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Conmovedor gesto de entrenador legendario

Con el paso de los años, aquellos quienes son moldeados o forjados por la mano de un entrenador para convertirse en personas de bien, productivas y exitosas, al margen de que lo sean o hayan sido en el ámbito deportivo, agradecen ese pasaje de su vida por lo que significó en términos de formación de la personalidad, del carácter y los valores.

Una medalla olímpica de oro (Montreal 1976), dos campeonatos nacionales de la NCAA (1982 y 1993) y 879 victorias en  la máxima División del baloncesto colegial estadounidense, decoran el currículum de Dean Smith, uno de esos entrenadores que definitivamente dejó huella en basquetbolistas de la talla de James Worthy, Sam Perkins o Michael Jordan en la Universidad de Carolina del Norte, donde dejó su gran legado.

También dirigió a otros jugadores famosos como Bob McAdoo, Billy Cunningham, Kenny Smith, Jerry Stackhouse, Vince Carter, Antawn Jamison, Rick Fox o Rasheed Wallace.

No puede hablarse de los mejores entrenadores del básquet colegial de los Estados Unidos sin mencionar a Smith, quien ha sido tributado por los Tar Heels al nombrar Dean Smith Center, la arena con capacidad de más de 21 mil aficionados, honor que aconteció en 1986.



En 1997, el coach Smith anunció su retiro, y sus apariciones por el campus cada vez se fueron haciendo más esporádicas con el irremediable paso de los años su salud fue minando poco a poco.

Dean Smith siempre fue muy renuente a los homenajes, a los tributos, a ser el foco de atención. Cuando iban a nombrar la arena de los Tar Heels en su nombre, se negó rotundamente a que así fuera, pero, las peticiones y el deseo de que así fuera por parte de sus jugadores, exjugadores y la comunidad académica entera, fueron abrumadoras, y no hubo más que hacer que dejarse llevar.

El coach Smith murió a los 83 años el pasado 7 de febrero de este año en Chapel Hill, Carolina del Norte, la localidad donde se halla la Universidad de North Carolina. Poco antes de su deceso, y con años de alejamiento y auto marginación, y para no variar, con renuencia, aceptó un homenaje a su carrera, a su legado, fue convencido de asistir. Se le veía mal, con dificultades para estar en público, y más aún entre masas. Pero fue la última ocasión en la que se le vio públicamente para morir poco después.



Y, todo esto nos lleva al tema de su nobleza, de cuánto le importaban sus jugadores, con quienes no sólo desarrolló un lazo jugador-entrenador, sino algo más allá.

Después de la muerte del entrenador, se hizo pública una de sus últimas voluntades: dejar herencia a algunos de sus antiguos jugadores.

Por órdenes del coach Dean Smith, y bajo el apoyo de un contador, dejó cheques de 200 dólares a aproximadamente 180 de sus discípulos a través de Tim Breedlove, el encargado de la misión del finado entrenador.

Algunas de esas cartas comenzaron a pulular en las redes sociales en las que el entrenador les dejó un mensaje “disfruten de la cena” con el dinero.