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¿Qué hubiera pasado si Maradona hubiera jugado en el fútbol inglés?

Varios años antes de que amargara a Inglaterra en el Mundial de México 1986, el vínculo de Maradona con ese país pudo haber cambiado para siempre.

En 1977, la familia de Diego estaba dividida entre Villa Fiorito, un barrio humilde del sur de Buenos Aires, y el departamento que Argentinos Juniors le alquilaba en Villa del Parque, zona predominantemente de clase media de la Capital argentina. El club además le pagaba los viáticos para ir a los entrenamientos. En este contexto, la joven promesa del fútbol argentino recibió una oferta para jugar en la tercera división del fútbol inglés.

Harry Haslam, manager de Sheffield United, había visto jugar a Maradona en un Sudamericano juvenil disputado ese año en Caracas. Meses después decretó la necesidad ante el resto de los directivos de su club de fichar al argentino. Al igual que varios managers y entrenadores de equipos ingleses, viajó al país luego de que la Argentina de Menotti se coronara campeona del mundo.

El que ofició de nexo entre estos emisarios y el talento nacional fue Antonio Rattin, vieja gloria del mediocampo de Boca. Él llevó a Haslam a ver un Superclásico con el objetivo de mostrarle al zurdo Mario Zanabria. Los planes de Haslam se modificaron por culpa de Alejandro Sabella. El volante riverplatense deslumbró al británico, que sin embargo persistía en su idea de fichar a Diego.

Los dirigentes de Argentinos Juniors estaban dispuestos a negociarlo. De hecho, cuando recibieron la propuesta, 200 mil libras esterlinas, respondieron con una contraoferta. Fue entonces cuando Haslam comenzó a dudar. Sus pares de comisión directiva no coincidían con él. Pagar una suma elevada por un joven de 17 años. No era garantía el hecho de que, a pesar de su corta edad, ya hubiera jugado para la Selección y formara parte de los planes de Menotti.

Haslam tuvo que recurrir a la alternativa: Sabella. Debilitado por la sombra del Beto Alonso, a Pachorra se le hacía cuesta arriba ganarse un lugar en River. Sheffield ofertó 160 mil libras por su pase. Las partes se pusieron de acuerdo enseguida.

En el libro oficial sobre la historia de Sheffield escrito por dos sociólogos ingleses hay un capítulo dedicado a este tema. “The Alternative Maradona: Alex Sabella, en el que cuentan que los enviados británicos a este país por aquella fecha se quejaban de las comisiones extras que pedían sus pares argentinos.

Es evidente el posterior arrepentimiento de los directivos del equipo británico. No por la labor de Sabella, lo más destacado de un equipo que no pudo mantener la categoría y bajó a la cuarta división. De hecho, el extécnico de Estudiantes y la Selección Argentina fue comprado por el entonces poderoso Leeds United.

El pase frustrado a Inglaterra le sirvió a Maradona para formalizar sus vínculos. Hasta entonces, según lo cuenta el propio Maradona en su biografía, no había asimilado esa función tan característica de los futbolistas de ocuparse de su propio dinero.

A Jorge Cytesrzpiler lo conocía de su etapa en Los Cebollitas. Eran amigos prácticamente desde la infancia. Las libras ofrecidas por los ingleses los obligaron a rubricar con firmas esa relación de amistad que trascendía a un juego casi adolescente de representante y representado. Cyterszpiller, quien gracias al azar de haberse cruzado con Maradona construyó un emporio como agente de futbolistas, abandonó sus estudios de ciencias económicas para abocarse a tiempo completo a las funciones de manager. Tenía apenas 18 años.

No fue ese el único pase frustrado en la carrera de Maradona. Diego, además, pudo haber jugado en Francia. Ocurrió unos cuantos años después de aquel llamado de Sheffield.

A principios de 1989, Maradona se reunió en el famoso hotel Brun de la ciudad de Milan con Bernard Tapie, en ese entonces presidente del Olympique de Marsella, hoy devenido a actor y presentador televisivo. Lo primero que le dijo al argentino fue que no se preocupara por los números. Estaba dispuesto a pagar el doblo de lo que Diego ganaba en el Napoli.

Además de la propuesta económica había investigado las carencias en el día a día de los Maradona en el sur de Italia. El astro estaba cansado de que los directivos napolitanos le negaran una casa con jardín, insistencia que aumentó luego del nacimiento de sus hijas.

“Estoy cansado que me hija me diga ‘papi, vamos a jugar al balcón'". Tapie le prometió una villa, no precisamente Fiorito, con un parque de 6 mil metros cuadrados y piscina de natación.         

Ferlaino, el polémico presidente de Napoli con el que el futbolista mantuvo varias disputas, se enteró de la reunión y le hizo una promesa. Si el equipo ganaba la Copa UEFA, a mitad de año lo dejaba ir a Marsella. Cuando finalmente se coronó campeón ante el Stuttgart, de Jurgen Klinsmann, se le acercó en plena entrega de trofeo y al oído le dijo su mensaje en el que dejaba entender que no iba a cumplir con aquel pacto.

La relación que une a Maradona con los ingleses hubiera cambiado para siempre de haberse concretado su temprano pase al Sheffield United. Difícil concebir el aura de revancha, redención y justicia poética del gol con la mano en México vistas desde esa variante de la historia.

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