Haddad, espíritu de Guga, mentalidad de hierro

París, 7 jun (EFE).- Beatriz Haddad lanza la raqueta, se lleva las manos a la cabeza y abre la boca, incrédula, por la gesta que ha firmado frente a la tunecina Ons Jabeur, en el mismo escenario donde hace 22 años Gustavo Kuerten dibujó un corazón que selló para siempre el vínculo infranqueable con Roland Garros.

Aquel día de 2001, Guga, defensor del título, quería agradecer el apoyo de la grada que le llevó en volandas a remontar un partido contra el estadounidense Michael Russell, frente a quien con dos sets en contra salvó una bola de partido camino de su tercera corona en París.

"Bia", como la conocen en su país, ha remontado cuatro partidos para presentarse en las semifinales de Roland Garros, las primeras de su carrera, las primeras de una brasileña en un Grand Slam desde 1968, las primeras de una brasileña en Roland Garros desde 1966.

"Bia y Guga son iguales. Ella es agresiva, como lo era él. presionar al adversario, hacerle recular para abrir la pisa, esa es la forma que tiene ambos de jugar", explica Larri Passos, el histórico entrenador de Kuerten que lo fue de Haddad entre sus 14 y 18 años.

En su academia encontró la inspiración del campeón brasileño, que no le ha abandonado desde entonces, convertido en su padrino.

Haddad, que cumplió los 27 años el pasado día 30, un día antes de debutar en un torneo que llevará siempre marcado a fuego. "Estoy feliz", asegura tras derrotar a la séptima raqueta del mundo, "orgullosa" de haber superado a la tunecina tras perder el primer set, como hizo antes contra la española Sara Sorribes en un maratón de casi cuatro horas, el tercer partido más largo de la historia del torneo.

Y antes aun frente a las rusas Katerina Alexandrova, Diana Shnaider, esta última después de estar empatadas a 1 set.

"Un partido de tenis es un maratón, no un cien metros", asegura la tenista nacida en Sao Paulo. "Una de mis cualidades es saber esperar, soy muy paciente, nunca abandono, espero mi momento porque estoy a un gran nivel. Aunque no me salgan bien, siempre hay un momento para regresar".

Frente a Jabeur, el momento fue el juego de desempate del segundo set, cuando apareció la mejor versión de una jugadora que ha tardado en instalarse entre las mejores, pero que ha demostrado que tiene tenis para quedarse un tiempo.

Haddad ha atravesado en su carrera un calvario de lesiones que fueron minando la progresión que apuntaba de niña, dañada también en 2019 por una sanción de diez meses por un caso de dopaje por el que finalmente fue absuelta.

El año pasado se alzó con dos torneos en hierba, Nottingham y Birmingham y llegó a la final del WTA 1.000 de Toronto, lo que le aupó en la clasificación y le abrió las puertas de los grandes torneos.

Ella, que nunca había encadenado dos victorias en un Grand Slam, se presentó en París con la esperanza de superar la tercera ronda, animada por los cuartos de final que alcanzó en Madrid.

Haddad tiene ahora por delante el mayor reto posible que puede afrontar una mujer en el tenis actual, derrotar a la número 1 del mundo y defensora del título, la polaca Iga Swiatek, que busca su tercer título en París y que llega a la semifinal con los números inversos a los de la brasileña, sin haber perdido un set y poco más de cinco horas y media de rodaje.

Pero "Bia" no pierde la fe y recuerda que le batió en el único duelo entre ambas, precisamente camino de la final de Toronto del año pasado.

"Saldré a disfrutar y a pelear cada punto. No tengo nada que perder, así que lo voy a dar todo", aseguró.

Luis Miguel Pascual

(c) Agencia EFE