Las fugas de agua en el discurso de Zinedine Zidane

GRA170. MADRID, 06/02/2016.- El entrenador del Real Madrid, el francés Zinedine Zidane, en rueda de prensa posterior al entrenamiento realizado hoy en la ciudad deportiva de Valdebebas, en la víspera del partido de la vigésima tercera jornada de Liga de Primera División que el conjunto blanco disputa mañana ante el Granada en el Nuevo Estadio de Los Cármenes. EFE/Fernando Villar

Los que han conocido la metodología de Zinedine Zidane en el Real Madrid Castilla destacan dos rasgos de su estilo: es hombre escasas innovaciones tácticas y también de pocas pero concisas palabras. Sus primeras intervenciones para los medios desde que asumió el mando en el primer equipo blanco han reforzado ese perfil aunque de un modo inesperado. El principal damnificado, claro, ha sido Rafa Benítez.

Zidane se agarra a dos discursos claros desde su debut en los banquillos de élite: el mimo pronunciado hacia sus estrellas (con Cristiano Ronaldo como principal objeto de adoración) y las quejas por el estado físico de sus pupilos. Su última entrevista en 'Record' es un vivo ejemplo de ello.

"Cristiano Ronaldo es el mejor. De Cristiano se pueden decir muchas cosas, pero dentro de su corazón es una buena persona", por un lado. Por el otro, la ya recurrente puya al presunto déficit físico heredado de la etapa Benítez. “Estamos trabajando bien físicamente, si estamos bien con la calidad que tenemos, no estoy preocupado”, vuelve a repetir el francés. Su discurso, casi un mantra, es monolítico desde que llegó.

Admitiendo la crítica velada al compañero destituido como una vileza común pero menor en el mundo del fútbol, el discurso del francés tiene varias vías de fuga. La principal que a Zidane no le van a medir por la capacidad anaeróbica de sus muchachos al final de temporada sino por los títulos. De todo hemos visto en este negocio, pero tratar de justificar la ausencia de trofeos a final de curso con el típico bajón de forma que la mayoría de equipos sufren en España tras la navidad sería una pirueta incomprensible.

La segunda es el juego. El Madrid golea en casa a equipos débiles, pero sufre más de la cuenta fuera de su estadio y el juego, más allá de la buena voluntad renovada de unos cuantos, no ha variado en exceso desde la marcha de Benítez.

Zidane goza del respaldo presidencial del que sus inmediatos antecesores carecieron pero le va a hacer falta algo más que excusas y mano izquierda para conseguir los objetivos que el club se marcó a principio de curso.

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