Lakers y Clippers, unidos por el odio a Warriors

Golden State Warriors teammates Draymond Green, left, and Kevin Durant work through shooting drills during Team USA basketball practice in Las Vegas on Monday, July 18, 2016. (Benjamin Hager/Las Vegas Review-Journal via AP)
Golden State Warriors teammates Draymond Green, left, and Kevin Durant work through shooting drills during Team USA basketball practice in Las Vegas on Monday, July 18, 2016. (Benjamin Hager/Las Vegas Review-Journal via AP)

Los abucheos a Kevin Durant y Draymond Green fueron sonoros en el Staples Center durante el partido de exhibición entre Estados Unidos y China (106-57) disputado el domingo. La presentación de ambos jugadores evidenció una reacción negativa por parte del respetable, a quienes no les importó que se tratara de dos representantes de la selección de su país en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.

Por primera vez, los aficionados de dos equipos rivales, Los Ángeles Clippers y Los Ángeles Lakers, se unieron por la misma causa: hacer un desplante a dos jugadores de Golden State Warriors. Antaño, todo lo que hubiera tenido que ver con los vecinos de la bahía de San Francisco hubiera pasado desapercibido para cualquiera de las dos franquicias angelinas, pero los tiempos han cambiado.

Campeones de la NBA en 2015, finalistas en 2016, Stephen Curry MVP durante dos años consecutivos, récord de victorias en temporada regular... Los Warriors son el equipo a batir y los sentimientos en contra para Clippers y Lakers son inevitables. Los primeros, por una rivalidad que ha ido in crescendo, los segundos porque hace varios años que dejaron de ser un equipo de leyenda, y eso duele.

La rivalidad entre Clippers y Warriors nació de la nada. La presencia de Blake Griffin y Chris Paul estaba llamada a ser suficiente para que los angelinos reinaran en la División Pacífico y fueran uno de los candidatos en la Conferencia Oeste. No fue así. En cinco años, el que en algún momento fue el equipo californiano más prometedor sobre el papel no pasó de las semifinales de conferencia, mientras que el plantel defenestrado desde el título de 1975 logró el campeonato hace dos campañas.

Un año antes (2013-14), Golden State cayó eliminado en la primera ronda de los playoffs ante unos Clippers en plena crisis institucional tras los comentarios racistas del propietario anterior, Donald Sterling, que pusieron la organización patas arriba y acabó con su abdicación. También hubo momentos candentes y momentos pasados de tono entre los siempre polémicos, Griffin y Green, o el ala-pívot contra Jermaine O´Neal (incluida un intercambio de palabras en el túnel de vestuarios), Paul, Festus Ezeli, DeAndre Jordan… hay varias estampas para el recuerdo que hicieron que la rivalidad tomara tintes dramáticos de lo más interesantes para la audiencia.

Los Lakers en cambio, no han hecho más que cavar su propia tumba durante las últimas temporadas, mostrando el camino que otras franquicias nuca deberían seguir. La política del beneficio absoluto y casi ciego a Kobe Bryant (renovado por 48 millones de dólares y dos años antes incluso de recuperarse de la lesión en el tendón de Aquiles) condicionó una construcción que se antojó imposible. Ver como los Warriors florecieron gracias en parte a la presencia de un lagunero de toda la vida como Jerry West abrió más todavía la herida.

Para echar más leña al fuego, el fichaje de Kevin Durant por los Warriors ha tenido una aceptación negativa generalizada a lo largo y ancho de la liga. Golden State pasó a ser de la noche a la mañana el equipo villano, el contrincante a vencer, el equipo más odiado por el potencial que tiene en liza. Todos estos factores propiciaron la silbatina de los aficionados que asistieron al Staples Center, pero hubo uno que primó sobre los demás: la impotencia.

Impotencia por no poder ser como ellos, por no tener una ilusión renovada ni opciones para atraer a un agente libre como Durant, o haber visto en Paul a una superestrella, o haber tenido unas elecciones de draft tan fructíferas como las de sus vecinos del norte. La envidia salió a flote, mientras tanto Durant como Green, se preparan para una mejor acogida en el Oracle Arena de Oakland, donde se medirán a China este miércoles. Allí la cosa será bien distinta.

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