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El juego brusco no es exclusividad de los argentinos

El juego brusco no es exclusividad de los argentinos

En los últimos tiempos hemos destacado, desafortunadamente, las fuertes acciones que están caracterizando al fútbol argentino.

Patadas arteras que en su mayoría terminan por romper a un futbolista, tales como los casos de Vagioni a Pavón, Orión a Bueno o Tevez a Ham, entre las más descalificadoras.

Que el fútbol es un deporte de contacto no es ninguna novedad. Lo que debe existir es la lealtad, el profesionalismo y el respeto por el rival, situaciones que muchas veces no son respetadas.

¿Quién puede determinar si hay o no hay “mala leche”? Eso queda a criterio de cada uno y a la conciencia de quienes agreden.

Pero no sólo en Argentina suceden estas cosas. El pasado domingo jugaban el Joinville con el Atlético Mineiro por la fecha 28 de Brasileirao. Al minuto 68, aproximadamente, el futbolista Anselmo de Joinville le pegó un terrible planchazo a Jesús Dátolo de Mineiro.

 

Como consecuencia el futbolista argentino sufrió un corte que a simple vista impresiona.

Y lo peor del caso: el árbitro del partido Raphael Claus ni siquiera mostró una tarjeta, al mejor estilo de algunos de sus colegas argentinos.

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