La clasificación para los Juegos Olímpicos pasa por un camino lleno de escombros

Julio Alberto Amores entrena cada día en un velódromo a medio terminar, entre los restos de botellones y okupas.

La clasificación para los Juegos Olímpicos pasa por un camino lleno de escombros

La mayoría de los deportistas comparten un sueño, da igual la disciplina que practiquen, o el país de procedencia, todos, en algun momento de su carrera, ansían participar en unos Juegos Olímpicos. La lucha para conseguirlo no es nada fácil. Deben tener siempre en mente la consigna desarrollada por el Barón Pierre de Coubertain: "Citius, Altius, Fortius", o lo que es lo mismo: más rápido, más alto, más fuerte. Esto implica una disciplina de entrenamiento, ser capaz de plantar cara, desde el respeto, a cualquier rival y, sobre todo, la superación física y mental de uno mismo.

Pero no siempre se consiguen las condiciones adecuadas para poder desarrollar un entrenamiento apropiado: becas insuficientes, despreocupación por el correcto mantenimiento de las zonas deportivas, falta de financiación privada... y sí, todo esto ocurre, sin ir más lejos, en España.

Acceso de tierra sin asfaltar del velódromo de Novelda
Acceso de tierra sin asfaltar del velódromo de Novelda

Son las circunstancias que vive cada día Julio Alberto Amores, un joven alicantino que, tras conquistar el campeonato de nuestro país en tres ocasiones y ser bronce en los Europeos, practica cada día con un objetivo en mente: formar parte del equipo de ciclismo en pista que represente a España en los Juegos Olímpicos de Brasil 2016.

Pero no lo tiene fácil. No por su calidad o ganas, que de eso por ahora ha demostrado que tiene bastante, sino por el espacio que utiliza para entrenar. Su calentamiento habitual sustituye la bicicleta por una escoba, en lugar de público para animarle tiene okupas y, en lugar de asfalto, un camino de tierra.

Amores tiene que limpiar cada día los restos de botellón en el velódromo
Amores tiene que limpiar cada día los restos de botellón en el velódromo

Una situación que ha querido denunciar en las redes sociales Juan Manuel Brotons, uno de los vecinos del pueblo donde vive, Novelda. "Un velodromo a medio hacer, en un recinto donde los jóvenes acceden para hacer botellón y antes de rodar le toca barrer cristales y casquillos, restos de la diversión de otros", escribió en su muro de Facebook y donde también añadió: "si este velodromo estuviera terminado y se pudiera entrenar en buenas condiciones, a lo mejor tendríamos un campeón olímpico o del mundo porque motor hay para serlo pero faltan condiciones y ayuda para serlo, solo quiero que este mensaje se difunda por las redes y llegue al mayor número de gente para que vean como entrena un campeón, Julio Alberto Amores Palacios"

Además, destaca que, a pesar de las medallas conquistadas en las últimas carreras donde ha participado, no cuenta con ayuda alguna, ni privada, ni estatal, ya que aunque el Comité Olímpico Español y Telefónica le concedieron una beca, se la quitaron aduciendo que había otros mejores que él.

Lo del velódromo a medio terminar es un tema a parte. Uno más de los esperpentos urbanísticos de nuestro país. Se empezó a construir en los años 80, pasada la primera fase se le dejaron de destinar los fondos necesarios para terminarlo y se paralizaron las obras. El espacio quedó en el olvido político casi por completo, hasta que en 2010 hicieron otro amago para culminar la instalación, pero el retraso en los pagos a la empresa constructora no sólo paralizó todos los planes si no que llevó a la quiebra de la compañía.

Con esta cronología, no es de extrañar que en la zona hablen de él como el 'velódromo maldito'.

Llámese maldicón o falta de presupuesto o dejadez política, el caso es que son las circunstancias en las que entrena Julio Alberto Amores, uno de los muchos deportistas españoles que quieren conquistar una plaza que les de el pasaporte a Río y alcanzar la gloria olímpica. Si no lo consigue le criticarán por no haber cumplido su papel como se esperaba. Si lo logra, muchos querrán hacerse la foto con él. Pero en cualquier caso, muy pocos pensarán en estos momentos más complicados en los que se siente totalmente abandonado. Sólo él, su familia y los vecinos que son testigos de su lucha diaria.

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