La exhibición de Cristiano Ronaldo de incógnito en pleno centro de Madrid

Era una de tantas frías tardes del mes de enero en la capital de España. Por la plaza del Callao, como es habitual, circulaban centenares de paseantes, la mayoría sólo de paso, camino de sus quehaceres cotidianos. A nadie llamó la atención que un hombre con aspecto desaliñado se pusiera a jugar al fútbol en el lugar. Cosas más raras se ven por aquí a diario, pensaban los que le veían y continuaban su camino.

Algunos se quedaban mirándole, porque lo que hacía ese indigente era realmente asombroso. Controles imposibles y equilibrios extraordinarios, dignos de un profesional, iban saliendo de sus zapatillas. El desconocido, además, parecía simpático. Intentaba interactuar con la gente, sobre todo con los más jóvenes: les regateaba y les pasaba el balón, invitándoles a compartir con él el juego. Incluso llegó a pedirle el teléfono a una chica, sin demasiado éxito.

Un rato después se desveló el misterio. El personaje se quitó la peluca, la barba y el bigote postizos y quien apareció debajo fue ni más ni menos que Cristiano Ronaldo. En cuanto los madrileños se dieron cuenta, se formó una multitud a su alrededor para saludarle, sacarle fotos y pedirle autógrafos. El número 7 del Real Madrid tuvo el detalle de firmar y regalar el balón con el que había pasado una hora peloteando al último niño que se había quedado un rato a jugar con él.

En realidad, la acción era una campaña publicitaria para Roc, una marca de auriculares y altavoces, bajo el lema "Live Life Loud". Aunque posiblemente eso fuera lo que menos importara a los seguidores que pudieron disfrutar del juego de uno de sus ídolos en la vía pública.

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