Irán prohibe a las mujeres ver partidos de voley playa

Por primera vez, el país asiático va a acoger una prueba del circuito mundial de este deporte, pero el régimen fundamentalista islámico no está dispuesto a consentir que haya féminas en las gradas.

Irán prohibe a las mujeres ver partidos de voley playa

Si hay un deporte que se puede asociar especialmente al culto al cuerpo, ese es el voleibol playa. Las anatomías esculpidas de los competidores, comunes a cualquier disciplina en la que la actividad física es fundamental, se acentúan con la indumentaria que visten en este caso, la más adecuada para disputar sus partidos sobre la arena. Es innegable que muchos espectadores, tanto hombres como mujeres, acuden a este deporte atraídos más por los escuetos bikinis de ellas y los bañadores cortos y camisetas pegadas de ellos que por el interés en los remates y golpes a la pelota.

Era de esperar, por tanto, que a los sectores más conservadores no les gustara nada. Los hay que consideran a esta actividad como una incitación inadmisible a la lujuria y al pecado, por lo que no dudan en condenarlo como algo inmoral. En países donde el fanatismo religioso tiene el poder no se andan con sutilezas y directamente lo prohíben.

Por eso, se veía como un gesto de apertura muy esperanzador el hecho de que la próxima prueba del World Tour, el circuito más importante a nivel internacional, vaya a disputarse en la República Islámica de Irán. Concretamente, está previsto entre los días 15 y 19 de febrero en la isla de Kish, un popular destino turístico situado al sur del país, en pleno golfo Pérsico, que recibe más de un millón de visitantes anuales y que, por su consideración de zona de libre comercio, tiene una legislación más relajada que en el resto del régimen teocrático.

Pero ni por esas. Las mujeres, ya sean iraníes o extranjeras, tendrán prohibido el acceso al recinto donde se disputarán los partidos (exclusivamente en categoría masculina), debido a que los dirigentes fundamentalistas consideran inmoral la posibilidad de que vean a un hombre en pantalón corto. De hecho, además de las ya bien conocidas normas sobre vestuario femenino, la ley impide a los varones que vayan con las piernas al descubierto, pese a ser un país árido y seco donde con frecuencia se superan los 40 grados en verano.

La Federación Internacional de Voleibol (FIVB) ya se ha manifestado radicalmente en contra de que ellas no puedan acceder a la grada, e insiste en que está presionando a las autoridades iraníes para que levanten el veto. De hecho, el gobierno del moderado Hasán Rouhaní está por la labor, pero el líder supremo del país, el ayatolá Jamenei, y los principales dirigentes religiosos, en el poder desde la revolución de 1979, rechazan cualquier gesto aperturista.

En similares circunstancias, otras entidades deportivas, como la FIFA, se niegan a organizar torneos internacionales en Irán hasta que se reconozca a las mujeres el derecho a asistir a ellos. La FIVB, en una decisión muy polémica, sostiene que ha mantenido esta prueba en la nación asiática como medida de presión para ayudar a que la situación cambie. No parece muy efectivo: el verano pasado ya se disputaron en Teherán algunos partidos de la Liga Mundial de Voleibol (esta vez no en playa sino en pista cubierta) y, pese a que hasta última hora se pensaba que se iba a conceder el permiso para que hubiera espectadoras, al final se impidió, organizando incluso un dispositivo con fuerzas de seguridad en torno al pabellón para reprimir las previsibles protestas en la puerta.

El tema es particularmente sensible en Irán, no sólo por el hecho de la prohibición en sí (algo a lo que, desgraciadamente, ya están acostumbrados en los más de 35 años de dictadura religiosa que llevan sufriendo), sino porque en los últimos tiempos los persas se están convirtiendo en una de las principales potencias mundiales de voleibol masculino, por lo que el interés del pueblo en este deporte se ha multiplicado. Además, uno de los puntos más sorprendentes del asunto es que, mientras que en el fútbol el veto a las mujeres siempre ha estado ahí, en el voleibol nunca había habido inconveniente... hasta 2012, momento en que, repentinamente y sin una justificación clara, los mandatarios decidieron dejar de autorizarlo.

Esta discriminación, por supuesto, contraviene los estatutos de la FIVB, pero el organismo insiste en que el torneo inminente, y los nuevos partidos de Liga Mundial previstos para este verano, serán útiles para que el debate público se mantenga en un país que se ha vuelto fanático del voleibol, con lo que, quizás, podrá servir de ayuda para que las cosas cambien a corto o medio plazo. ONGs como Human Rights Watch no lo ven así: opinan que concederle a Irán la organización de estos partidos es una recompensa inmerecida a un país que no respeta los derechos más elementales de la mitad de su población. Y mientras tanto, las damas que osen acercarse a las pistas para ver a sus deportistas favoritos corren el riesgo no ya de presenciar un espectáculo aburrido, sino de acabar en manos de la policía.

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