Boca: los límites que faltan en el patio de la casa

Edwin Cardona protagonizó otro hecho de mala conducta en Boca, junto a Sebastián Villa y Carlos Zambrano
Nahuel Ventura

Cuesta creer cómo hombres de fútbol, férreos, temperamentales, dan señales tan distintas. La mala conducta se volvió un hábito en Boca. Y si se borronean los límites, si no se encauzan situaciones que inexorablemente empeorarán hasta transformarse en una avalancha, la falta de respeto hacia el club y los socios se vuelve general. Del primero al último. Incluso de los que vociferan el amor a Boca.

Los colombianos Sebastián Villa y Edwin Cardona son reincidentes en eso de no cumplir las reglas. Se empacaron. Se fueron y abandonaron los entrenamientos en nombre de los problemas personales. Volvieron. Entre tibias disculpas, las de Villa, nada ocurrió. Habrán tardado más o menos, pero, a la larga, jugaron. Como si nada hubiera sucedido.

Las autoridades de Boca empiezan a desdibujarse cuando chocan los dichos y los hechos. Del presidente Jorge Ameal poco se sabe en los últimos tiempos. Él delegó el manejo del fútbol en Juan Román Riquelme, a cargo del Consejo, y sus laderos, Jorge Bermúdez, Marcelo Delgado y Raúl Cascini. La investidura de Ameal exige una posición firme en temas tan delicados. Nada.

Los exfutbolistas ocupan hoy una posición bien distinta y hacen un delicado equilibrio entre sus experiencias dentro de un vestuario y el papel de dirigentes. No les resulta fácil. Tanto que, aún con Riquelme como vértice, el tema puede superarlos.

El costo resultará mayor al de perder una transferencia millonaria si en el medio están la credibilidad y la armonía del resto del grupo. Consecuencias. El eje pasará por los jóvenes, a quienes los más experimentados deben guiar y aconsejar, según se jactan. Ejemplos. Las respuestas serán para la gente, que acompaña y siempre acompañará, como durante la peor parte de la pandemia, cuando pagaba las cuotas por nada. Corrección: por todo, por la orgullosa pertenencia.

“ Villa les faltó el respeto a Boca y a sus compañeros ”, dijo Riquelme no hace tanto. Volvió a ocurrir. Y hacer como si nada sucedió –otra vez– también será una ofensa al escudo que, seguramente, estará dibujado en el patio de todas las casas xeneizes.