Sal Sánchez, la historia inconclusa

Salvador Sánchez vio interrumpida su vida la madrugada del 12 de agosto de 1982 en la carretera de Querétaro a San Luis Potosí, al estrellar su Porsche blanco aproximadamente a 200 kilómetros por hora contra un camión de carga y perder la vida de manera instantánea, cuando apenas tenía 23 años de edad y ya era considerado uno de los mejores boxeadores del momento.

En el inicio de su carrera, el nacido en Santiago Tianguistenco, en el Estado de México, tuvo como mánager a Agustín Palacios, quien lo llevó en sus primeras peleas. Sin embargo, fue hasta la llegada a su equipo de Cristóbal Rosas cuando llegaron las grandes victorias. ‘Sal’ siempre se caracterizó por ser un púgil frío, que liquidaba a sus rivales poco a poco, con base en su potencia de golpes y su persistencia sobre el cuadrilátero.

La oportunidad de disputar un título mundial se dio el 2 de febrero de 1980, cuando enfrentó en Phoenix, Arizona, al estadounidense Danny ‘Coloradito’ López, a quien noqueó en 13 capítulos para convertirse en monarca Pluma del Consejo Mundial de Boxeo (CMB).

Las cualidades boxísticas de Sánchez lo convirtieron rápidamente en el consentido de la afición de aquella época. Después de realizar cuatro defensas exitosas de su diadema pluma, apareció en su camino el puertorriqueño Wilfredo Gómez, quien estaba convertido en el exterminador de mexicanos y buscaba otro campeonato, pues en la división Súper Gallo había vencido propiamente a todos.

Wilfredo Gómez, fiel a su estilo en las conferencias de prensa anteriores a la pelea, declaró que le daría una paliza al mexicano. ‘Sal’ con su estilo calculador, solamente se limitó a escuchar lo que dijo su retador… el destino le tendría una sorpresa al boricua.

La noche más esperada para la afición de ambos países llegó el 21 de agosto de 1981, en el Caesars Palace de Las Vegas, Nevada. Los momentos previos al combate fueron de fiesta; grupos de salsa y mariachi alternaban y acrecentaban la rivalidad entre mexicanos y puertorriqueños.

Wilfredo Gómez salió a buscar el intercambio de golpes con el mexicano, quien más fuerte y mejor boxeador, de hecho, lo mandó a la lona en el mismo primer capítulo. ‘Sal’ al darse cuenta que había lastimado a su oponente, mantuvo su plan de pelea y aunque en varias ocasiones tuvo para terminarlo, se detenía para cobrarle cada una de las ofensas que había dicho y desquitar el honor del pugilismo mexicano. La realidad es que Sánchez determinó darle una paliza y hacer que el pleito se alargará, pues sabía que en el momento en que se lo propusiera, podría finalizar el combate.

El suplicio para Wilfredo terminó a los 2 minutos 9 segundos del octavo round cuando el réferi, Carlos Padilla, detuvo la pelea. La cara del puertorriqueño lo decía todo, sus dos ojos estaban prácticamente cerrados y estaba brutalmente inflamado, además sangraba profusamente. La noche fue de fiesta para los mexicanos, mientras que los borinqueños habían visto caer a su ídolo.

La última pelea de Sánchez fue ante Azumah Nelson, quien tiempo después fue nombrado el mejor boxeador de la historia de África, a quien venció una clara decisión en 15 vueltas en el Madison Square Garden de Nueva York, el 21 de julio de 1982… a los pocos días, Salvador diría adiós con una trágica despedida.