Óliver Torres, la estrella que no fue

Óliver Torres, la estrella que no fue

La historia de Óliver Torres en el Atlético de Madrid ha llegado a su fin. El joven mediapunta ha puesto rumbo a Porto donde volverá a jugar cedido, como lo hizo hace dos temporadas, pero el club portugués tiene además una opción de compra obligatoria de 20 millones el verano que viene para quedarse con el futbolista en propiedad.

El español, de apenas 21 años, tiene ya las espaldas bien curtidas tras haber vivido la montaña rusa de ser considerado una estrella en ciernes a una edad prematura, para luego pasar a calentar banquilllo --e incluso la grada-- en el club de sus amores.

Mucho deberían cambiar las cosas en el Atlético de Madrid, empezando por la partida de su entrenador, para que las historias de Óliver y el club colchonero volvieran a cruzarse, con lo que a buen seguro el jugador que debía convertirse en el relevo de Fernando Torres como gran campeón surgido de la cantera rojiblanca acabará triunfando o no, pero siempre lejos del Vicente Calderón.

Las cosas pintaban muy bien para el pequeño Óliver, quien deslumbró desde un primer momento no sólo por su calidad y su habilidad de adaptarse a las visicitudes de un equipo top de primera división, si no también por lo bien que encajó en la forma de entender el juego posicional que Diego Simeone buscaba implantar en el equipo.

Con el Cholo, todos los jugadores tienen que remar hacía el mismo lado, y Óliver no tardó en entender la directriz. Como ya hiciera Arda Turan, el canterano puso su talento a favor del grupo, y su desarrollo físico le ayudó a destacar en las facetas que más valora Simeone de sus atacantes: el esfuerzo, la presión, el cuerpo a cuerpo, etc. Sus actuaciones con la selección sub-19 (con la que ganó el Europeo de 2012 de la categoría) y la sub-21 le pusieron en el podio de futuras estrellas del fútbol español, pero su pogresión se vería cortada por el mismo hombre que le dio el primer empujón en el fútbol profesional.

Tras su paso por Villarreal y Porto, el jugador volvió al Atlético de Madrid más hecho, pero con menor predisposición a darle al entrenador lo que pedía de él. De ahí que en la última temporada la aportación de Óliver en el club de su vida haya sido testimonial, perdiendo incluso su puesto en el banquillo en la final de la Champions League en Milán tras la vuelta del portugués Tiago a la actividad del grupo.

Su salida este verano era inminente, pues a su edad Óliver necesita mucho más recorrido futbolístico para definir su futuro.

En el FC Porto -- seguramente, y más con la inminente salida del argelino Brahimi-- el cacereño podrá seguir explotando su fútbol y desarrollándose como la gran estrella que todavía no ha llegado a ser. Lo triste es que, a buen seguro, ese crecimiento le llevará cada vez más lejos de un Atlético de Madrid donde se preveía un futuro brillante para él como el líder del equipo colchonero.

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