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Piscinazo y colleja al rival: así se las gasta Sebastian Ryall

Por jugadas así uno puede entender que el fútbol de Australia todavía está pañales o, es otra interpretación, que ha evolucionado hacia la civilización antes que el resto. ¿Imaginan lo que hubiera sucedido en Rumania, Rusia, Turquía o incluso en España si el jugador que fingiera un penal además se burlara del defensor propinándole una colleja? Guerra y destrucción. En Australia, en cambio, se lo toman de un modo bastante civilizado.

El protagonista de la infamia es Sebastian Ryall, que se gana la vida como futbolista en el Sydney. El jugador se adentró en el área rival y al ver complicada la jugada decidió jugársela intentando engañar al árbitro. Despachó el típico y el árbitro se lo tragó. No contento con eso, abandonó, ufano, el lugar del crimen, no sin antes atizarle una colleja alevosa al jugador rival con el que cometió su farsa.

La jugada, para desgracia del Melbourne y de la justicia más elemental, acabó en gol.

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