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Argentina no aprendió la lección – OPINIÓN

Otra vez la decepción. Otra vez las manos vacías. Otra vez la mirada al suelo buscando encontrar explicación a un tema que ya se ha vuelto recurrente en los últimos 22 años.

Los golpes en la vida suelen ser duros, pero a su vez también suelen aportar una lección. El gran tema es saber aprender esa lección, saber asumir los errores e intentar subsanarlos.

Más allá de que en el deporte se gana y se pierde, la misión de todos quienes de alguna u otra manera vivimos de esto de sacar conclusiones, es analizar desde nuestro punto de vista de qué manera se gana y de qué manera se pierde.

Hace un año atrás Argentina no supo solucionar un tema fundamental: la ausencia de Di María en el once titular. En ese momento el actual futbolista del Manchester United era una pieza clave en la estructura del equipo de Alejandro Sabella.

No hubo “Plan B” y se sufrió. El resultado final fue derrota. Un año después la historia se repitió. Di María, que fue de menor a mayor en esta Copa (alcanzando su punto máximo de rendimiento ante Paraguay en la Semifinal), se volvió a lesionar, esta vez en pleno partido, y Martino no supo ni pudo encontrarle la vuelta al problema. Otra vez no hubo “Plan B”. Otra vez se fracasó en el plano técnico/táctico.

Lavezzi no es Di María y para peor, Argentina, que “supuestamente” tiene uno de los mejores y más prestigiosos planteles no sólo de Sudamérica sino del mundo, no tiene como solucionar un tema crítico.

Dos puntos más para cerrar. El primero es Messi. Algo va quedando muy claro. No es lo mismo jugar contra la defensa del Deportivo La Coruña o del Rayo Vallecano (con todo respeto) que contra cualquiera de las selecciones de Sudamérica.

Tuvo momentos de lucidez individual y colectiva contra Paraguay, asociándose con Pastore. Después todo en cuenta gotas. Muy poco para lo que se esperaba de él.

Ojo, Messi no es el culpable de este nuevo fracaso. Sí se le exige más, por lógica. No es agradable verlo deambular por la cancha en una Final mientras Mascherano, lesionado y al límite de sus fuerzas, dejaba el alma. Él debió haber tomado la batuta y ponerse el equipo al hombro.

Después si la derrota se consumaba como sucedió, no había nada que reprochar. En el fútbol se gana o se pierde, pero lo que se exige, y más a un tipo como Messi, es actitud y entrega. Y esta vez volvió a fallar en ese sentido.

Pero claro, Messi es Messi. Y tal vez la imagen más tierna de esa Final perdida fue cuando un niño, en pleno momento de tristeza, le pidió sacarse una selfie, la más amarga para el futbolista, la más feliz para esa criatura que con toda la inocencia se acercó a consolarlo.

El segundo punto. ¿Por qué tan poco tiempo de juego a un futbolista que en la últimas dos temporadas fue la figura de la Juventus en un fútbol de tanta dureza y exigencia como el italiano? ¿Por qué no jugó Tevez una final como esta, donde se necesitaba quebrar la resistencia de planteo tan cerrado como el que propuso Chile?

Preguntas que quedarán guardadas en el arcón de los recuerdos. De los tristes recuerdos para Argentina.

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