Los dos estilos madrileños en la final de la Champions

Los dos estilos madrileños en la final de la Champions

Los fríos números no engañan, pero tampoco cuentan la historia completa, dispuesta esta a ser interpretada como uno desee.

El Real Madrid cerró su pase a la final de la Champions League tras batir al Manchester City 1-0. Resultado corto, visto lo visto en los dos partidos, y muchos aseguran que desmerecido para un equipo blanco que habiendo podido sentenciar mucho antes no lo hizo y tuvo que sufrir al final. Sufrir es, obviamente, relativo. El City tiró una sólo vez entre los tres palos, y sumó dos disparos que pasaron cerca (uno tocó el exterior del poste derecho de Keylor) pero poco más. Ni siquiera en el apretón final, con el Real Madrid reculando en busca de una contra que finiquitara el encuentro, pudieron los Citizens acercarse y meter miedo a Keylor Navas.

Así y todo, la crítica certificó el partido de los blancos con adjetivos como "flojo", "suficiente", "falto de carácter ganador", en vez de luchado, controlado o superior.

La noche anterior, el Atlético Madrid había firmado su viaje a Milán tras perder ante el Bayern Munich en el Allianz Arena. Los del Cholo, que ganaron en Madrid con un golazo de Saúl, se plantaron en Múnich buscando asegurar el pase a toda costa y sabiendo de sobra que los de Pep Guardiola podían ser un huracán ofensivo que se los llevará por delante.

El Bayern barrió del campo a los colchoneros en un primer acto primoroso, en el que controlaron todos los aspectos del juego, marcaron el 1-0 y se pudieron ir al descanso con un 2-0 que les clasificaba para Milán si Thomas Müller hubiera marcado de penalti ante Oblak.

Sin embargo, el gigante esloveno se convirtió en el salvador de los rojiblancos, pues primero paró el penalti y después, cuando el partido ya iba 2-1 tras los goles de Griezmann y Lewandowski, aguantó el chaparrón final de los teutones. El Atleti terminó el partido encerrado en su área, achicando agua por todas partes, con el Bayern Munich volcado en busca del gol que les clasificara a la final de la Champions League, pero esto nunca ocurrió.

Simeone y sus hombres se sienten fuertes en esta tesitura. El partido fue un calco de muchos otros de los colchoneros, empezando por la final de hace dos años en Lisboa, también contra el Real Madrid, cuando tras el gol de Godín en la primera parte, los blancos se apoderaron del balón y se dejaron todo en cada ataque en busca de un empate que llegó gracias a un cabezazo de Sergio Ramos en el agónico minuto 93 de partido.

Tras el encuentro en Múnich, los jugadores del Atlético Madrid fueron recibidos como verdaderos héroes en Barajas, su entrenador de nuevo enaltecido como uno de los exponentes vivos del esfuerzo, la unión, el sudor, y muchos otros valores que tienen un peso específico en un equipo de fútbol, sin duda, pero que pueden ser atribuidos tanto al Atlético Madrid como, digamos, al Leicester.

Es cierto que el Real Madrid ha tenido muchos problemas para "encontrarse" a si mismo esta temporada. Más por culpa de una junta directiva histriónica y enfocada Dios sabe en que factores prioritarios --que tienen bien poco, o nada, que ver con el deporte-- que por su propia plantilla, que ha hecho lo que ha podido con los bandazos de dirección que le ha tocado vivir. También es cierto que ha tenido un camino mucho más sencillo hacia la final que su rival, pues ni Roma, ni Wolfsburgo, ni Manchester City son equipos de un nivel similar a los blancos, mientras que los colchoneros han tendio que verselas con PSV Eindhoven, Barcelona y Bayern Munich.

Pero con todo y eso, el equipo llega a Milán siendo el máximo goleador de la competición, habiendo recibido sólo dos goles en todo el campeonato --en la noche de la pájara en Wolfsburgo-- y habiendo superado todas las pruebas, por ínfimas o complicadas que hayan sido. No hace el Real Madrid un fútbol vistoso como el que proponen los iluminados del Siglo XXI, pero también están bastante distanciados del juego raquítico y espeso que instauró en el club José Mourinho, con un parentesco mucho más parecido al que practican los hombres del Cholo Simeone, aunque a nivel personal el argentino sea venerado y sepa vender mucho mejor su idea que el portugués.

Cabe también recordar que la gloria del Atlético Madrid (campéon de Liga hace dos años, de la Super Copa española el año pasado, y disputando su segunda final en la Champions League en tres años) no ha sido construida sólo a base de correr medias maratones cada partido. El equipo ha ido evolucionando y manejándose mucho mejor que en otros períodos de su historia en la parte económica. De ahí que este año hayan invertido más de 140 millones de euros en fichajes, más por ejemplo de lo que invirtieron Real Madrid o FC Barcelona, sin ir más lejos, o que el curso pasado, el club comprara jugadores por valor de 115 millones de euros también. El mal intrínsico del Real Madrid (el dinero por castigo) podría ser ahora también un factor diferencial en su rival capitalino.

Un compendio de factores en el lado colchonero que dan para estar bastante orgullosos, pero que en manos de otro líder (llamémosle Mourinho), podría ser visto desde un punto de vista bastante diferente: Un equipo que invierte millonadas en grandes estrellas y que, sin embargo, sigue proponiendo un fútbol que se basa en negar el del contrario, en lugar de crear el propio.

¿Quién ganará la final? Los detalles son siempre los que deciden los partidos... y los campeonatos, me atrevería a decir. La pantorrilla izquierda de Fernando metió al Real Madrid en la final, como el agujero en la barrera del Wolfsburgo para que Ronaldo marcara el 3-0 le metió en las semifinales. Una jugada magistral de Saúl, ante la parsimonia en el marcaje de Thiago o Alaba, y un pase de tiralineas --al borde del fuera de juego-- de Torres para Griezmann, y el Atleti se ve ante la posibilidad de levantar su primera Champions League. Simples detalles que acaban decidiendo momentos claves y que luegos nos esforzamos en correlar con el buen hacer o el mal hacer general de un equipo.

Los estilos, tan diferentes ellos, pasaran a un segundo plano en la final madrileña. En 90 minutos, todo lo ocurrido antes, e incluso la estadística, no importan para nada. Si nos paramos en ella, tanto colchoneros como vikingos tienen donde ampararse. En los últimos dos años, el equipo que ha ganado al Bayern en semifinales ha ganado el torneo, así que el Atleti debería ir cmprando el champagne. Pero en los últimos dos años, el único equipo capaz de doblegar a los rojiblancos en el torneo ha sido el Real Madrid. Cíbeles puede ir vistiéndose de blanca.

Cada cual lo mirará como quiera y es ahí donde yace lo grandioso de esta final. Un partido lleno de matices, imposible de descifrar tres semanas antes de que suene el pitido inicial, enfrentando a dos equipos que se conocen completamente y que se temen y respetan a partes iguales, con dos estilos tan diferentes y tan parecidos que es imposible dirimir las líneas que los separan.

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