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A un año de los Juegos Olímpicos, la Bahía de Guanabara es el gran trastorno

Por Fernando Olivieri

Estamos a exactamente 365 días para que las cámaras instaladas en el estadio Maracanã, de Río de Janeiro, transmitan a todo el planeta la ceremonia de inauguración de la trigésimo primera edición de los Juegos Olímpicos. Y, como había ocurrido, en mayor escala, en la Copa del Mundo de fútbol de 2014, buena parte de las obras corren contra el reloj para estar listas y además preocupan las promesas incumplicas.

Desechos que van a parar a la orilla de la Bahía de Gauanabara en Río de Janeiro. La contaminación en aguas a ser usadas en algunas competencias de los Juegos Olímpicos del 2016 es uno de los grandes retos que enfrenta Brasil. Foto del 18 de agosto del 2011. (AP Photo/Felipe Dana)
Desechos que van a parar a la orilla de la Bahía de Gauanabara en Río de Janeiro. La contaminación en aguas a ser usadas en algunas competencias de los Juegos Olímpicos del 2016 es uno de los grandes retos que enfrenta Brasil. Foto del 18 de agosto del 2011. (AP Photo/Felipe Dana)



Dos puntos causan ansiedad entre organizadores y atletas: la contaminación de la Bahía de Guanabara y el legado de los estadios después del evento. A finales de julio, la agencia de noticias Associated Press manifestó un dato preocupante: las aguas de Río de Janeiro están muy contaminadas y no deberían recibir ningún tipo de competencia.

La hermosa, pero contaminada Bahía de Guanabara recibirá los eventos de vela, pero no tiene ni el 10% de sus aguas limpias. Durante los últimos 20 años, los programas gubernamentales gastaron 10 billones de reales para el tratamiento. Cerca de 100 toneladas de residuos por día llegan a la escena, donde debería tener más del 70% de sus aguas sin contaminar. El Instituto Estadual de Ambiente (INEA) garantiza que la Marina de Gloria, sede de las competiciones en la bahía, tiene las aguas por afuera del estándar de limpieza de las normas internacionales. El informe de AP señalo que hay 1,7 millones más de probabilidades de contraer una enfermedad ahí que en la playa más contaminada de California.

Torben Grael, uno de las principales figuras de la vela brasileña, dice que es una “cuestión de civismo” para que los ciudadanos de Río de Janeiro mantengan limpia la Bahía de Guanabara durante los Juegos Olímpicos. El equipo de vela austríaco estuvo en el lugar para el reconocimiento y la formación. Ivan Bujala, uno de sus integrantes fue bastante crítico: “Esto es por lejos la peor calidad de agua que hemos visto en nuestras carreras”, mientras que David Hussi, marinero del equipo, ya padeció una enfermedad: “He tenido altas temperaturas y problemas con mi estómago”, confesó.

Torben Grael en los Juegos de Londres 2012.
Torben Grael en los Juegos de Londres 2012.



El Comité de Río y el Brasileño aseguran que las competencias de vela no se cambiaron de lugar. Sin embargo, Buzios, en Río de Janeiro, e Itají, en Santa Catarina, se candidatearon para recibir esas especialidades durante los Juegos. La primera está a tan solo 168 kilómetros de distancia de la ciudad olímpica, mientras que Itají está a 708. Personalidades de peso en la organización miran a Ilhabela, en San Pablo, con buenos ojos, en caso que la Federación Internacional no acepte la Bahía de Guanabara. La ciudad paulista queda a ‘solamente’ 240 kiómetros de distancia de la capita carioca.

Aunque el tiempo para la preparación aún es razonable, la mayoría de los lugares deben estar listos para eventos de prueba durante el 2015. El Velódromo es el más atrasado de todos, teniendo la obra programada para marzo del próximo año y con un gran riesgo de poder concretarse. Por otra parte, los tres estadios están prácticamente terminados y recibirán pruebas a principio de 2016. Para la ciudad de Río de Janeiro y el Ministerio de Trabajo, las obras seguirán a un ritmo bastante satisfactorio.

La gran pregunta a resolver es: ¿qué pasará con los estadios después de las competiciones en 2016? Eduardo Paes, alcalde de la ciudad, pide ayuda al Ministerio de Deportes, a fin de evitar construcciones denominadas como ‘elefantes olímpicos’.

Las obras tienden a cambiar a Río de Janeiro. La Villa Olímpica servirá de vivienda para personas de bajos ingresos después de los Juegos. Por otra parte, la ciudad va a ganar una buena cantida de kilómetros de subte (metro), aunque estas obras vienen a un ritmo muy lento. En 2014 tan solo el 30% de los cariocas usaban este medio de transporte, pero se estima que ese número puede aumentar a 66% con las nuevas líneas. A pesar del atraso de las obras, se estima que se crearán más de 16 kilómetros nuevos, a los casi 41 ya existentes.



Con tantas obras y preparativos para los Juegos Olímpicos de 2016, ¿cuál será el legado que le quedará a Río de Janeiro y Brasil? Los gobiernos estatales y federales no coinciden acerca de lo que debería suceder con la mayoría de las instalaciones. Para ahorrar tiempo, la Prefectura de Río de Janeiro presentó un proyecto para el uso del sitio y por lo tanto reducir la controversia al menos hasta que arranquen las competiciones. El centro de tenis, por ejemplo, desaparecerá y será un lugar para recibir proyectos sociales. La Arena (estadio) del Futuro, que recibirá el handball, se transformará en cuatro escuelas municipales. Por otra parte, el Ministerio de Deportes quiere transformar el Parque Olímpico en un centro de desarrollo para los atletas, pero aún no presentaron una propuesta concreta.

Los próximos 365 días prometen ser un montón de trabajo y cuestionamiento acerca de algunos lugares. Sin embargo, si seguimos el ejemplo de la Copa del Mundo, todo se dejará para ultimo momento, como están acostumbrados los brasileños.

Texto original: 'A exato um ano dos Jogos Olímpicos do Rio, Baía de Guanabara é o grande transtorno'

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