Otra vez los Barras Bravas, la historia de nunca acabar
La mancha negra del fútbol. La lacra impune. Los violentos disfrazados de hinchas. Los que siembran el terror y circulan con una libertad incomprensible. Los protegidos del poder. Los que hacen y deshacen a voluntad sin recibir el castigo que merecen. Los Barras Bravas, esos malditos grupos de inadaptados que poco a poco van matando al fútbol.
¿Por qué en Inglaterra pudieron con los “Hooligans” y en nuestros países (sobre todo en Argentina, Chile y Colombia, donde se manifiestan con mayor violencia) no pueden? ¿Por qué no se toman medidas de fondo para acabar con este flagelo?
Este jueves, en Asunción, volvió a decir presente la mal llamada “12”, esos que se creen hinchas de Boca Juniors y que sólo responden a sus propios intereses, escudados cobardemente en grupos armados, drogados y borrachos.
La mal llamada “12”, encabezada por Rafael Di Zeo y Mauro Martín, llegó en autobuses a la capital paraguaya para el partido de ida de los Octavos de Final de la Copa Libertadores entre Cerro Porteño y Boca.
Cuando estaban ingresando a la ciudad, aparentemente “perdieron” la protección policial que los escoltaba y aparecieron en el Barrio San Felipe, conocido como “peligroso” por sus habitantes.
Ahí comenzaron los disturbios y se escucharon disparos de armas de fuego. Según las versiones oficiales, a pesar de estos lamentables sucesos, la policía local permitió que los Barras ingresaran al estadio para detenerlos una vez finalizado el partido.
Si bien el número exacto varía, ya que algunos ya fueron liberados por falta de mérito, algo más de 200 delincuentes (incluidos los antes nombrados) quedaron a disposición de la justicia. Allí se les secuestraron armas blancas, marihuana, cocaína y grandes cantidades de alcohol.
Rafael Di Zeo y otros 237 hinchas de #Boca detenidos en Paraguay: https://t.co/wp3lI2v1fo pic.twitter.com/O9kTWaBDRb
— TyC Sports (@TyCSports) April 29, 2016
¿Vale la pena seguir preguntándose como salen del país con todos los antecedentes que la mayoría de ellos poseen? ¿Vale la pena seguir preguntándose cómo les permiten el ingreso en los países que “visitan”?
No, ¿para qué? Si igual nadie hace nada, si igual poco a poco siguen destrozando la pasión de millones de verdaderos fanáticos. Sino fíjense en Argentina, donde desde hace ya algunos años los visitantes no pueden ir a ver a sus equipos por la inacción, la ineptitud, la desidia y la ¿complicidad? de quienes deberían tomar cartas en el asunto.
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