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Basta ya de periodismo deportivo barato: reportero saca de casillas a Draymond Green

Draymond Green responds to a question after Game 4. (Screencap via NBA)
Draymond Green responds to a question after Game 4. (Screencap via NBA)

El episodio que se vivió hace unos días en el que Draymond Green se enfrentó a un periodista carroñero pone de relieve unas carencias en la profesión que hacen que el trabajo de reportero sea en ocasiones mal visto por la sociedad. Sucedió durante la rueda de prensa posterior al Juego 4 de Golden State Warriors frente a Houston Rockets, después de que los californianos se llevaran la victoria para poner la serie 3-1.

Un periodista le hizo una pregunta mal elaborada sobre las inundaciones acaecidas en la ciudad, quiso buscarle las cosquillas a Green con un tema sensible, y finalmente se las encontró.

“Me preguntaste por las inundaciones en la práctica del otro día y dije que rezo por la ciudad de Houston porque no quieres ver a nadie pasar por eso”, replicó Green. “Siento que quieres que diga algo controversial pero no lo vas a lograr porque siento lástima por la gente Houston. Han perdido sus casas, sus autos, sus vidas, a sus seres queridos. Es triste. Si fuera de Houston intentaría hacer lo que fuera para ayudar a la ciudad. No está bien. Persistes en hacerme la misma pregunta sobre las inundaciones. Esta gente está perdiendo sus vidas y sus casas. No me preguntes por eso más, porque no está bien y no vas a lograr unas declaraciones mías”, agregó visiblemente contrariado y moviendo la cabeza de lado a lado.

El reportero quedó en evidencia a nivel nacional e internacional, ya que la rueda de prensa se estaba retransmitiendo en directo, pero también dejó mal a una profesión ya de por sí mermada. Que el periodismo está en crisis es obvio. El papel sigue desapareciendo y la dependencia a los medios digitales hace que las noticias se consuman como pipas: se devora el interior con una velocidad pasmosa y se tira el exterior. Esto afecta a la producción de temas, que cada vez adolecen más de la profundidad y el reposo necesarios. Lo que prima es la inmediatez por defecto, algo que no beneficia a la profesión y que desenmascara a reporteros inmersos en las malas artes como el que cuestionó a Green. El contenido de aquella pregunta interesó, porque ¿A quién no le interesa la controversia? Aunque se trate de un jugador de la NBA y un miembro de la prensa.

El acceso en la NBA suele ser casi total. Antes de los partidos hay 45 minutos en los que se puede acceder a los vestuarios para hablar con los jugadores que así lo permitan. Poco antes, los entrenadores de ambos equipos también comparecen ante los medios. Los canales de televisión con derechos pueden preguntar a los coaches en algunos tiempos muertos y al finalizar los encuentros también vuelve a haber acceso a entrenadores y jugadores. Luego está el ávido periodista que acompaña al jugador a su auto para conseguir la exclusiva, o el que le espera llegar para agarrarle cuando nadie esté presente.

Por supuesto no puede faltar el menos listo, el que quiere destacar de una manera absurda o el que le hace caso a un jefe con menos luces todavía que él o ella. El que le preguntó a Green es uno de esos que consumen un turno de pregunta para: Primero, conseguir quedar en ridículo; segundo, quitarle a otro reportero la oportunidad de preguntar y tercero, cabrear al entrevistado, algo que a la postre no beneficia a nadie que quiera obtener declaraciones con algo más de sustancia.

En este grupo están los que interrumpen una contestación en su mejor momento o los que rompen con el hilo conductor de las preguntas. Hay una solidaridad no escrita en la que en ocasiones los periodistas encadenan demandas con el fin de sacar más jugo al jugador o al coach… hasta que llega ése que le cuestiona sobre algo absolutamente diferente en el momento en el que más se abre el deportista. Sobran las situaciones de este tipo.

Ser periodista significa tener la licencia para preguntar lo que se desee, pero lo parámetros han de ser lógicos y estar marcados por la educación, la curiosidad y la responsabilidad (sobre todo fuera del deporte). No es lo mismo cuestionar a un atleta que a un político corrupto. El reportero que inquirió a Green quiso sacar tajada, ser partícipe de una manera de hacer periodismo barata y el tiro le salió por la culata. Basta ya de estas gratuidades. Como dijo Kobe Bryant en la rueda de prensa de su despedida, el impacto que tenemos los periodistas es mayúsculo.

“Gracias, en serio, gracias. Quise a mucho de ustedes durante mi carrera y odie a otros, pero al final aprecio todo lo que ustedes hacen. Muchas de las cosas que han escrito me inspiraron, me han ayudado a ser el jugador que soy ahora. No sé si ustedes entienden el impacto que tienen en los jugadores con las cosas que escriben, para bien y para mal. Les aprecio mucho. Gracias”.

Reporteros como el que le preguntó a Green no forman parte de este grupo, porque su inteligencia no da ni para influir en un jugador de escuela. 

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