El gol se peleó con América, pero no con Oribe

 


El fútbol siempre nos enseña que todo tiene dos caras, nos muestra que el rodar de su balón es tan caprichoso que le puede dar la espalda a aquel que en el partido anterior lo trató bien y lo hizo lucir. Prueba de esto es la Ida de la Final de la Liga de Campeones de Concacaf, donde el América no pudo sacar ventaja ante un Impact de Montreal que rescató un empate 1-1 del mítico Estadio Azteca.

En México, estamos acostumbrados a la soberbia del América, a que vean a los rivales por encima del hombro, sin embargo, en los últimos tiempos, el americanismo parece empezar a gozar del sufrimiento, a combatir contra las adversidades y a prácticamente desperdiciar los partidos de Ida en partidos de eliminatoria directa, para tener épicas remontadas.

En esta Final, el Impact sorprendió con una gran anotación de Ignacio Patti al minuto 15, curiosamente marcó el delantero argentino que pedía Antonio Mohamed durante su estancia en el banquillo azulcrema.



Luego de ese gol, el conjunto canadiense que representa a la MLS se dedicó a defender su ventaja y a intentar cazar a las Águilas en un contragolpe, situación que estuvieron a punto de hacer, pero Osvaldo Martínez lo impidió con un claro jalón, que el árbitro le solapó con una tarjeta amarilla en lugar de una clara expulsión.

Aunado a esto, el balón se molestaba con el conjunto amarillo por el maltrato y se negaba a ingresar a las redes, le dio rotundamente la espalda a Darío Benedetto, quien la semana anterior se vestía de héroe con cuatro anotaciones ante el Herediano, ahora simplemente perdió la discusión con el gol y se fue en blanco, saliendo incluso abucheado del terreno de juego.

Tuvo que venir una ‘hermosa’ solución, por ello Oribe Peralta dejó el banquillo de suplentes y mostró que superó las lesiones para alzarse por los cielos y rematar el gol de la tranquilidad a un minuto del Final.

 

Ahora todo está puesto para que en casa del Impact de Montreal se defina al Campeón de la Concacaf, una hazaña de las que ya se están acostumbrando los americanistas para presumirlas a sus rivales y seguir incrementando su historia repleta de una orgullosa soberbia.