La confesión de un deportista: “Se me pasaron por la cabeza hasta dos intentos de suicidio"

Esta semana ha anunciado su retirada el nadador cordobés Rafa Muñoz. Al mirar su palmarés plagado de medallas y récords que hoy en día aún siguen vigentes, cualquiera podría pensar que estamos ante una carrera llena de gloria y de alegrías. Pero la realidad es muy distinta.

Spain's swimmer Rafael Munoz Perez flashes the V-sign after winning the men's 50m butterfly final at the European short course swimming championships on November 25, 2012, in Chartres. AFP PHOTO ERIC FEFERBERGERIC FEFERBERG/AFP/Getty Images

En el relato de Rafa sobre cómo han sido sus años de profesional las palabras 'triunfos' y 'récords' se entrecruzan con otras como 'suicidio', ‘depresión’ o 'alcohol'. Es una parte del deporte que también existe, pero a la que en ocasiones se presta menos atención que a las celebraciones.

“Se me pasaron por la cabeza hasta dos intentos de suicidio. Yo vivo en un quinto y mi habitación tiene ventana, con eso lo digo todo. Después de ir al psicólogo, empecé a asimilarlo, y cuando pasa el tiempo, te enorgulleces de haberlo superado”.

Lejos queda ya en la memoria de muchos aquel 5 de abril de 2009 en el que un joven español paraba el crono en 22,43 y establecía un record mundial que aún hoy nadie ha sido capaz de superar. Rafa Muñoz tiene muy presente ese día. Sabía que ese momento cambiaría para siempre su carrera, pero seguro que nunca pensó que le golpearía tan de lleno: "Tengo grabado a fuego cuando al día siguiente tenía 123 llamadas perdidas de medios de comunicación. Mucha gente encaja bien el éxito y yo no lo encajé", confesó en los micrófonos de la Cadena Cope. "No tenía esa madurez, esa sabiduría. Tenía sólo 20 años y no tenía esa madurez para asumir la repercusión mediática. Si no te han formado o asesorado, o te han hecho ver cómo puede repercutir es duro. Me lo fui tragando".

Tras este récord conseguido en un Campeonato de España, llegó el Mundial de Natación, disputado en Roma. Pero su carrera ya se empezaba a ver resentida. "Te desvives tanto por un deporte, te encierras tanto en él que caes en un pozo depresivo. Había estado sin nadar 15 días antes y me fueron a ver mis padres porque no quería competir. Tenía miedo de lo que podía conseguir, de mis capacidades".

Y menos mal que fue. Aquí conquistó dos medallas de bronce, una en los 50m y la otra en 100m, en esta última quedando además por detrás de Minorav Cavic y del mismísimo Michael Phelps. Un gran triunfo para el cordobés, aunque entonces él no lo vio así: "En ese momento casi no quiero sacar las medallas de la maleta. Dejo de coger el teléfono a la prensa. Empiezo a salir, a no estar pendiente de lo que tenía que estar. ¿Si no estoy pendiente de mí, cómo voy a estar pendiente de rellenar un calendario? Me llegaron tres amonestaciones porque no rellenaba los papeles informando dónde iba a estar para los controles antidopaje", explicó en el programa El Partidazo de COPE.

ROME - AUGUST 01: Milorad Cavic of Serbia (L) celebrates the silver medal, Michael Phelps of the United States (C) the gold medal and Rafael Munoz of Spain the bronze medal during the medal ceremony for the Men's 100m Butterfly Final during the 13th FINA World Championships at the Stadio del Nuoto on August 1, 2009 in Rome, Italy. (Photo by Lars Baron/Bongarts/Getty Images)

"Mis vacaciones se extendieron cinco meses y bebiendo, unas veces solo, otras llegaba a casa bebido. No me avergüenzo porque lo he superado. Tengo la conciencia tranquila. Cuando llega la tercera amonestación, la Federación no me llama, tampoco a mi club, ni a mi casa. Me llegó la sanción y tenía que declarar ante el TAS”. En esos momentos sólo hay una forma de que se la quiten, sería hablando de su cuadro depresivo.

Unos meses antes del campeonato de Europa estaba totalmente fuera de forma: “tenía 15 kilos de más”, reconoce. En cinco meses tenía que volver a su peso mientras esperaba la resolución del TAS. Y lo consiguió: otro gran triunfo en 50m para añadir a su palmarés.

En su lucha por mantener su carrera deportiva a flote, se encontró con una frase tan dura como “no tienes nivel como deportista para ir a unos Juegos Olímpicos”, una sentencia que, a pesar de los esfuerzos, le dejó fuera de Londres 2012. Fue sólo uno de los feos de tantos que padeció durante su carrera. Aprovechando este momento quiso mandar un mensaje muy claro: “Las Federaciones deben estar ahí en las buenas y en las malas. Es muy difícil estar siempre arriba y hay que entender que se puede bajar”.

Tras un año alejado de los medios o incluso del agua, anunció, en una entrevista en el diario La Vanguardia, que se retiraba con 28 años: “no voy a nadar si no tengo un objetivo”. Una carrera que ha vivido con mucha intensidad y que cambió para siempre en cinco meses, o en 22,43.

Un relato que recuerda que los deportistas no son máquinas, son personas que sufren y padecen como cualquier otro. Unos pueden hacer frente a la presión, pero unos pocos acaban siendo arrastrados por ella hacia una espiral de la que a veces es muy difícil salir. En esta ocasión una historia con final feliz, pero que no todos han sobrevivido para relatar.

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