Boca campeón en un año circular: las manos de Agustín Rossi valieron un título con aires de desahogo

Boca, otra vez campeón de la Copa Argentina
Boca, otra vez campeón de la Copa Argentina

Como si todo 2021 hubiese sido una larga vuelta olímpica al calendario, Boca cierra el año con la misma foto con la que lo inició: ¡campeón! Celebró un plantel golpeado. Liberó un suspiro el DT Sebastián Battaglia, de a ratos agobiado por el vendaval de sensaciones. Sonrió el Consejo de Fútbol, encabezado por Juan Román Riquelme, sin que nada más importara, más que los fuegos artificiales en el norte.

Talleres fue un duro rival y todo se definió en los penales, después del 0-0 en los noventa minutos. En la dramática definición, los xeneizes se impusieron por 5 a 4. Otra vez el arquero Agustín Rossi se lució. Esta vez frente a Héctor Fértoli. Los pateadores de Boca acertaron uno detrás de otro: Marcos Rojo, Carlos Izquierdoz, Cristian Pavón, Agustín Sandez y Eduardo Salvio, el que puso la frutilla. Los de azul y oro lo hicieron de nuevo.

Entre aquella celebración en San Juan, tras la victoria por penales sobre Banfield del 17 de enero, y este festejo de anoche pasaron 325 días. Agitados. Movidos. Intensos. Volcánicos. Así funciona el mundo Boca. Le costó, pero sacó adelante un partido ríspido y con altibajos.

Se jugó un partido distinto. Fue como si el nerviosismo de las tribunas se hubiera trasladado al campo. El griterío los aturdió. Empezó algo mejor Boca. Después reaccionó Talleres, que en el balance pareció más punzante. Ninguno escatimó pierna fuerte en un desarrollo, de a ratos, accidentado.

De la Copa Maradona a la Copa Argentina el equipo, y la institución, estuvieron inmersos en una montaña rusa. Con emociones, alegrías, tristezas, renuncias, despidos, escándalos y desahogos. La inestabilidad estuvo dentro y fuera de la cancha. Pero aún en ese contexto, poco recomendable, el club volvió a dar la talla para sumar una estrella más, la número 71.

Hace apenas 11 meses, el vicepresidente era Mario Pergolini; el director técnico, Miguel Ángel Russo; la figura, Carlos Tevez, y el puesto de centrodelantero se lo intercalaban entre Ramón Ábila y Franco Soldano. Por distintos motivos, ninguno de ellos forma parte hoy de Boca.

El binomio electoral se desarmó con la escandalosa salida del empresario, cansado del ninguneo, a fines de marzo. Hubo cambio de DT en agosto (“En un año y medio armé tres equipos, ganamos dos títulos, eliminamos dos veces a River, llegamos a una semifinal de Copa Libertadores y me tuve que ir”, resumió Russo, poco después de ser destituido) y entonces llegó Battaglia.

El Apache anunció a comienzos de junio que no volverá a jugar con la camiseta xeneize, y tras las salidas de los delanteros cordobeses, ahora es Luis Vázquez el que se erigió como una grata e inesperada revelación como goleador (lleva 7 en 29 partidos y es el máximo artillero desde el cambio de entrenador).

En relación al Consejo de Fútbol, el balance se acomoda de acuerdo a las conveniencias. El equipo de trabajo liderado por Riquelme –anoche estuvo en el estadio Madre de Ciudades– se golpea el pecho al recordar los dos títulos obtenidos y las dos eliminaciones mano a mano ante River, pero mira para el costado a la hora de evaluar la desalmada eliminación a manos de Santos en enero, por las semifinales de la Libertadores 2020, el discreto nivel exhibido hasta aquí por los refuerzos y normalizó algo anormal: interrumpirle el contrato a Russo.

Raúl Cascini, uno de los que participó de la pelea en el vestuario del Estadio Mineirao
Captura


Raúl Cascini, uno de los que participó de la pelea en el vestuario del Estadio Mineirao (Captura/)

A la vez, ocultó en su discurso de “le ganamos al Mineiro” el escándalo ocurrido en la zona de vestuarios del Mineirao. Iniciado porque Raúl Cascini, uno de los responsables de la delegación, no toleró una provocación tan inaceptable como frecuente en Brasil. El equipo rompió la burbuja y pagó la indisciplina disputando dos partidos del torneo local con juveniles, y recibiendo fuertísimas sanciones.

Cada una de esas imágenes, seguramente, pasaron por la mente de los protagonistas mientras la pelota iba y venía frente a un duro adversario, Talleres, que en ningún momento dio nada por perdido. Todo lo contrario.

En lo referido al juego, Boca tuvo un año difícil. Fueron 67 los partidos jugados, con 22 triunfos, 23 empates y 12 derrotas. El equipo anotó 67 goles y recibió 42. El ciclo de Battaglia fue mucho más positivo que el de Russo. El exvolante dirigió al equipo en 22 ocasiones, con 11 victorias, 6 igualdades y 5 caídas, mientras que su antecesor dirigió 34 veces (11-16-7).

Era previsible que alguno perdiera piezas frente a tanta vehemencia. Y le tocó a Boca, que vio como Ramírez se iba a los vestuarios cuando promediaba la segunda parte, tras haber recibido la segunda amonestación. Creció la lucha. Se notó el cansancio. Empujó la mente.

En el debe de Boca sigue apareciendo lo mismo: un mayor volumen de juego, más protagonismo y una idea clara. No mejorar eso, sobre la base del optimismo y desahogo, sería un error. La celebración del hincha de Boca de este domingo, un día después del partido contra Central Córdoba será de la mejor manera: con el equipo campeón y con la clasificación directa para la Copa Libertadores. Una vez más.