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Pirlo, el poema italiano de la MLS

Andrea Pirlo (AP Photo/Jason DeCrow)
Andrea Pirlo (AP Photo/Jason DeCrow)

Nació en Creta, Grecia, en 1911. Desde pequeño aprendió a leer y, junto con pegado, agarró el gusto por la lectura. El poco dinero que le daban sus padres lo gastaba en comprar libros y revistas. “¡Qué niño tan raro!”, expresaban quienes lo veían pegado a hojas llenas de letras. Arribó a la adolescencia con muchas obras universales guardadas en su cabeza. Pero en sus ratos libres practicaba atletismo. Le fascinaba el deporte, principalmente hacer excursiones a montañas. Sentirse libre en la naturaleza, y que los movimientos de su cuerpo fueran libres, sin órdenes de cómo hacer un ejercicio, lo relajaba de tantas horas dedicadas a la literatura. El fútbol no estaba en sus horizontes, no figuraba en el país.

 

En 1927 dijo adiós al deporte. Una enfermedad neurológica y un problema físico le impidieron continuar con sus excursiones, con su andar. A partir de ese momento se dedicó exclusivamente a escribir. Fue la poesía quien lo recibió con los brazos abiertos, la que lograría erradicar paulatinamente la frustración de no volver a las montañas. Pasaron los años y su pluma poética lo llevaría a ganar el Premio Nobel de Literatura en 1979. El galardón le fue otorgado “por su poesía. Con fuerza sensible y creadora y sagacidad intelectual revive el grupo del hombre contemporáneo para la libertad y la creación”. Su nombre era Odiseas Elitis.

 

El mismo año en que Elitis ganó el Nobel, Italia vio nacer a un futbolista. Vino al mundo sin saber que con el tiempo enaltecería en la cancha la libertad y creatividad que el poeta griego pedía para el hombre actual. Contrario a Odiseas, el niño italiano detestaba la lectura. Ya no digan la literatura, las letras no le llamaban la atención ni siquiera para aprender a leerlas.

 

El niño supo leer hasta los seis años y los libros no le interesarían. Creció y se educó con un balón en los pies, con la televisión y en las canchas de su ciudad. Se gastaba lo que le daban sus padres en pelotas, uniformes y zapatos de fútbol. Sus maestros fueron Maradona en el Nápoles y Platini en la Juventus. Aprendió del Milán de Sacchi y de algunos entrenadores que le permitieron ser libre con la pelota. Supo que, a pesar de que el Catenaccio era la identidad nacional en el balompié, la creatividad sin barreras también tiene cabida en Italia.

 

 

 

En 1996, Italia quedó eliminada en la primera fase de la Eurocopa. En ese mismo año moría Odiseas Elitis, poeta que partió heredando una de sus frases más famosas: “Aprenderás mucho si estudias lo insignificante a fondo”. Y dentro de las cosas insignificantes pero más importantes para el chico italiano estaba el fútbol. Tras ver el fracaso de su selección en la Euro del ’96 se preparó más; ya había debutado en primera división y se dedicaría a analizar cómo ayudaría al resurgir italiano, pues ya se veía vistiendo la camiseta de la Azzurra. Diez años después, en el Mundial de Alemania, el conocimiento adquirido se vería reflejado con la obtención de la Copa del Mundo.

 

¿Qué fue lo que aprendió Andrea Pirlo para alcanzar el éxito en 2006? En una entrevista concedida a El País en 2009 dijo lo siguiente:

(La emigración de futbolistas italianos) es otra de las costumbres italianas. Los jóvenes tienen muchas dificultades para jugar en el primer equipo. En el extranjero llegan y los lanzan a la cancha. Si juegan mal un partido, dos y tres, no pasa nada. Aquí sí. Si juegas mal el primer partido, estás condenado. En el Calcio prima el resultado, no el crecimiento del jugador.

 

 

 

Su hallazgo consistió en sustentar que él no renunciaría a ser libre en la cancha y a construir el juego, a valorarse a sí mismo como un futbolista inmerso en el Calcio pero ajeno al Catenaccio. Se sabe único en su estirpe: “Yo no tengo tiempo de mirar a mi alrededor. Entre otras cosas, porque mientras juegue yo sólo habrá un Pirlo”.

 

Odiseas leyó lo que Andrea no quiso y no quiere. Pirlo realizó la travesía deportiva que Elitis vio truncada, además de cumplir con el deseo que el griego demandó con su poesía. Y el italiano todavía lo cumple; la libertad y la creatividad de sus botines son el alma de una Italia en incertidumbre. Andrea Pirlo es un poema que se extingue ante las puertas cercanas del retiro. Sin embargo, cuando diga adiós, se irá empatando a Odiseas: uno ganó el Nobel y otro la Copa del Mundo, los máximos galardones en su respectiva disciplina.

 

Por ahora, libre y soberano, Pirlo se divierte, o juega a divertirse en la MLS con New York City FC.

 

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