La noche que nació una leyenda llamada Sugar Ray Leonard

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American contender Sugar Ray Leonard, right, is seen in action against defending champion Wilfredo Benitez of Puerto Rico, in the final rounds of their world welterweight championship title bout at Caesar's Palace, Las Vegas, Nev., November 30, 1979. (AP Photo)

El 30 de noviembre de 1979, Sugar Ray Leonard y Wilfred “El Radar” Benítez subieron al cuadrilátero de la legendaria arena del Hotel  Caesars Palace de Las Vegas, Nevada, para exponer sus respectivos invictos, disputar el cetro wélter del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) y sentar el tono para lo que sería la histórica década del 80 en el pugilismo mundial.

El boricua Benítez, con 21 años y marca de 38-0-1 y 25 acabados por la vía rápida, exponía su centro del CMB ante el también imbatible Leonard (25-0, 16 KO’s), en lo que fue considerado la pelea más lucrativa hasta el momento fuera de los pesos pesados. Benítez ganó una bolsa de 1.2 millones, mientras que Leonard aseguró una paga de un millón.

El choque venía acompañado de una enorme promoción alrededor de las dos figuras del momento en el peso wélter, dos escuelas del boxeo clásico de la época y en su mejor momento.

El llamado “Radar”, ostentaba –y aún ostenta-  el distintivo de ser el campeón más joven del mundo, cuando a los 17 años derrotó al colombiano Antonio “Kid Pambelé” Cervantes para arrebatarle el cetro súper ligero de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) y esa noche hacía su segunda defensa del título que había conquistado al superar a otro grande, Carlos Palomino, a principios de año.

Su apodo se lo ganó porque se distinguía por hacer fallar a sus oponentes con sus relampagueantes movimientos de torso. Leonard, por su parte, tenía en su resumé una medalla olímpica en los Juegos de Montreal, 1976 y se había convertido en toda una atracción televisiva para el boxeo. Pero no había enfrentado hasta ese momento a un boxeador con la experiencia y las credenciales de Benítez.

Era la noche para demostrar que estaba listo para la grandeza.

15 asaltos de pura acción

La cartelera se transmitió en vivo por la cadena ABC y con la voz del legendario Howard Cosell como comentarista. En estos tiempos, hubiese sido un éxito a través del sistema “Pague-Por-Ver”. Y tal como prometieron, la reyerta fue candela desde que sonó la campana inicial.

Leonard fue más agresivo en los primeros asaltos, y su estilo de pelea le rindió frutos temprano. Un zurdazo en las postrimerías del tercer asalto llevó al boricua a la lona.

Benítez se levantó de inmediato y terminó bien el asalto.

Para el cuarto, el campeón hizo sus ajustes. Se convirtió entonces en el agresor y encontró la distancia adecuada para hacer fallar constantemente a Leonard.

“No había entendido que estaba en una pelea de campeonato cuando lo derribé en el tercero, porque lo conecté muy fácil. Pero inmediatamente después se ajustó a mi estilo. Parecía como si me estuviera viendo en un espejo”, dijo Leonard luego de la pelea, en declaraciones recogidas por la prensa en ese momento.

“Nadie, les aseguro que nadie me había hecho fallar tantos golpes como él. Yo pensaba, ‘caramba, este hombre es realmente bueno’”, destacó. Sin embargo, la agresividad de Leonard sobre el cuadrilátero encontró la forma de sumar puntos para su causa, a pesar de la gran defensa del boricua. Un choque de cabezas en el sexto asalto produjo una herida en la frente de Benítez, pero no pareció ser factor en el combate.

Leonard simplemente estaba demostrando que había nacido para ser una gloria del boxeo. Siguiendo las instrucciones de su esquina, de atacar los planos bajos y mantener el jab de izquierda sobre el rostro, Leonard encontró la forma de frenar al escurridizo Benítez.

El principio del fin

La pelea llegó hasta el decimoquinto asalto. ¡Y qué asalto!

Ambos púgiles salieron tirando golpes como si estuvieran en los primeros asaltos. Cuerpo a cuerpo, ambos gladiadores intercambiaron golpes de forma magistral, hasta que justo cuando restaban 30 segundos para acabar el encuentro, en medio de una ráfaga de golpes de ambos púgiles, un gancho de izquierda de Leonard aterrizó en la quijada del boricua y lo envió a la lona.

Benítez se incorporó, pero Leonard, como tiburón tras su presa, ya olía sangre.

Otra andana de puños de Leonard llevó al árbitro Carlos Padilla detener el encuentro cuando apenas restaban seis segundos para que finalizara el encuentro.

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American contender Sugar Ray Leonard celebrates after defeating reigning champion Wilfredo Benitez of Puerto Rico by TKO in the 15th round to win the world welterweight championship title at Caesar's Palace, Las Vegas, Nev., November 30, 1979. (AP Photo)



Una estrella había nacido

Tras concluido el encuentro, iniciaron las especulaciones sobre la decisión del árbitro de detener las hostilidades cuando apenas faltaban seis segundos para acabar el encuentro.

Pero el propio Benítez derrumbó cualquier duda y a la vez, le dio su bendición a la nueva estrella del boxeo.

“No tengo ningún cuestionamiento sobre la pelea. Leonard es un tremendo campeón y ganó la pelea”, dijo Benítez según reseño Prensa Asociada. “Leonard es el mejor del mundo ahora mismo. Estoy contento de haberme enfrentado a él. Fue un gran retador y será un gran campeón”, agregó.

Luego del encuentro, ambas carreras tomaron rumbos distintos sin que jamás se concretara una revancha entre ambos. Benítez volvió a ser campeón mundial par de años más tarde e incluso se apuntó importantes victorias antes figuras como Roberto “Mano de Piedra” Durán y Carlos Santos, entre otros.

Hoy día Benítez se encuentra en condición delicada de salud. Padece de encefalopatía postraumática crónica, producto de los golpes que recibió durante su extensa carrera.

Leonard, por su parte, se convertiría en uno de los boxeadores mejor pagados y figura emblemática de la década del 80, en la que  dominaría a hoy leyendas del boxeo como Thomas Hearns y Marvin Hagler y protagonizaría la mítica trilogía con el panameño Durán.

Pero todo comenzó aquella noche del 30 de noviembre de 1979, frente a Wilfred Benítez, en Las Vegas, Nevada.

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