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Boca se hace fuerte en los penales y Agustín Rossi refresca la receta para mantener el sueño de llegar a la Libertadores

El festejo de Agustín Rossi; el "1" tapó el remate de Marín y encaminó el triunfo de Boca sobre Patronato en la Copa Argentina
Fotobaires

Hace muchos años, cuando Carlos Bianchi formó un Boca ganador, existía una sentencia vinculada con que el entrenador tenía “el celular de Dios”. Que en las instancias definitorias recibía una ayuda divina y salía victorioso. Esas etapas eran los penales, una costumbre de sus primeros ciclos. En el club, hoy, hay un hijo pródigo del ex técnico. O, mejor dicho, varios. Porque Juan Román Riquelme, líder del Consejo de Fútbol, está rodeado de hombres que han vivido en carne propia el mando del “Virrey”. Al igual que antes, en la presente gestión, la definición desde los doce pasos es una fortaleza.

Sufrió no hacer goles ante Patronato, en los cuartos de final de la Copa Argentina, con la presión de tener que ser campeón para clasificar a la Copa Libertadores 2022. Entonces, fue el turno de la bendita definición por penales: ganó 4-2 y cosechó su quinto triunfo a través de esa vía de las siete que afrontó en los 21 meses de mandato. Eso sí: en el año, no pudo imponerse en el tiempo reglamentario de ninguno de los compromisos importantes que disputó. Y, por ahora, los penales le juegan bastante a favor.

Estas instancias se analizan desde varios puntos de vista. Algunos sostienen que es el azar el que define todo; otros, que se trabajan como cualquier otro aspecto futbolístico; y están los que ponen a la mística en el centro. Todo es subjetivo, pero el último ítem parece ser el que atraviesa Boca. Con ejecutantes que lo viven con personalidad y un Agustín Rossi en el arco que se va haciendo más gigante en cada tanda de penales: ya le transmite la seguridad a sus compañeros de que se apoderará de, al menos, un remate rival.

Tras el pase a préstamo a Lanús, Rossi creció y ganó confianza. Quedó como titular luego de la venta de Esteban Andrada. Aunque ya la pelea era pareja y muchos se inclinaban por Rossi. Fue decisivo ante River y anteanoche, en Santiago del Estero. Tanto fue así que hasta llegó al seleccionado argentino.

Rossi se agigantó ante Marín. Rojo, Izquierdoz, Molinas y Pavón no fallaron y permitieron que Sebastián Battaglia aprobara el primer examen de eliminación directa. Una secuencia (y pateadores) que se van repitiendo, mayoritariamente, con éxito.

Pavón anota el último penal, el que selló el pase de Boca a las semifinales de la Copa Argentina
Telam


Pavón anota el último penal, el que selló el pase de Boca a las semifinales de la Copa Argentina (Telam/)

En la etapa previa habían eliminado a River, ese duelo que solía ser un dolor de cabeza y, a través de los once metros, lo contrarrestó: lo sacó de la Copa Argentina con un 4-1 en el que Rossi detuvo la definición de Álvarez. También en los cuartos de final de la Copa de la Liga Profesional: el arquero paró los remates de Angileri y Ponzio y el xeneize lo eliminó 4-2. Ambas con Miguel Ángel Russo en el banco.

Anteriormente, ya había sido vencedor en dos ocasiones importantes. En los octavos de final de la Libertadores 2020 superó a Inter, de Porto Alegre, por 5-4 en la Bombonera y en la final de la Copa Diego Maradona venció por 5-3 a Banfield y obtuvo el título local.

Festejo contra River, en los octavos de la Copa Argentina, también desde los 11 metros
LA NACION/Anibal Greco


Festejo contra River, en los octavos de la Copa Argentina, también desde los 11 metros (LA NACION/Anibal Greco/)

Las excepciones de esta gestión son dos. Una injusta: la serie de octavos de final ante Atlético Mineiro en la que el VAR le anuló dos goles lícitos y terminó perdiendo desde el punto penal. La otra fue la caída 4-2 ante Racing en la que Boca no aprovechó el tiro que desvió Rossi.

“Hay arquero para el futuro”, se escuchó decir mil veces cuando llegó en 2017. En sus primeras experiencias no brindó seguridad y por eso contrataron a Andrada, que supo lucirse. No obstante, hay algo en lo que se diferencian: el hombre de Monterrey no hizo méritos para catalogarlo como atajador de penales, algo que Rossi se ganó en el último tiempo.

Y eso es importante. Vaya si la historia de la institución de la Ribera lo sabe. Durante la era dorada, la de la primera década del presente siglo, fue fundamental la jerarquía de dos arqueros que fueron esenciales: Oscar Córdoba y Roberto Abbondanzieri atajaban, muchas veces, de a dos penales por serie. Así como también la mentalidad ganadora de los futbolistas de aquellas épocas. Sin comparar entrenadores ni competiciones, Bianchi ganó seis de siete tandas.

De esa manera dejó huellas inolvidables. Ante Palmeiras, en el Morumbí, festejó en la final de la Copa Libertadores 2000: 4-2 para ser campeón de América por tercera vez. La cuarta vino enseguida: al año siguiente repitió escenario y rival, pero triunfó 3-2 en la semifinal. Cruz Azul fue la víctima de la final 2001 (3-1) en la Bombonera.

En el segundo ciclo del ex DT se profundizó. El 14 de diciembre de 2003 fue campeón del mundo en Japón al vencer por penales al Milan: 3-1, con un Abbondanzieri notable que contuvo los penales de Pirlo y Costacurta. A la siguiente Libertadores, la misma rutina: eliminó a São Caetano en los cuartos de final por 4-3 y en la siguiente instancia apareció River. El éxito por 5-4 en el Monumental lo llevó a la final con Once Caldas, acaso el único traspié de Bianchi en penales. Su equipo no convirtió en toda la serie, sin sacarle jugo a dos ejecuciones atajadas por Abbondanzieri.

Incluso, se puede agregar una importante vivida con Alfio Basile: venció a Pumas con un 4-3 en los doce pasos y se consagró en la Copa Sudamericana 2005.

Las series de penales, esa instancia en la que Boca empieza a ser peligroso y que le trae buenos augurios.