Anuncios

Los campos de fútbol no rectangulares de Tailandia que cambian la vida de la gente

Foto: AP Thailand
Foto: AP Thailand

Hace unos cuantos años, el fotógrafo alemán Joachim Schmid, recopiló en su serie 'O Campo' una veintena de fotografías de campos de futbol atípicos en Brasil. La particularidad de esas imágenes es que ninguno de esos campitos cumplía con la norma en cuanto a diseño se refiere. Los terrenos de juego de 'O Campo', achatados, demasiado largos o irregularmente estrechos, deforman su forma original para incrustarse en la geografía de la favela. Ahora, una empresa tailandesa ha decidido comercializar lo que muchas culturas llevan haciendo durante décadas: fabricar campos de fútbol que se adapten al terreno disponible como un guante.

Descubro en 'Design Boom', una de las principales webs de arquitectura y diseño, el primer campo no rectangular del mundo. Lo han levantado en Khlong Toei, un distrito de infraviviendas en el centro de Bangkog en el que conviven 160.000 personas en apenas 13 kilómetros cuadrados. El proyecto demuestra que los espacios asimétricos pueden ser aprovechados para usos recreativos como el deporte. ¿Si el fútbol siempre ha surgido de forma espontánea por qué limitar esa característica esencial con escuadra y cartabón?

'AP Thailand', la compañía encargada de desarrollar la idea, cree que sus campos tienen una función social. Que pueden ayudar a estrechar y mejorar la convivencia de los ciudadanos de la comunidad. Pervirtiendo el tradicional terreno de juego de 105x68, cuestionan los límites del desarrollo urbanístico y plantan la idea de que un mejor aprovechamiento del espacio puede cambiar la vida de las personas. Basta echar un vistazo al antes y el después de los espacios que han intervenido para darles la razón.

Foto: AP Thailand
Foto: AP Thailand
Foto: AP Thailand
Foto: AP Thailand

También te puede interesar:

Chicharito Hernández lidera nuestro once ideal latinoamericano de la jornada

La UD Las Palmas de Quique Setién asalta el escenario principal de La Liga

Mauro Icardi y el Inter: amar en tiempos revueltos