Mascherano, campeón sin corona

Javier Mascherano tras perder ante Chile. (EFE/Mario Ruiz)
Javier Mascherano tras perder ante Chile. (EFE/Mario Ruiz)

Mientras que Jorge Valdivia acaparó la atención de algunos reflectores por los berrinches y recordatorios familiares tras ser sustituido por Matías Fernández, Javier Mascherano fue imán para las cámaras que apuntaron hacia el campo. El futbolista argentino, para muchas opiniones un capitán sin gafete, gritaba a los suyos para alentarlos en aras de ir por el triunfo.

 

Tras coronarse la selección chilena en penales, los gritos pasaron a segundo plano. No así su figura. Por segunda ocasión consecutiva, Mascherano dio cátedra de temple y pundonor en una final con la Albiceleste. Ya lo había hecho contra Alemania en la Copa del Mundo 2014, torneo donde ganó adeptos por brindarse en la cancha como un jugador que apuesta todo su físico y arriesga el alma hasta el último esfuerzo. La Copa América fue una especie de repetición en cuanto a su fútbol y entrega se refiere.

 

 

En Chile 2015, Mascherano volvió a perder en lo colectivo con su equipo. Nuevamente obtiene una derrota con sello de subcampeonato portando la camiseta del seleccionado argentino. Una vez más apareció una caída en su andar a nivel de conjunto, una caída que duele en el orgullo de un futbolista que porta y defiende con aplomo su playera nacional.

 

Injusto o ingrato el fútbol, se queda con las ganas de levantar un trofeo junto a sus compañeros. Probablemente quepa la opinión de que sea inmerecido para un tipo que nos recordó que el fútbol no es una guerra, que también nos ha exhibido hasta dónde puede llegar el corazón de un hombre que ama lo que hace, así como el deporte al que representa.

 

 

Mascherano, un campeón sin corona con Argentina. Una corona que no aparece, no obstante ha permitido mostrarnos un aspirante a ella que enaltece al fútbol.

 

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