchi. Y todo empezó hace ahora 30 años, cuando un cambio de sistema y forma de juego tras la llegada de Capello al Milan, precipitó la retirada de Carlo y su llegada como segundo al banquillo de la selección.

Sacchi ha sido fundamental en la vida de Ancelotti. Posibilitó ver su última gran versión como jugador y ayudó de forma decisiva en sus primeros pasos como entrenador a su lado.

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