Gareth Bale conecta al Real Madrid, cuando le dejan

Gareth Bale conecta al Real Madrid, cuando le dejan

Volvió el Real Madrid a jugar en el Santiago Bernabéu ante un público expectante después del desastre táctico vivdo en Varsovia y el equipo sacó el lance con nota, aunque no pueda lanzar las campanas al vuelo.

El equipo de Zidane sigue dando la sensación de que cualquier rival que le presione la salida del balón cubriendo a Kroos tiene más de media batalla ganada y que su fragilidad táctica en la retaguardia puede convertir al menor de los rivales en el Brasil del 70. Sin embargo, ante el Leganés, el equipo pudo luchar contra los elementos, la falta de espacio y la superioridad física de su vecino del sur para llevarse tres puntos que, aunque a priori parecían fáciles al mirar el calendario, se habían convertido en clave para los blancos -- más aun tras el traspies del Atlético de Madrid en Anoeta.

Los blancos, una vez más impulsados por el trabajo incansable de Mateo Kovacic en el mediocampo, pasaron los 40 minutos en posesión prácticamente total del balón, pero sin lograr disparar a portería; en parte porque Garitano había armado un equipo que se presentó como un roca en la faceta defensiva en el Santiago Bernabéu, pero en parte porque la delantera --con Morata en el lugar de Benzema-- seguía completamente desconectada de la fase en la que el equipo debe arremangarse y trabajar al unísono.

Por eso la situación sólo cambió cuando Gareth Bale dio un paso al frente. El galés, como tantas tardes, juega como cohíbido ante la presencia de Ronaldo sobre el césped. Se esconde en la banda, busca percutir pero lo hace de puntillas, como el niño pequeño que pretende no hacer mucho ruido en la cocina para no despertar a sus padres.

Cuando de repente se suelta, el estadio lo nota. Cuando Bale entra en juego, el equipo da un salto de calidad. El galés tiene la suerte de ser muy, muy, muy bueno con el balón en los pies, pero también muy inteligente cuando el cuero no pasa por su zona. Fue así como leyó mejor que nadie --Ronaldo lo intentó antes en dos ocasiones pero acelerado y cayendo en la trampa del fuero de juego-- un servicio largo de Isco a los 40 minutos de juego, y en dos toques se deshizo del portero y marcó gol. Antes de que terminara la primera parte, el galés certificaría su segundo doblete de la temporada.

Da la sensación de que el Real Madrid juega con el freno de mano echado, de que Zidane sigue haciendo todo tipo de puebas y que no le importa mucho la imagen del equipo, ni herir aun que otro ego --fue este el enésimo partido que James se quedó en el banquillo desde el inicio-- mientras el conjunto siga sumando de tres en tres.

El problema es que, llegado noviembre, Ronaldo sigue en paradero desconocido, Benzema aun no ha hecho clic, y Bale, el último gran héroe, no quiere (o no puede) destaparse del todo para no enfadar al "jefe. Aunque Lucas, Morata o Asensio están golpeando fuerte en la puerta, Zidane sigue apostando por su b en ataque, la cual ya anunció que era "innegociable", con la consabida desconexión táctica que eso provoca. Ahora que llegan los puertos de montaña (Atlético de Madrid, Borussia Dortmund y FC Barcelona), esa desconexión puede costarle mucho al Real Madrid.

Zidane tiene la pelota en su tejado.

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